viernes, 26 de diciembre de 2014

Fukushima : Crónica de un Desastre Nuclear Anunciado

Tokio no logra domar Fukushima

La lucha por enfriar la Central Nuclear de TEPCO se eterniza, revela fallos de diseño y amenaza a la industria atómica.


 El accidente en la nuclear de Fukushima I ha sacudido los cimientos de la industria nuclear y ha dejado al descubierto debilidades de un sistema que se vendía como invulnerable. Más de dos semanas después del terremoto del 11 de marzo, Japón, la tercera economía del mundo, admite que no sabe cómo evolucionará el accidente, la contaminación radiactiva se extiende y ni siquiera ha sido capaz de devolver el suministro eléctrico a los seis reactores del complejo de Fukushima. El caso deja dudas sobre el diseño de las nucleares, la respuesta de Japón, la actuación del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y pinta de negro el pretendido renacer atómico.

- El precedente. El 16 de julio de 2007, a las 10.13, un terremoto de 6,8 en la escala de Richter sacudió la costa este de Japón. El seísmo superó las bases de diseño de la nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del mundo, siete reactores nucleares frente a la costa y operado por la eléctrica Tokyo Electric Power (Tepco). La aceleración medida en la tierra fue de 680 metros/segundo2 . Las bases de diseño en el reactor 1, por ejemplo, solo contemplaban un terremoto con una aceleración de 273.

En 2007, otro seísmo dañó una central en Japón. El país no tomó medidas

La eléctrica TEPCO reaccionó tarde y Tokio minimizó y ocultó información

 

La nuclear estaba a solo 16 kilómetros del epicentro del terremoto. Tres de los reactores -3, 4 y 7- estaban en funcionamiento y pararon con el temblor. Hubo un incendio en un transformador y los bomberos tuvieron dificultades para controlarlo por problemas en las conducciones de agua.

Según el informe de la agencia nuclear japonesa (NISA) de 2009, "el terremoto desbordó las piscinas de combustible en todos los reactores y, en la unidad 6, agua [radiactiva] se filtró al ambiente". Tepco informó con retraso del escape. NISA mantuvo cerrados los reactores años (han abierto escalonadamente) y pidió a Tepco que revisara la seguridad de sus nucleares contra terremotos.

El caso es asombrosamente similar al de Fukushima. Fue el aviso de lo que podía ocurrir, pero Japón no aprendió. Era la primera vez que la industria nuclear veía cómo las bases de diseño de una central se veían superadas.

- El diseño. Fukushima está en un lugar imposible. En la zona con más actividad sísmica del planeta, sus seis reactores están semienterrados en la costa. Estaba diseñada para resistir un terremoto de magnitud 7 y un tsunami de 5,7 metros. El terremoto del 11 de marzo fue de 9 y el tsunami que llegó de 10 metros. "El diseño fue optimista", ha admitido Tepco, su forma de reconocer un grave error de diseño.

- La pérdida de suministro. Tras el terremoto, los tres reactores que estaban en funcionamiento pararon como corresponde a un terremoto. De forma automática, unas barras de control se introducen entre las barras de combustible y frenan la reacción. Sin esa operación, el accidente habría sido mucho mayor. El seísmo dejó a la central sin suministro eléctrico.

Cuando una nuclear está en funcionamiento es independiente, pero cuando está parada necesita sí o sí electricidad externa para enfriarse. Sin luz, comenzaron a funcionar los generadores diésel de emergencia. Pero el tsunami posterior arrambló con ellos. La central quedó solo con unas baterías, el segundo sistema de emergencia, pero solo duran unas horas. "Hay que revisar los sistemas para casos en los que se pierde el suministro eléctrico. Fukushima ha demostrado que los generadores diésel no siempre son suficientes", dice una fuente del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

- Los trabajos. Un exejecutivo de Tepco ha cuestionado en The Wall Street Journal que la eléctrica tardara en inyectar agua de mar para refrigerar los reactores. El agua salada deja inservible la planta, y critica que durante el primer día la empresa tratara de salvar los reactores, con lo que perdió unas horas cruciales.

Desde hace más de dos semanas, Japón trata de restablecer el suministro eléctrico, sin que ayer lo hubiera conseguido totalmente en cuatro de los seis reactores. Sí logró llevar líneas eléctricas, pero con las tres explosiones registradas, los equipos están dañados. Esas explosiones se produjeron por la salida de hidrógeno -un gas explosivo- desde el reactor. El OIEA afirmó ayer que es probable que esté dañada la contención del reactor 3, el que usa uranio y plutonio como combustible, lo que lo convierte en mucho más radiactivo que el uranio del resto.

El humo negro que aparece ocasionalmente de los reactores procede presumiblemente de cortocircuitos al intentar encender las bombas. Después de dos semanas, ya tienen luz dos de las salas de control, lo básico, pero en esta situación se considera una gran noticia. Además, ya hay inyección de agua dulce y comienza a usar el sistema normal de refrigeración. Aunque ya no se recurre a la desesperada solución de lanzar agua desde helicópteros, más de dos semanas después nadie es capaz de predecir la evolución y aún queda una larga tarea por delante. Las piscinas de combustible gastado, altamente radiactivo, se han visto dañadas.

- Los trabajadores. Junto a la central, "los niveles de contaminación tienden a descender levemente, aunque siguen siendo elevados y, en la zona de los reactores 3 y 4, extremadamente altos", según el CSN. Japón ha elevado la dosis (de 100 milisievert al año a 250) que pueden recibir los llamados héroes de Fukushima. "Diecisiete trabajadores han recibido dosis de entre 100 y 180 milisievert", según el OIEA. En una zona con agua en la que se contaminaron dos empleados, midió dosis de "400 milisievert por hora", lo que implica que en un cuarto de hora un trabajador recibiría la dosis de un año.

