viernes, 26 de septiembre de 2014

Capitalismo generador de violencia

Reflexión ante el homicidio de un hijo.

Capitalismo Generador de Violencia.


Documento elaborado como reflexión ante el homicidio de mi hijo el día 23/09/13


El capitalismo como proceso mundial, es un modo vivir y reproducir la vida, fundamentado en los procesos económicos, sociales, políticos, militares e ideológicos, que sustenta la vida individual y colectiva, determinando la manera en que distribuimos los bienes y servicios, establece y la calidad de esta producción, finalmente decide hegemónicamente todo; incluso ¿quién se beneficia y cuanto? de estos procesos que garantizan nuestra vida o sobrevivencia, como individuo y como clase social.

Nos divide, sustancialmente en dos categorías: patrones que son los propietarios de los medios de producción y por la otra parte los trabajadores explotados, con ello deja establecida la división social del trabajo, en la cual la inmensa mayoría realizan el trabajo que permite vivir a toda la sociedad, pero sin recibir los beneficios de los burgueses, este es el origen del proceso que fomenta el desarrollo de los ricos, quienes requieren sistemáticamente del trabajo de pobres en su condición de explotados, con lo cual se establece la calidad de vida que le corresponde a cada una de estas clases sociales.

Enmarcando todo ese proceso, en una enorme dinámica de violencia permanente e integral, forzado a participar en este conflicto a los trabajadores o pobres que pelean por mejorar sus condiciones materiales de vida, resistiendo estos procesos. A este conflicto los creadores del socialismo científico lo denominaron lucha de clase y lo explicaron desde la división social del trabajo.

El calificativo de inseguridad, se corresponde con un concepto dentro de la doctrina capitalista que trata de encubrir con este eufemismo de inseguridad, al principal problema que nos afecta, reconocido por toda la sociedad venezolana: “La violencia”, mediante la cual se explota, discrimina y excluye a los pobres, creando barreras sociales y económicas que históricamente han reducido la vida de los trabajadores a una condición de miseria, ignorancia y subyugación forzada, para lo cual cuenta con el apoyo del estado burgués, como un órgano que surge de la sociedad capitalista orientado a perpetuar, legalizar el dominio de la burguesía, sobre los trabajadores.

Si, compartimos esta explicación básica del socialismo, podemos plantearnos un debate nacional para iniciar un proceso que nos ponga de forma honesta y valiente en la dirección adecuada para iniciar un trabajo procesual que nos permita solucionar a mediano y largo plazo, el problema estructural de la violencia, el cual afecta a la sociedad venezolana en todas sus dimensiones: raza, genero, clase social, produciendo miles de muertos al año, cuya invaluable perdidas llenan a quienes les sobrevivimos de una gran angustia y dolor.

Pero a la burguesía, siempre avariciosa, ha desarrollado toda una industria de la violencia que se reproduce cultural y económicamente en nuestra sociedad, logrando la participación de muchos sujetos provenientes de los sectores populares que carecen de la conciencia social, en relación a su clase y a su proyecto histórico, participan activamente como consumidores o directamente vinculados a la producción o distribución de la industria de la violencia, afanados por conseguir a cualquier costo los recursos económicos que les permitan superar la miseria y saltar de la clase trabajadora constituyéndose un nuevo patrón, entrando a la exclusiva clase de la Burguesía, con la aspiración de alcanzar el estereotipo de prestigio que transculturalmente han impuesto el imperialismo, a estos sujetos se les denomina técnicamente lumpen proletario.

Algún tecnócrata pudiera establecer la errónea clasificación de este problema, como suscrito al falso parámetro de la legalidad o ilegalidad, en relación al fenómeno de la violencia, cuando en realidad no se ve disminuido en sus efectos, independientemente si el proceso que lo alienta es legal o no.

