64 % de estadounidenses apoya restablecimiento de relaciones con Cuba
Entre los seguidores del Partido Demócrata el nivel de apoyo
se eleva a 77 %, comparado con 49 % en el caso de los republicanos.
Una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC revela que 64 % de los estadounidenses respalda el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre su país y Cuba,
rotas hace 53 años.
Entre los seguidores del Partido Demócrata el nivel de apoyo se eleva a 77 %, comparado con 49 % en el caso de los republicanos.
El reporte, difundido por Prensa Latina, refiere además que 79 % de los seguidores de Obama está de acuerdo con que la Casa Blanca elimine el bloqueo económico, comercial y financiero que Washington mantiene contra la isla desde hace más de 50 años.
También 85 % de los demócratas y 64 % de los republicanos apoyan la eliminación de las prohibiciones que tienen los estadounidenses para viajar a la isla.
El miércoles 17 de diciembre pasado los presidentes Raúl Castro, de Cuba, y Barack Obama, de Estados Unidos, anunciaron la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, luego de negociaciones de alto nivel entre representantes de ambas partes y que los mandatarios sostuvieran una conversación telefónica, en la que discutieron temas de interés para ambas naciones.
El restablecimiento de relaciones contempla la apertura de embajadas en Washington y La Habana en los próximos meses; así como incluye la flexibilización de las restricciones a los viajes y el comercio entre Estados Unidos y Cuba.
Las relaciones entre ambos países se vieron interrumpidas en 1961, luego del triunfo de la Revolución Cubana, dos años antes. Desde entonces, el bloqueo económico, comercial y financiero estadounidense sobre Cuba ha causado pérdidas por más de un billón de dólares.
Mayoría en EE UU apoya normalizar las relaciones con Cuba
En los últimos meses, varias organizaciones de cubanos en el exilio,
algunos congresistas influyentes -entre ellos el senador Bob Graham,
acérrimo defensor del embargo de Estados Unidos a Cuba- e importantes
empresarios, como el magnate del azúcar Alfonso Fanjul,
habían manifestado la necesidad de una revisión de la política de
Washington hacia La Habana. Un viraje que también comparte la mayoría de
los estadounidenses, de acuerdo con una encuesta que este martes
publicará el Adrienne Arsht Latin American Center,
del prestigioso Atlantic Council, al que ha tenido acceso en exclusiva
EL PAÍS. Los ciudadanos del Estado de Florida son quienes lideran la
opinión favorable a una normalización de las relaciones con la isla,
evidenciando un importante cambio de postura en un territorio que, hasta
ahora, había sido el bastión del anticastrismo, y que, de acuerdo con
el estudio, debería hacer reflexionar al Congreso y la Casa Blanca sobre
el fracaso de más de medio siglo de embargo, de cara a impulsar el
final del desencuentro entre ambos países
“EE UU tiene dos problemas estructurales respecto de América Latina,
uno es la inmigración y el otro Cuba”, explica Peter Schechter, director
del Adrienne Arsht Latin American Center. “La política del país
respecto a la isla ha quedado congelada en el tiempo pero, por otro
lado, la isla está prosperando bajo toneladas de turistas y el apoyo
político de otros grupos de naciones. Lo que queríamos con esta encuesta
es consultar la voz de la sociedad civil estadounidense sobre la
relación con Cuba, que es la voz que menos se ha escuchado en este
asunto”, explica Schechter sobre el propósito del estudio.
Esa voz, de acuerdo con la encuesta, concluye que el 56% de los ciudadanos de EE UU está a favor de un cambio en la política del país hacia la isla, un porcentaje que se dispara entre los habitantes de Florida, el 63%, y los hispanos, el 62%. La mayoría de los encuestados se muestra a favor de aliviar las restricciones económicas (62%); de levantar las limitaciones a los viajes (61%); de negociar con las autoridades cubanas asuntos de seguridad como el tráfico de drogas o el contrabando (77%); o eliminar a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo del Departamento de Estado (52%).