- La emisión. La magnitud del escape radiactivo es aún una incógnita. Japón no ha hecho pública ninguna estimación. Pero institutos oficiales de Austria y Francia han dado sus cálculos, basados en lo que han medido en EE UU y en Japón las estaciones de un tratado internacional para evitar pruebas atómicas sin control. Los resultados son dispares. Francia afirma que la emisión ha sido un 10% de la de Chernóbil y Austria, que el cesio emitido oscila entre el 20% y el 60% del accidente de Ucrania.

Arturo Vargas, de la Universidad Politécnica de Cataluña y que trabaja con este tipo de modelos, explica que hay incertidumbres, pero que puede servir sobre la fuente de emisión: "Buena parte de la radiación se ha dispersado sobre el Pacífico, ya que los vientos dominantes iban hacia allí".

- Los evacuados. El Gobierno japonés ordenó evacuar a la población en un radio de 20 kilómetros y el viernes recomendó que se fueran los que vivan a menos de 30 kilómetros de la central. Los datos de contaminación justifican la decisión. A 40 kilómetros al noroeste, en el pueblo de Iitate, se ha medido una contaminación por Cesio-137 de 163.000 bequerelios por kilo (543 veces más de lo permitido en la UE). Ese es un punto muy caliente y la contaminación no sigue un patrón homogéneo (hay zonas con mucho menos cesio y Yodo-131).

El Cesio-137 tarda 30 años en desintegrarse a la mitad, lo que demuestra que o Japón emprende una gran tarea de descontaminación o crea una zona de exclusión alrededor de la central, como se hizo en Chernóbil, Ukrania 1986.

- La información. Tepco -y en general la industria atómica- acumula un largo historial de oscurantismo. En este caso, el retraso en la información ha irritado a países del OIEA. Francia y EE UU han admitido en público que tenían poca información. "Esta es una de las cosas que habrá que analizar y cambiar pero no es el momento", explica una fuente del CSN. El primer ministro, Naoto Kan, ha prometido transparencia en tres ocasiones. Pero lo cierto es que Tokio ha minimizado el accidente. Primero lo calificó como nivel 4 (en la escala INES, que va de 0 a 7) y tardó cinco días en darle un nivel 5. Harrisburg, en 1979, recibió un 5, y Chernóbil, un 7. Ahora, la NISA remolonea para calificar Fukushima como un nivel 6, lo que lo convertiría en el peor accidente tras Chernóbil.

- Las consecuencias. La industria nuclear comenzaba a salir del letargo en el que quedó sumida tras Harrisburg y Chernóbil. Aunque había muchas más palabras que proyectos en firme para construir nucleares, la opinión pública estaba virando a favor de la opción atómica. En Japón, Alemania, Italia, Tejas (EE UU) y Chile ya han suspendido planes para construir plantas o para alargar la vida de las existentes. La UE ha anunciado una revisión de seguridad del parque nuclear que, previsiblemente, llevará a nuevas inversiones en las plantas. Además, los requisitos de seguridad para las nuevas centrales encarecerán los proyectos. Fukushima puede ser -falta tiempo para saberlo- el tropezón definitivo.

    

Posibles errores de diseño y de prevención de riesgos ocurridos en esta instalación, gravemente afectada por un terremoto y posterior Tsunami
En un diseño de defensa en profundidad como el de Fukushima, las amenazas superaron una sucesión de bastiones y líneas de defensa que parecían insuperables en su conjunto:

  1. La seguridad de la central de Fukushima fue diseñada para aguantar un terremoto de una grado 8,2 y el terremoto fue de 8,9.
  2. Ante el terremoto, se produjo la parada de emergencia de los reactores y las turbinas dejaron de producir electricidad.
  3. El circuito de refigeración dejó de recibir suministro eléctrico.
  4. Se pusieron en marcha los generadores diésel externos.
  5. Entonces vino el tsunami y averió los generadores externos.
  6. La última línea de defensa eran las baterías, que funcionaron ocho horas antes de agotarse.
  7. Entonces se recurrió a los generadores móviles, cuyos conectores no coincidían con los de las bombas de refrigeración.
  8. Cuando se consiguió recuperar el circuito de refrigeración, había pasado un tiempo precioso.

Aprendiendo de Fukushima


Siempre es fácil apreciar errores de previsión cuando las cosas ya han ocurrido. Especialmente, tras un incidente de tal magnitud como el que ha afectado a la central nuclear de Fukushima. Una vez se haya superado la actual amenaza nuclear, y tras descontar la fuerza destructora del terremoto y el posterior tsunami, el objetivo inmediato será aprender de los eventuales errores de diseño y de prevención de riesgos que se hayan podido cometer para intentar evitarlos en el futuro.
Lo que más sorprende a un profano como yo es que, el país que acuñó la palabra tsunami, y que aprendió a vivir con la constante amenaza de terremotos y maremotos, diseñase una central tan desprotegida del mar.
Viendo la fotografía aérea de la central, con el atrevimiento que da la ignorancia, y con el evidente desprecio a los costes que debe presidir la prevención de un riesgo tan grave como el nuclear, me atrevo a plantear las siguientes cuestiones:

1. La propia foto aérea de la central
Me extraña que la zona no aparezca pixelada en Google Maps. Tratándose de una infraestructura crítica y a la vez, de un objetivo militar, se supone que los gobiernos deberían preocuparse de que los suministradores de estos servicios de la sociedad de la información oculten este tipo de instalaciones y las zonas adyacentes.

2. El número de reactores
Supongo que se producirán muchas economías de escala, pero me parece excesiva la concentración de reactores en tan poco espacio. Ello tiene que incrementar el riesgo de que una catástrofe natural afecte a más de un reactor, como así ha ocurrido, y dificultar las maniobras de acceso, extinción de incendios, refrigeración de emergencia, etc. Es posible que los equipos de emergencia que están actuando a la vez en los cuatro reactores afectados estén entorpeciéndose entre ellos. Aunque también es posible que sean más eficientes trabajando juntos.

