miércoles, 17 de septiembre de 2014

El emprendedor, el tiempo y los valores


¿ por qué a veces correr es malo?

por Julio Alonso


Ser emprendedor no es fácil. Muchas veces se ha escrito que si analizásemos fríamente las posibilidades de éxito que tenemos, los riesgos que asumimos y todo lo que implica, lo racional sería no intentarlo. Hace poco Iñaki Arrola recordaba que lo normal es que sea un camino largo de muchos, muchos años para llegar al éxito, si es que llegas. Y el camino no es fácil. Tienes muchas ilusiones, pero también muchas presiones. Y eso que hablo desde la experiencia de Weblogs SL, sin inversores externos, sin deudas bancarias y sin estar en bolsa.

El crecimiento, aunque lo hagas bien, no suele ser lineal. Unos años creces más, otros menos. Depende claro, de ti, pero también de muchos otros factores. De la evolución del entorno económico, de la marcha de tu mercado, de lo que hagan otros actores. Lo que era una propuesta diferencial hace un año, ahora ha sido igualada o superada por la competencia. En el nicho en el que tú tenías rentabilidad alta ha llegado alguien que prácticamente lo regala porque su negocio es otro, o porque genera escala como intermediario y le da igual qué pase dentro de tres años…

Y también hay muchos cantos de sirena. Mucha gente que viene a proponerte cosas que no te huelen bien, que no te parecen honestas o que sabes que no funcionan o que no son sostenibles. Yo me paso el tiempo diciendo que no a muchas cosas. Tener unos valores claros y compartidos desde el principio nos ha ayudado mucho a no meternos en más de un charco. Pero por aquí han pasado todo tipo de propuestas. Más de una vez han venido a ofrecernos salir a cotizar al MAB, por ejemplo. Nunca lo vimos claro. No veíamos a la compañía preparada. Veíamos muchos más inconvenientes que ventajas. Y, sinceramente, mucho más interés del intermediario de turno por facturar él que por ayudarnos a nosotros.

Seguramente en esto, como en el no haber aceptado financiación externa, ha influido mucho mi experiencia en Cluster Consulting tras la venta (internamente se decía “fusión”) a Diamond Partners, una consultora americana cotizada en NASDAQ. El problema no es la exigencia de transparencia o el trabajo añadido de proporcionar información a mercados e inversores. Es que condiciona fuertemente lo que haces. Dejas de pensar sólo en los objetivos de negocio (aumentar facturación y margen, fortalecer tu posición competitiva, fidelizar a los clientes, aumentar tu cuota de mercado) y empiezas a pensar en función de trimestres, presentaciones de resultados periódicas, reuniones con analistas, guidances, forward looking statements…




Los analistas que siguen tu cotizada miran ciertas métricas intermedias para anticipar la evolución de tu negocio y estas pasan a ser gestionadas a corto plazo aunque ello suponga daño a largo para la compañía. Recuerdo perfectamente cómo en consultoría uno de ellos era el número de consultores en proyectos en el trimestre. Y cómo gestionar esa métrica nos llevó a tomar decisiones que vistas con perspectiva destruían claramente valor.

Recuerdo un equipo que tenía que hacer el plan estratégico anual de un cliente en principio en 6 semanas, y que 4 meses después seguí allí, aumentando facturación (con unos fees que hoy me parecen totalmente insensatos) y también la famosa métrica de consultores ocupados en proyectos, pero claramente haciendo que el cliente se enfadase con nosotros con mucha razón. Y que el año siguiente se facturase con él menos de la mitad. No digo que todas las empresas que están el bolsa sucumban a este tipo de prácticas, pero la presión está ahí, constante, todo el tiempo.

Obviamente todo esto viene a cuento del affair Gowex. Al final, ser más pequeño, crecer más despacio, desaprovechar algunas oportunidades no es sólo cuestión de ser más listo o más tonto. También de qué tipo de riesgos quieres asumir y qué tipo de valores mantienes y a cuáles renuncias. Y posiblemente haga que nunca seas un unicornio, que nunca valgas los famosos 1.000 millones. Pero también te permite dormir mucho más tranquilo y sereno. No te libra de que un día tu empresa no sea competitiva y tenga que cerrar o hacerse mucho más pequeña. Pero si sucede será porque no habrás sabido hacerlo, no porque hayas hecho trampas o hayas querido ir más rápido de lo que realmente puedes.

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