Unas cifras que son considerablemente más amplias en el caso de Florida y que demuestran que la premisa de que la política de Cuba se decide en Miami ya no es un presupuesto político infalilble. “Este es una de las grandes conclusiones de la encuesta. En los últimos 55 años se daba por hecho que con Cuba no se jugaba para no poner en juego la baza electoral de Florida. Esa realidad ha dejado de existir”, sostiene Schechter. “Esa es una implicación importante que deberían tener en cuenta tanto la Administración como el Congreso”, advierte.
Las nuevas generaciones de cubanoamericanos coinciden en que la
política de las últimas cinco décadas no ha funcionado y son quienes
apoyan con mayor firmeza una aproximación diferente hacia la isla, una
“nueva realidad” que, de acuerdo con el estudio, “deberían tener en
cuenta los legisladores nacionales a la hora de cambiar la estrategia
hacia Cuba para poder satisfacer” sus nuevos intereses.
El contenido de la encuesta también debería hacer recapacitar a la Casa Blanca sobre el fracaso de las políticas del último medio siglo hacia la isla, según sus autores. “Esperamos que las conclusiones provoquen en la Administración Obama reflexiones importantes sobre los supuestos riesgos electorales de normalizar las relaciones con Cuba. Este estudio demuestra que éstos no son tan altos”, señala Schechter.
En el documento se sugiere que sea el presidente Barack Obama quien impulse esas medidas de apertura a través de acciones ejecutivas “dado que hay muy pocas posibilidades de que el Congreso elimine la maraña de leyes” que regulan la totalidad del embargo, un cambio progresivo con el que están de acuerdo dos tercios de los consultados.
Tras llegar al poder, Obama favoreció la flexibilización de las remesas, los viajes familiares y la ampliación de las opciones de visitar la isla para los ciudadanos de EE UU, una vía de acercamiento que se congeló con la detención y posterior condena del contratista estadounidense Alan Gross. La violación de los derechos humanos por parte del régimen castrista es, de acuerdo con la encuesta, el principal motivo para mantener el embargo. Para el 50%, se trata de una razón de peso para no levantarlo, frente al 43% que no lo considera así, un porcentaje que se reduce en el caso de los ciudadanos de Florida: 49% contra 45%.
Aunque la opresión a las libertades civiles, unida a que Cuba esté incluida en la lista de países terroristas –junto con Irán, Siria y Sudán- son un importante escollo para que EE UU normalice su relación con el gobierno de la isla, los autores de la encuesta recuerdan que Washington mantiene contactos con otros Gobiernos “con políticas reprobables” y que, incluso, “se ha involucrado en un proceso negociador con Irán sobre su programa nuclear”. “Nadie en EE UU puede obviar la situación de derechos humanos en Cuba, pero eso no tiene por qué ir necesariamente en contra de una política de liberalización o de normalización de la situación bilateral. No deben ser líneas excluyentes”, defiende Schechter.
Más allá de la transcendencia política de las conclusiones de esta
encuesta, sus autores alertan del peligro que para la relación de EE UU
con el continente americano supone mantener su aislamiento inmovilista
hacia la isla. El embargo a Cuba es el principal punto de fricción entre los países de América Latina y Washington,
como quedó de manifiesto en la última cumbre de la CELAC celebrada en
La Habana. La presencia de Cuba en la próxima cumbre de las Américas que
se celebrará en Panamá el año que viene ha sido impuesta casi como
condición necesaria para la asistencia de los países miembros de la OEA,
que es quien auspicia la reunión de líderes regionales, aún a costa de
la ausencia de EE UU.
El estudio del Adrienne Arsht Latin American Center demuestra que la mayoría del país apoya un cambio y que el temido coste electoral de descongelar las relaciones con la isla “es una convención anulada”. “América Latina está pasando por un momento de relativo éxito, esos países son nuestros futuros socios. Occidente también es América Latina y ante eso es imperativo cambiar uno de nuestros problemas estructurales con el hemisferio que es Cuba, la encuesta demuestra que eso es posible y que no conlleva riesgos”, afirma Schechter.