3. La alineación de los reactores
Teniendo en cuenta que la principal amenaza proviene del mar, resulta raro ver una alineación de los reactores de forma paralela a la costa. Parece que estén esperando la ola con los brazos abiertos. Tal vez una alineación perpendicular a la costa ofrecería un frente más reducido que permitiría ser protegido de manera más eficiente. En otras palabras, si yo tuviese que enfrentarme a una gran ola, preferiría ir en un barco situado con la proa contra la ola antes que en uno situado en paralelo a la ola.

4.  La ausencia de defensas
La imagen de la central es de total desamparo frente a las inclemencias del mar. Los diques no parecen diferentes de los que podría tener cualquier puerto del Mediterráneo. Pero aquí la diferencia es que la central se encuentra en una de las zonas con mayor probabilidad de tsunami del mundo. Ante una ola de diez metros de altura poco se puede hacer, pero con una alineación perpendicular a la costa y un frente máximo de 200 metros, tal vez hubiese sido posible construir un dique más alto y en forma de cuña que desviase la fuerza del agua hacia los lados. Repito que es pura intuición basada en el diseño de los barcos, en la estructura del blindaje frontal de los carros de combate y en los muros en forma de estrella de las antiguas ciudadelas militares, destinados a resistir el impacto directo de la artillería.

5. La Gran Paradoja de una planta generadora de electricidad que se queda sin electricidad
A un profano como yo le resulta difícil de creer que una central destinada a generar electricidad pueda quedarse sin la energía que ella misma genera. Si los submarinos nucleares tienen una autonomía que se cuenta en meses, ¿cómo puede una central nuclear tener una autonomía que se cuente en horas si la principal amenaza es conocida, está prevista y se conoce su techo máximo?. Debido a la parada de emergencia, la central no producía electricidad, y los generadores resultaron dañados por el tsunami, pero la energía eléctrica necesaria para la bomba de refrigeración se puede acumular para seguir teniendo suministro eléctrico por un tiempo muy superior a las 8 horas.

6. Baterías insuficientes y enchufes no normalizados
Como he dicho, parece ser que las baterías que debían alimentar las bombas de refrigeración tenían una duración máxima de 8 horas y cuando se agotaron se recurrió a generadores móviles, que inicialmente no pudieron ser conectados porque los conectores eran diferentes a los de las bombas de refrigeración.

7. Ausencia de generadores eléctricos subterráneos
Antes de recurrir a las baterías, las bombas del circuito de refrigeración se habían quedado sin electricidad porque los generadores habían sido afectados por el tsunami. Eso significa que estaban en la superficie, ya que si hubiesen estado protegidos en un búnker subterráneo, tan blindado y hermético como merece el último recurso energético existente para mantener baja la temperatura del núcleo, no habrían sufrido un impacto directo de la ola.

8. Desprotección de las instalaciones críticas para la seguridad de la central
Con la debida prudencia, concluiría que lo ideal habría sido mantener todas las instalaciones implicadas en la seguridad del reactor en una sala subterránea y blindada, protegida frente a terremotos y maremotos, que formase una sola pieza con el búnker del reactor, y que dispusiese de los mismos elementos de seguridad. ¿De qué sirve que el reactor esté protegido por una cúpula capaz de resistir el impacto directo de un misil si el circuito de refrigeración, los generadores que permiten su funcionamiento y los restantes elementos de seguridad tienen un nivel de protección inferior?. Una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, y en este caso, el eslabón más débil parece que fue la protección de los generadores de electricidad.
La enseñanza de este accidente, aplicable a la prevención de cualquier tipo de riesgo, está ya definida en la llamada Ley de Murphy, y consiste en asumir que, ante una lista de posibles fatalidades, existe la opción de que todas ellas tengan lugar de forma coetánea o secuencial.
En un diseño de defensa en profundidad como el de Fukushima, las amenazas superaron una sucesión de bastiones y líneas de defensa que parecían insuperables en su conjunto:
  1. La seguridad de la central de Fukushima fue diseñada para aguantar un terremoto de una potencia 8,2 y el terremoto fue de 8,9.
  2. Ante el terremoto, se produjo la parada de emergencia de los reactores y las turbinas dejaron de producir electricidad.
  3. El circuito de refigeración dejó de recibir suministro eléctrico.
  4. Se pusieron en marcha los generadores diésel externos.
  5. Entonces vino el tsunami y averió los generadores externos.
  6. La última línea de defensa eran las baterías, que funcionaron ocho horas antes de agotarse.
  7. Entonces se recurrió a los generadores móviles, cuyos conectores no coincidían con los de las bombas de refrigeración.
  8. Cuando se consiguió recuperar el circuito de refrigeración, había pasado un tiempo precioso.
Todas las líneas defensivas fueron superadas por una cadena de fenómenos naturales previsibles, pero con una magnitud y una sucesión en el tiempo que resultaron letales. Si ante acciones de la naturaleza, y por lo tanto no provocadas intencionadamente por el hombre, el efecto es tan devastador, la pregunta inmediata es: ¿qué sucedería ante un ataque intencionado que tuviese en cuenta todas estas vulnerabilidades, algunas de ellas apreciables a través de Google Maps?
Teniendo en cuenta la progresiva implantación de los protocolos TCP/IP en los sistemas de control SCADA, ¿podría tener éxito un ataque a través de Internet orientado a producir una parada de emergencia del reactor, dejar el circuito de refrigeración sin energía, impedir la puesta en marcha de los generadores externos e interferir las comunicaciones de los equipos de emergencia?
A principios de los ochenta, tuve la suerte de visitar las obras de la central nuclear de Ascó II y pasé un buen rato bajo la cúpula que más tarde albergaría el núcleo del reactor. La emoción que sentí fue parecida a la del que está en un lugar que nunca ha pisado el hombre. Pero en aquel momento único, la emoción venía dada, en realidad, por la absoluta certeza de estar en un lugar que nunca más volvería a pisar el ser humano.