Lo que importa es determinar si en su esencia, causan el mismo efecto. Por ejemplo la incidencia del consumo excesivo licor es una constante que impacta en el desarrollo de la violencia ya sea adquirido desde la venta ilegal de una casa de un barrio o en la licorería de un sector popular, a fin de cuentas, los daños que causen serán estructuralmente similares entre si, independientemente de cual sea su status legal. Por ejemplo la legalización de las drogas de ninguna manera permite un mayor control sobre la violencia, puesto que esa actividad, en si misma, es generadora de violencia.

Sin embargo, no podemos negar que la legalidad supone alguna posibilidad de aplicar control, restricción, evaluación de esos procesos y permitiendo sanciones y prohibiciones, pero de la misma manera, tenemos que reconocer que algunos de esos procedimientos son vulnerados por la falta, de la necesaria burocracia que los realice o de su limitada capacidad ética-técnica.

Otra vertiente de la industria de la violencia se asienta en los procesos de corrupción que se ha constituido en una de las industrias más próspera de Venezuela, generando un sistema paralelo que apalancándose en el Estado, ha tarifado la legalización, informal de casi cualquier actividad delictiva. Es tan grave esa situación que obligó a desplegar la actual campaña contra la corrupción, encabezada por el Presidente Nicolás Maduro, quien es acompañado por todos los socialistas.

Un ejemplo que ilustra la corrupción es lo ocurrido en el sistema penitenciario donde se han encontrado arsenales de armas municiones y explosivos imponiéndose la intervención del sistema carcelario para realizar el trabajo de depuración con el cual la ministra Iris Varela paulatinamente ha venido desmontando de las diversas cárceles a los grupos de corruptos que venden el control carcelario a diversas mafias penitenciarias.
¿Cuánta similitud hay entre el sistema penitenciario y el mundo policial? Teniendo en cuenta que la similitud existente entre el perfil del las actividades que realizan ambas instituciones y el aparejamiento de la estructura generacional y socio-económica del sujeto que asume las funciones de la policía, la Guardia Nacional y los funcionarios del régimen penitenciario, este argumento nos brindan algunas pistas referente a la matraca aplicada a violaciones de leyes, ordenanzas, faltas leves y delitos menores, también ocurre el concierto con narcotraficantes, asesinos y ladrones, estas prácticas, no comprometen a todos los funcionarios, pero tampoco no dejan excepciones en ninguna de las instituciones de la seguridad pública.

Estas fechorías, contrario a lo ocurrido en las cárceles, se logran invisibilizar mucho mejor, porque no son tan evidentes como la corrupción penitenciaria, ni sus prácticas comunes, ya que no se producen como masacres carcelarias, ni en espacios aislados, sino que estos homicidios vinculados a las mafias policiales son más selectivos, logrando camuflar su actuación criminal como realizada por la delincuencia común, además estos corruptos tienen el control sobre las investigación y los procedimientos policiales.
Esta situación se ha constituido en una de las pujantes industrias de la violencia nacional que se evidencia en la propiedad de negocios particulares, las camionetas de lujo, apartamentos caros, joyas, prendas, celulares y un consumo de licor y comidas que exceden las posibilidades económicas de un funcionario honesto. Esta estructura se conecta con la fiscalía y los tribunales constituyendo un sistema completo.

La impunidad es otro de los grandes alicientes de la violencia, que se da por dos vías, la reseñada arriba, que es pagándole al sistema judicial-policial y el otro: es la negligencia y desatención de las denuncias que formulan las víctimas y sus familiares y esto también tiene un sentido profundamente clasista ya que la mayoría de los crímenes que afectan a la sectores pudientes o personalidades, consiguen rápida atención y resolución de los eventos criminales, pero millones de trabajadores que constituyen la generalidad de la gente común, sin acumulación de capital; es olvidada, ignorada e invisibilizada en su necesidad de justicia.

Otro aspecto que incide en la impunidad y el más común son los funcionarios que no trabajan, que no acometen su tarea por temor a complicarse la vida, no arrestan, no detienen, no enfrentan la violencia armada y siempre andan en retirada evitando el riesgo que es inherente a su profesión, nada mas peligroso que un policía cobarde e insensible con la problemática de la comunidad y con el Estado que les ha entregado la misión de resguardar la integridad y vida humana en el marco de la confianza y buena fe del gobierno y el pueblo.