El 56% de los ciudadanos de EE UU está a favor
de un cambio en la política del país hacia la isla, un porcentaje que se
dispara entre los habitantes de Florida, el 63%, y los hispanos, el 62%
Esa voz, de acuerdo con la encuesta, concluye que el 56% de los ciudadanos de EE UU está a favor de un cambio en la política del país hacia la isla, un porcentaje que se dispara entre los habitantes de Florida, el 63%, y los hispanos, el 62%. La mayoría de los encuestados se muestra a favor de aliviar las restricciones económicas (62%); de levantar las limitaciones a los viajes (61%); de negociar con las autoridades cubanas asuntos de seguridad como el tráfico de drogas o el contrabando (77%); o eliminar a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo del Departamento de Estado (52%).
Unas cifras que son considerablemente más amplias en el caso de Florida y que demuestran que la premisa de que la política de Cuba se decide en Miami ya no es un presupuesto político infalilble. “Este es una de las grandes conclusiones de la encuesta. En los últimos 55 años se daba por hecho que con Cuba no se jugaba para no poner en juego la baza electoral de Florida. Esa realidad ha dejado de existir”, sostiene Schechter. “Esa es una implicación importante que deberían tener en cuenta tanto la Administración como el Congreso”, advierte.
En los últimos 55 años se daba por hecho que con Cuba no se jugaba para no poner en juego la baza electoral de Florida. Esa realidad ha dejado de existir, una implicación importante que deberían tener en cuenta tanto la Administración como el Congreso”
Peter Schechter
El contenido de la encuesta también debería hacer recapacitar a la Casa Blanca sobre el fracaso de las políticas del último medio siglo hacia la isla, según sus autores. “Esperamos que las conclusiones provoquen en la Administración Obama reflexiones importantes sobre los supuestos riesgos electorales de normalizar las relaciones con Cuba. Este estudio demuestra que éstos no son tan altos”, señala Schechter.
En el documento se sugiere que sea el presidente Barack Obama quien impulse esas medidas de apertura a través de acciones ejecutivas “dado que hay muy pocas posibilidades de que el Congreso elimine la maraña de leyes” que regulan la totalidad del embargo, un cambio progresivo con el que están de acuerdo dos tercios de los consultados.
Tras llegar al poder, Obama favoreció la flexibilización de las remesas, los viajes familiares y la ampliación de las opciones de visitar la isla para los ciudadanos de EE UU, una vía de acercamiento que se congeló con la detención y posterior condena del contratista estadounidense Alan Gross. La violación de los derechos humanos por parte del régimen castrista es, de acuerdo con la encuesta, el principal motivo para mantener el embargo. Para el 50%, se trata de una razón de peso para no levantarlo, frente al 43% que no lo considera así, un porcentaje que se reduce en el caso de los ciudadanos de Florida: 49% contra 45%.
Aunque la opresión a las libertades civiles, unida a que Cuba esté incluida en la lista de países terroristas –junto con Irán, Siria y Sudán- son un importante escollo para que EE UU normalice su relación con el gobierno de la isla, los autores de la encuesta recuerdan que Washington mantiene contactos con otros Gobiernos “con políticas reprobables” y que, incluso, “se ha involucrado en un proceso negociador con Irán sobre su programa nuclear”. “Nadie en EE UU puede obviar la situación de derechos humanos en Cuba, pero eso no tiene por qué ir necesariamente en contra de una política de liberalización o de normalización de la situación bilateral. No deben ser líneas excluyentes”, defiende Schechter.
Para el 50% de los encuestados, la violación de
los derechos humanos por el régimen castrista es una razón de peso para
no levantar el embargo
El estudio del Adrienne Arsht Latin American Center demuestra que la mayoría del país apoya un cambio y que el temido coste electoral de descongelar las relaciones con la isla “es una convención anulada”. “América Latina está pasando por un momento de relativo éxito, esos países son nuestros futuros socios. Occidente también es América Latina y ante eso es imperativo cambiar uno de nuestros problemas estructurales con el hemisferio que es Cuba, la encuesta demuestra que eso es posible y que no conlleva riesgos”, afirma Schechter.
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