Errores clave de Fukushima

Blinky Creacion de Mr. "Scrooge" Burns

A tres años de la catástrofe de Fukushima los japoneses desconfían a tal punto de las informaciones oficiales que han empezado a medir la radiactividad en la isla por su cuenta. Los resultados son publicados en internet. El terremoto y el Tsunami que azotaron a Japón el 11 de marzo de 2011 dejaron una huella profunda en la vida de sus pobladores, pero los daños sufridos por los reactores nucleares de Fukushima y la consecuente fuga de material radiactivo arrojan una sombra sobre el futuro de la isla”. Así comienza una nota de la Deutsche Welle de Alemania publicada este martes que resume el temor de los japoneses por la crisis nuclear. Según el informe, el miedo de los ciudadanos a la contaminación atómica es tan grande como la desconfianza que le inspiran en este momento las autoridades.
Este domingo se cumple un año de este terremoto con posterior tsunami. El martes, Joel Rosenberg y Ricardo Leiva entrevistaron en No toquen nada, de Océano FM, a Ramón Méndez, Doctor en Física, profesor grado 5 de la Facultad de Ingeniería, y uno de los principales expertos uruguayos en el tema de energía nuclear para repasar lo que sucedió en ese momento, cómo fue el proceso específicamente en esa planta nuclear después, y en qué punto están ahora, con este temor de los japoneses.
Méndez trabaja en comisiones de la Agencia Internacional de Energía Atómica hace tres años, de ser el director nacional de Energía. Durante la entrevista, el jerarca aclaró que sus opiniones en este caso eran como técnico y no como funcionario.
El 11 de marzo de 2011 el impacto de un tsunami en la central administrada por la compañía Tokio Electric Power superó las barreras de seguridad que tenía la planta y dañó severamente tres de los seis reactores. Rápidamente el incidente llegó a Nivel 7, el máximo dentro de la escala de accidentes nucleares, y quedó instalado en la historia junto, por ejemplo, al caso de la central soviética de Chernobyl en territorio ucraniano en abril de 1986.
Joel Rosenberg: Ramón, ¿qué pasó exactamente ese día?
Ramón Méndez: Se trató de un terremoto, no hubo ningún antecedente en la historia reciente, en la historia documentada de Japón, de 9.0 en escala Richter. Luego se dio un tsunami, una ola de una altura de cuatro pisos, catorce o quince metros. Y lo que sucedió fue que de forma inmediata el terremoto dañó la central. Al dañarse la central se resolvió pararla pero una central no se apaga como se apaga una llavecita de luz sino que hay que enfriar el reactor. El reactor sigue funcionando, sigue generando calor, ese calor es el que genera electricidad, y hay que enfriarlo. El proceso de enfriamiento precisa que circule mucha agua, y para circular agua se precisan bombas eléctricas que hagan circular esa agua. Cuando se resuelve parar el reactor debido a las consecuencias del terremoto se prenden equipos secundarios que son bombas eléctricas para hacer circular el agua. Cuando un rato después llega la ola del tsunami, la ola del tsunami barre completamente todos esos equipos, entonces deja de circular agua. Al dejar de circular agua, la temperatura empieza a aumentar, aumentar, aumentar, hasta que se corrió el riesgo de que se fundiera el reactor, es decir que la carcasa que contiene al reactor en sí se funde por la alta temperatura y se liberan en la atmósfera todos los componentes del núcleo. Esa es una catástrofe que ocurrió solamente una vez en la historia, en el caso de Chernobyl.
No se llegó a ese punto.
Sí, se llegó parcialmente. Al comienzo no se sabía, luego sí se supo que efectivamente en más de uno de los reactores la temperatura no se logró controlar a tiempo, ahora veremos por qué no se logró controlar a tiempo, creo que es interesante. Y al no lograrse controlar a tiempo, se fundió de forma parcial el núcleo y por eso es que parte efectivamente de la radiactividad que está contenida siempre dentro del reactor, se liberó a la atmósfera.

Ricardo Leiva: Según un informe realizado por la fundación Iniciativa para Reconstruir Japón, que es un informe interesante porque consultó a las 300 personas más directamente involucradas con la crisis, la principal responsabilidad fue de la empresa porque no tenía previsto un escenario de tsunami como el que se dio. ¿Qué evaluación se hizo desde la IAEA, de las responsabilidades del gobierno y de la empresa en este caso?
Sí, IAEA no hace evaluaciones que terminen en un fallo condenatorio, por decirlo de alguna forma. Sí se hacen evaluaciones técnicas y se trata de incidir para que los países hagan las cosas lo más adecuadamente posible. La IAEA muy rápidamente se involucró en el tema. Recordemos aparte que el director general de la Agencia es un japonés precisamente. Mandó una persona de gran confianza inmediatamente a Japón para tratar de hacer un seguimiento lo más cercano posible. Lo que se observó, se hizo público y el propio gobierno japonés reconoció, es que hubo fallas importantes de la empresa que manejó y que sigue manejando la central. En primer lugar porque había errores de diseño de la central. Uno puede decir: bueno, la central se comenzó a construir a comienzos del año 70. A partir de allí hubo evoluciones en las recomendaciones y en los márgenes de seguridad. Pero contrariamente a algunos informes que indicaban que por ejemplo existía el riesgo de tsunami, la empresa consideró en su momento que esas amenazas eran poco creíbles o poco probables, y por lo tanto no hicieron algunos cambios. De hecho la planta estaba hecha para protegerse ante olas de hasta cinco metros, y olas de más de cinco metros sí han existido en la historia reciente de Japón, porque los tsunamis son algo frecuente. No de catorce o quince como fue esta, pero sí de más cinco o seis.
Hubo olas más altas que los muros de contención.
Claro. Había muros de contención. Es usual que las plantas nucleares estén al borde del mar porque precisan mucha agua para la refrigeración, pero lo que no es usual es que no tengan la protección adecuada en un país altamente sísmico y altamente “tsunámico”, digamos, como el Japón. Hay un primer tema importante, que había una deficiencia, no un error de diseño sino una deficiencia de diseño que no se corrigió con los años. Un segundo tema tiene que ver ya con temas más económicos. Es una empresa privada, TEPCO, la propietaria de esta central. Y lo que se tardó demasiado tiempo en hacer fue, ante la imposibilidad de colocar agua dulce, el agua que tomamos, en los reactores para tratar de enfriarlos, la solución obvia para hacerlo inmediatamente es tomar agua de mar y meterla a prepo dentro de los reactores, eso inutilizaba para siempre los reactores, porque el agua de mar es salada y la sal destruye todo lo que hay ahí adentro, a la larga. Y por lo tanto meter agua de mar dentro de los reactores era matar a los reactores. Estamos hablando de algo que si hoy se volviera a hacer esa central con cuatro módulos como tiene Fukushima, estamos hablando de entre 20 y 25 mil millones de dólares, del costo de rehacer esa planta. Se tardó demasiado tiempo. Se tardó más de 24 horas y cuando pasaron esas 24 horas iniciales para tomar la decisión de dar por muerta la planta ya había daños irreversibles.