El cine, la televisión, los videos juegos y las comiquitas; son de las grandes industrias universales que origina la violencia, esas empresas tiene una importante presencia en el contexto nacional que impacta la transformación cultural y la conciencia de la sociedad, imprimiendo en la psiquis de las personas los antivalores que sustentan al capitalismo.
Esas industrias muestra gran cantidad de homicidios, sadismo, robos, prostitución y pornografía, trata de blancas, drogadicción, secuestros y consumismo que convierten a los actos más abominable y degenerados de la sociedad humana, en algo común y cotidiano que se comparte en familia. Por supuesto que su aporte es la promoción y difusión de la violencia, como algo que brinda estatus y promueve un perfil a imitar.

El tráfico ilegal de drogas y su consecuente consumo, introduce a la sociedad venezolana, en un agujero negro de locura y deshumanización, afectado psicológicamente a los consumidores que quedan en estado de alienación y enajenación, También genera transformaciones físico químicas en el sistema nervioso de los usuarios, por lo tanto, también introduce este problema en la disciplina de la psiquiatría.

Genera sujetos violentos e impulsivos, con gran dependencia por el consumo recurrente de drogas, obligando a los consumidores a obtener diariamente una cantidad de dinero que les permita proveerse de las drogas que consumen, para lo cual se realizan múltiples actos de violencia. Pero además promueve las guerras por ocupar o mantener las plazas de venta de drogas entre los narcotraficantes, generando gran cantidad de violencia y afectación de la comunidad en general.

Estas actividades se mantiene por ser una de las industrias que más ingresos produce a toda su estructura delincuencial de la cual apenas alcanzamos a visibilizar al responsable del micro trafico, pero en muchos casos quedan impunes los verdaderos capos del gran trafico.

La industria de las armas de fuego es la más importante en el desarrollo de la violencia, también es muy rentable produce gran cantidad de dinero, además es de todas estas industrias la más conectada con la violencia ya que es un instrumente exclusivo para matar, no para herir ni intimidar, más del 90% de los homicidios se cometen con armas cortas ilegales. Para algunos estudios el año pasado se produjeron en Venezuela más de 16000 homicidios y existen 6.000.000 de armas ilegales en el país.

No pretendemos desconocer los esfuerzos realizados por el gobierno revolucionario ni el empeño realizado por los funcionarios del estado en esa batalla contra la violencia, pero tampoco podemos aceptar que el Plan Desarme, A Toda Vida Venezuela o el Plan de Convivencia, este reducido a tratar el problema de la violencia como el desarrollo de un conjunto de actividades aisladas sin generar los procesos de formación técnica y en la practica tratar al problema como una consecuencia del ocio.

Por lo tanto en la implementación real de estos planes se combate “el delito y la inseguridad” con deporte y cultura enmarcada en actividades que generan las instituciones sin la participación del pueblo, eficientemente en la formación y organización de la comunidad.

La necesaria represión de este problema estructural de la sociedad venezolana, no basta para solucionarlo, a lo largo de los últimos meses hemos confirmado que a pesar de los esfuerzos por construir el socialismo, el pueblo y el gobierno revolucionario todavía tiene mucho de capitalismo en su seno y en el Estado. Por lo cual debemos construir la organización popular independiente de las instituciones de la seguridad que evalué su funcionamiento y eficacia de las policías nuevas y viejas pero que además se defina, “La Violencia” como un problema inherente a los aspectos económicos, políticos y sociales, del cual la inseguridad es apenas un aspecto derivado, que se le mire como a sistema que incluye de manera general al barrio y a la familia; ¿cómo son y porqué son así? Estos procesos enunciados en este parcial y limitado documento no pretenden dar respuesta, por el contrario, reclama un debate nacional que nos permita aproximarnos al correcto análisis de la realidad y desde allí construir las soluciones de estos grandes problemas.

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