Joel Rosenberg: O sea que ahí hubo un tema económico, de decir “vamos a tirar 20 mil millones de dólares por la borda, ¿qué hacemos?”
Y en esas 24 horas, 30 horas, que se tardó en tomar la decisión, ya se calentó demasiado el reactor, no se lo conseguía enfriar por los medios tradicionales y se empezó a fundir. Empezaron a producirse una serie de reacciones en cadena posteriormente que terminaron con una explosión. No una explosión nuclear, sino simplemente se liberó hidrógeno, y fue el hidrógeno el que terminó explotando.
Volaron los techos, volaron los edificios de contención. Pero no se produjo una explosión nuclear, fue una explosión química, una explosión de hidrógeno.
El otro tema también, que es más institucional de alguna forma, se evalúa que no funcionaron de la manera más adecuada los vínculos entre las autoridades nucleares estatales, gobierno y la empresa privada.
Vale recordar que cayó el primer ministro en Japón, no solamente por la crisis nuclear sino por toda la situación vivida.
Claro, por todo el manejo. El primer ministro muy rápidamente tuvo la información de que la catástrofe podía llegar a ser muy importante en función de lo que pasara, presionó mucho a la empresa, pero también falló de alguna forma el organismo, lo que se llama la autoridad reguladora nuclear de Japón, que todos los países lo tienen, nuestro país también.

Ricardo Leiva: Como que el primer ministro lo sacó del medio y empezó a comandar él directamente.

Exactamente, porque hubo una información de la unidad reguladora, que es estatal, que no advirtió tan fuertemente lo que podía llegar a pasar. Incluso en primera instancia esta autoridad reguladora nuclear estatal desestimó la posibilidad de que se produjera esta explosión de hidrógeno, y finalmente ocurrió. Entonces eso fue un hecho importante para el gobierno para decir. “opa, acá no nos están asesorando adecuadamente”.

Ricardo Leiva: Además de la tensión económica también que podía funcionar para la empresa como una cuestión para frenar algunas decisiones, estaba la tensión por el tema de evacuar a la gente y proteger la seguridad de las personas. ¿Cómo funcionó eso?
En primera instancia uno de los aprendizajes de Chernobyl, que fue el otro gran accidente, es que se evacuó mal, tarde, se evacuó gente que no había que evacuar. Se terminaron evacuando como dos millones de personas. Fue una catástrofe del punto de vista humanitario más que del punto de vista nuclear. Murió relativamente poca gente, por decirlo de alguna forma medio brutal, pero cientos de miles o millones de personas sufrieron otro tipo de…
Consecuencias por no evacuarse a tiempo.
Claro, por no evacuarse a tiempo, o por desplazarlos sin necesidad. Las consecuencias de que te echen de tu casa de golpe, dejes todo y te instalen en un lugar, en un campo totalmente sin ningún tipo de condiciones adecuadas para vivir. Hubo una evacuación muy rápida de las zonas más cercanas. Todavía hoy existen varios cientos de kilómetros cuadrados que están prohibidos para presencia de seres humanos. Pero se temió y se pensó en la posibilidad, ahora lo sabemos, de evacuaciones mucho mayores, incluso de evacuar la propia ciudad de Tokio. Porque en caso de que realmente no se pudiera controlar el reactor, como durante muchos días estuvo sobre el filo de la navaja…
No hubiera sido una tarea muy sencilla.
Ahora después de cierto tiempo empezaron a aparecer los informes con los datos de lo que efectivamente sucedió, los temores que se tuvieron, y la evacuación de Tokio estuvo prevista dentro de los planes posibles.
Joel Rosenberg: Te traigo al presente, a hoy, casi un año después. “Un equipo de la BBC que pudo ingresar hace pocos días a la zona de la planta por primera vez informó que ahora hay trabajando en el lugar unos 3.000 operarios”. ¿Qué hay ahí? ¿Qué pasa con aquella coraza que se le iba a hacer a la planta para que no siguiera irradiando? ¿Qué es lo que pasó?
Ahora hay dos cosas para hacer, que están haciendo. La primera es tratar de terminar de parar esa planta, garantizar que está todo bajo control.
Todavía no terminaron.
Técnicamente está lo que se llama la “parada en frío”. La planta se detuvo, no produce electricidad, como sucede desde hace un año, pero además está bajo control en el sentido de que no hay riesgo más grande que vuelva a subir la temperatura y vuelva a producirse un problema. Ahora, está lleno de lugares contaminados, está lleno de lugares donde puede haber pérdidas de sustancias radiactivas. Permanentemente hay pequeñas fugas que se arreglan rápidamente. Hay muchos termómetros que están dentro de la central que funcionan mal, porque se empezaron a romper, entonces de pronto aparece como que empezara a subir la temperatura y en realidad se descubre que era el termómetro que estaba roto y no que estaba subiendo la temperatura. Es una máquina compleja que está bajo condiciones todavía extremadamente precarias.
¿Y los 3.000 tipos que están ahí no están en riesgo permanente?
Hoy los que están ahí no están en riesgo permanente, pero sí están en riesgo menor. Los primeros operarios que se mantuvieron ahí, y el jefe de la planta que tuvo un rol muy importante al decir “yo me quedo acá”, y la gente resolvió quedarse aún a riesgo de su vida, y muchos de ellos probablemente van a morir en los próximos años por cánceres que se le van a generar a partir de la radiación que recibieron.
Sí, de esos se conocieron algunas historias. Recuerdo cuando los periodistas ingresaron a hablar con ellos, uno de la Cadena Ser. Hubo una decisión que se puede calificar de muy japonesa: “acá nos quedamos y acá nos hundimos con la planta”.
Sí, sí, totalmente. ¿Qué mejor información puede tener sobre los daños nucleares que los trabajadores de una planta nuclear? Pero, sin embargo, conscientemente muchos tomaron la decisión de quedarse y de resistirse a ser evacuados. Como máximo se alejaron durante unas horas cuando había grandes picos de radiación. Pero se mantuvieron al firme.
Desde la audiencia Alex dice que “hay acusaciones de TEPCO está falsificando los datos, de hecho los equipos de medición de radiación tienen un nivel de fallo de 2.5 veces más que los demás y se sospecha que son apropósito”.
No, yo creo que hoy no hay ningún margen de que se produzca algo así, primero porque no es TEPCO la que hace las medidas excepto estrictamente en el lugar. Hay medidas independientes, hay medidas del gobierno, hay medidas auditadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Creo que hoy no hay mucho margen para que se presenten datos erróneos.

Dice este mensaje: “Lo que se entiende es que el riesgo del uso de energía nuclear, lo más peligroso es la gestión y el diseño, las personas a cargo y los políticos”.
Sí, claro, todo está involucrado. Está involucrado el diseño técnico… Siempre se puede hacer cosas más seguras gastando mucha más plata, con cierto límite, naturalmente. Hoy en día se sabe hacer centrales nucleares mucho más seguras que las que se construyeron en la década del 70. Pero de última siempre tiene que ver con lo económico y con la psicología de la gente. Por un lado, toda decisión de seguridad, cuanta mayor seguridad más cara es. Acá vimos por ejemplo el caso de lo que sucedió hace un año en Fukushima, de que por preservar la planta…
Hubo 24 horas que pudieron ser fundamentales.
Fueron fundamentales. Pero también tiene que ver con la psicología de los operarios, o sea, se aprendió en la historia nuclear que más allá de la seguridad tecnológica de la planta en sí está lo que se llama la cultura de la seguridad y por eso después de Chernobyl cambiaron fuertemente todos los protocolos de capacitación de la gente. Desde el operario de la planta hasta la persona que limpia los baños todos reciben una capacitación muy importante porque tienen que tomar noción del riesgo del aparato que están manejando, por decirlo de alguna forma. Pero cuando la gente se coloca en una situación límite, por más entrenamiento que tenga y por más evaluaciones psicológicas que se hayan hecho previamente, cómo se responde es algo impredecible.
¿Cuál es la zona de exclusión hoy en día que la Agencia Internacional de Energía Atómica manifiesta que es segura? ¿Cuál es la zona que era la segura y cambió? ¿Cómo está esa situación?
Depende de para qué es la seguridad, si es para vivir, para cultivar, para pasar, en fin, pero va entre los 30 y 100 kilómetros de distancia.
30 es la más cerrada, ahí adentro nada.
Sí. Todavía hoy existen alrededor de 340.000 japoneses desplazados. Vamos a ser justos, no todos a consecuencia de la radiación nuclear.
Ricardo Leiva: Sí, también hubo terremotos.
Les destrozaron las ciudades donde vivían, simplemente. Pero es una zona importante. Japón es un país chico para la cantidad de gente que tiene. Tiene una cantidad de zonas montañosas y no habitables, entonces la zona habitable de Japón es pequeña, y esta distancia es enorme. Este radio de exclusión es muy importante.
Joel Rosenberg: Para cultivar, decía la nota esta de la agencia IPS, 60 kilómetros.
Sí, depende también del tipo de cultivo, porque hay algunos cultivos que fijan más algunas sustancias radiactivas que están en el aire o en el suelo. Lo que se está haciendo ahora, además de terminar de controlar las centrales, es lo que se llama la remediación, es decir, tratar –lo que sale miles de millones de dólares- te descontaminar toda esa zona. Lo que quiere decir, desde limpiar casas, quitar capas de suelo, todo donde se detecta que hay un nivel de radiación por encima de lo normal, por encima de lo que pueda ser peligroso, lo permitido, hay que quitarlo y hay que ver dónde se lleva eso y de qué manera se trata, para tratar de recuperar esa zona que hoy en día sigue estando inutilizable para varios usos humanos o de la naturaleza.

Ricardo Leiva: De todas formas es un tipo de material radiactivo que tiene algunas ventajas respecto a lo que pasó en Chernobyl. Por lo menos tiene menos tiempo en que puede durar activo.
Los diferentes tipos de sustancias que se liberan o que están presentes dentro de un reactor nuclear y que pueden llegar a liberarse en un accidente como este, tienen lo que se llama diferente vida media, es decir, hay algunas sustancias radiactivas que se desintegran, se transforman en otro tipo de sustancia que es menos peligrosa o que deja de ser peligrosa, y el tiempo en el cual dura esa transformación, el tiempo que se mantienen activas, por decirlo de alguna forma, varía con los diferentes tipos de sustancias. Algunas son de minutos, de horas, otras son de años. En particular hay un par que son las más peligrosas y que tienen vida útil de varias decenas de años. Entonces realmente si uno quiere volver a ocupar en un tiempo escala humana esas zonas hay que quitarlas directamente.

Joel Rosenberg: ¿Quitarlas es una tarea millonaria?
Miles de millones de dólares. El costo de todo esto supera ampliamente los 100 mil millones de dólares.
Esa tarea de limpieza.
Todo. Lo que está valuado es la reconstrucción de Japón, de los cuales gran parte es reconstrucción de infraestructura, la remediación nuclear va a superar muchas decenas de miles de millones de dólares.

¿Y las partículas se siguen trasladando? Porque hubo mediciones en Tokio, por ejemplo. Aquí tengo una nota de Deutsche Welle que dice que hay unos veinte focos de radiactividad alta en Tokio, a 260 kilómetros de la planta.
Sí, a ver, la radiactividad está presente en la naturaleza. Está lleno de sustancias en el aire donde vivimos permanentemente que son sustancias radiactivas. O sea, nosotros y todos los seres vivos convivimos con la radiactividad. El asunto es cuál es el nivel de radiactividad; por encima de determinados niveles comienza a ser peligrosa. Si vos me preguntás si a Uruguay llegó la nube radiactiva, probablemente te digo que sí, probablemente en cantidades que incluso son hasta imposibles de medir, y varias miles de veces menores que el límite tolerable para un ser humano. Seguramente llegó también a Uruguay. Que se midan restos de esa radiación que están en el aire no es algo que llame la atención, el asunto es determinar hasta qué zona llegó una cantidad suficiente que pueda comenzar a poner en riesgo la salud de los seres vivos.
En Tokio, vos decías, hubo problemas graves.
Llegó, y no solo que llegó, por momentos se prohibió el uso de agua, ingerir determinados alimentos, porque definitivamente había llegado hasta límites que si se hubieran mantenido en el tiempo hubieran sido riesgosos.
¿No se mantienen por qué? ¿Porque no se trasladan más estas partículas? Es una pregunta que quizás en física es muy básica.
No, nada básico. Entre otras cosas porque muchas de las que llegaron tienen, como decíamos hoy, vida media corta, por lo tanto su nivel de peligrosidad desapareció muy rápidamente. Por otras razones, porque sí, algunas estaban en la atmósfera y los vientos se las llevaron y las dispersaron. Y pierden la peligrosidad.
Ricardo Leiva: En cuanto al impacto internacional a nivel de los gobiernos, a nivel de los desarrolladores privados de esta tecnología, hablabas de un mundo post Chernobyl. ¿Estamos hablando de un mundo post Fukushima?
Chernobyl fue un golpe fenomenal para la industria nuclear en el mundo, sin ninguna duda, y para las decisiones de los países también. Lo que se decía por todos lados era que otro Chernobyl era imposible de bancar por la industria nuclear. Acá ocurrió otro Chernobyl. De hecho hubo solo dos accidentes en la historia que superaran el nivel 5 en la escala de riesgos nucleares. Es una escala que tiene siete niveles, 7 es el nivel alto, no hubo ninguna de nivel 6, y hubo dos de nivel 7 que son Chernobyl y Fukushima. Para tener una idea del nivel de gravedad de este accidente. O sea, con un accidente de menor cuantía que este se suponía que iba a ser el fin de la historia nuclear en el mundo. No sucedió eso, vamos a ser claros, no sucedió eso. Hubo un impacto muy grande en algunos países, Alemania que siempre fue un país que estuvo que sí, que no, que no, que sí, terminó de decidir que no y ahora se están cerrando las centrales, y adelantó un apagón. El propio gobierno de Merkel había extendido la vida útil de las centrales justo un año antes de Fukushima. Retrocedió respecto a lo que ya había, se plantó con más fuerza contra el plan nuclear.
Invertir en energías alternativas, sustituirlas y sacarlas.
Sí, todavía no tienen claro cómo lo van a hacer, pero sí, sacarlas. Suiza también. En Italia hay que ver si fue algo anti nuclear o si fue algo anti Berlusconi, porque recordemos que fueron cuatro plebiscitos juntos y los cuatro fueron abrumadoramente en contra de la propuesta del gobierno.

Energía nuclear y en manos de Berlusconi seguro que no para los italianos.

Eso está claro. Pero contrariamente a lo que uno podría pensar, no se murió la energía nuclear en el mundo, e incluso en algunos países siguió vivo hasta renacer, que se había empezado a ver hace unos diez años aproximadamente.
En Estados Unidos no se construían nuevas plantas…
Ahora se autorizaron dos plantas, se acaba de autorizar la construcción de dos plantas. El secretario de energía anunció que el Estados Unidos va a seguir siendo un país nuclear y que va a reforzar su capacidad nuclear. Francia hizo anuncios similares, ni que hablar los países asiáticos como Corea, India, China, fundamentalmente, incluso Japón. Hoy en Japón, que es otro tema que no se habla mucho, pero hoy en Japón de las 52 centrales nucleares que hay, 45 están paradas. Siguen paradas porque siguen en profunda revisión. A pesar de eso Japón va a seguir adelante, lo que han anunciado es que van a seguir adelante con su plan nuclear, incluso colocando mayor cantidad de centrales nucleares. Las consecuencias no fueron tan grandes como se podía haber pensado en algún momento.
Joel Rosenberg: Sí, incluso una nota de la agencia IPS de hace dos semanas nada más dice que Japón está exportando instalaciones nucleares a Vietnam y Jordania.
Sí, hay nueve países emergentes que siguen también su camino nuclear. Hay 50 que lo frenaron.
50 lo frenaron, ocho lo siguen. Vietnam y Jordania son dos de ellos.
Vietnam, Jodania, Emiratos Árabes Unidos. No solo emergentes, también están Polonia y Turquía. Egipto no sé si lo nombré, Nigeria también está analizando la opción. Son nueve países en el mundo que siguen analizando fuertemente la opción. Qué es lo que va a pasar no lo sabemos. Qué va a pasar con la opinión pública, qué va a pasar con la gente, si la gente va a castigar a los gobiernos que tomen este tipo de decisiones. Muchos de los países emergentes que están en esta situación son, no me animo a decir dictaduras, pero son regímenes donde no existe un nivel de democracia tradicional o donde no se tiene en cuenta la opinión pública de la manera que nosotros estamos acostumbrados a tenerla en cuenta, por decirlo de alguna manera. Ustedes escucharon los países que nombré, no voy a referirme a ningún caso específico, porque más allá de que me presenten como profesor de la Facultad sigo siendo el director de Energía y lo que diga lo dice el director de Energía.
Pero además son por ahora ideas. O sea, después va a venir el tema más complicado, que creo que es la consecuencia más importante de Fukushima si me apuran. Lo he dicho, lo he defendido mucho, me están dando la razón, que en realidad lo más complicado va a ser conseguir financiación para planas nucleares. Primero porque es un negocio de riesgo porque pueden tener que reventarse 20 mil millones de dólares por algo imprevisto, entonces para la inversión es un negocio de riesgo, por lo tanto las tasas de retorno que van a pedir son tasas de retorno importantes. Y como la energía nuclear está basada fuertemente en la inversión inicial, es decir, los costos de operación son bajos, el combustible, el uranio, es relativamente barato, lo único que uno tiene que hacer es repagar la inversión inicial y para reparar una inversión es central cuál es la tasa a la cual se consigue el dinero. La tasa que pide el inversor.
Ahí está el punto post Fukushima. La financiación y cómo.
La financiación y cómo. Y no nos olvidemos que no hay ninguna agencia multilateral de inversión que financie plantas nucleares. No la financia el Banco Mundial, ni el BID, ni el Banco de Fomento Africano, ni asiático, o sea, no se financian plantas nucleares. Entonces conseguir plata, catorce o quince por ciento, para conseguir cuatro o cinco mil millones de dólares para tener una planta nuclear, es algo que están preguntándose los países, incluso los centrales, ¿cómo se va a conseguir? Y por ahora no está claro cómo se va a conseguir. Insisto, la energía nuclear no se murió, sigue habiendo interés en algunos lugares, pero la pregunta de si se va a concretar o no todavía está totalmente abierta. 

U.S.A. ya detectó fallos en el diseño de la planta nuclear de Fukushi

El órgano regulador evaluó las carencias del sistema para aliviar la presión del vapor ( debidas a fallo eléctrico ).


Las autoridades de la seguridad nuclear de Estados Unidos ya se plantearon a principios de los años setenta no autorizar la licencia a las plantas de General Electric con el mismo diseño que las de Fukushima.
Uno de los puntos débiles del diseño detectados era la dificultad de estas plantas para poder evacuar una presión excesiva del vapor en el edificio de contención si no había suficiente refrigeración en el núcleo. La necesidad de liberar esta presión de vapor, que contiene elementos radiactivos, ha sido una de las causas de las explosiones en tres reactores de Fukushima y de la liberación de contaminación radiactiva.
Algunos miembros del organismo regulador de la seguridad de EE.UU. ya consideraron que no era fiable la disposición del diseño de estas plantas, en el que el edificio de contención se circunscribe al núcleo del reactor.
Uno de los consejeros de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos –el organismo que luego se convirtió en la Comisión de Regulación Nuclear, NRC– recomendó al resto de los consejeros, por carta –el 20 de septiembre de 1972–, que se “desaconsejara en el futuro el uso de los sistema de alivio de la presión”, que liberan la presión excesiva del vapor en el interior del edificio. Asimismo, pidió que tales diseños no fueran aceptados en los permisos de construcción a partir de la fecha que decidiera este organismo. Toda esta documentación fue manejada por los grupos ecologistas españoles (sobre todo la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza), que se opusieron a la construcción de Garoña, que tiene el mismo diseño.
La carta del consejero S.H. Hanauer fue contestada por su colega Joseph Hendrie, que se opuso a la idea de proscribir este sistema. “Una marcha atrás en esta política, especialmente ahora, podría ser el fin de la energía nuclear”, dice antes de admitir que la decisión haría ilegales las plantas de General Electric.
Y todas estas advertencias tiene algo de premonitorio. Los fallos de los sistemas de alivio de la presión han sido una de las claves de la angustiosa situación que viven los tres reactores de Fukushima. Estos sistemas están diseñados para poder extraer la presión excesiva del vapor generado en el edificio de contención y regular así la temperatura del núcleo (conjuntamente con el circuito de refrigeración). Pero sus carencias han sido tales que la empresa explotadora (primero con control y luego sin él) ha debido recurrir a la evacuación masiva de este vapor radiactivo para no causar males mayores.
Tras el seísmo, la seguridad automática funcionó en la planta de Fukushima. Cayeron las barras de control, que neutralizan la reacción en cadena de la fisión nuclear. Y la planta dejó de funcionar. Sin embargo, en esta situación se precisaba una refrigeración extra, dado que los productos de fisión producen, en paralelo a su desintegración, un calor suplementario. De ahí los intentos desesperados de refrigerar el núcleo con aportes de agua de mar y boro al fallar el sistema de emergencia. De hecho, si no se da ese enfriamiento, el agua en ebullición a presión se va evaporando, y eso comporta una peligrosa presión excesiva del vapor en el edificio, que hay que liberar. Además, como las vainas de los elementos combustibles quedan al descubierto, al entrar en contacto con las altas temperaturas y el oxígeno se produce hidrógeno, de gran poder explosivo. De ahí la necesidad adicional de liberar la presión.
La carta ya alertaba también que “la generación de hidrógeno tiende a ser un problema más serio” en los sistemas con este tipo de edificación. No obstante, la contención denominada Mark I fue posteriormente modificada y mejorada.
Jaume Morrón, dirigente ecologista catalán, ya denunció esta situación, gracias a las informaciones que les suministraron sus colegas de Estados Unidos. Y Josep Puig, profesor de energía de la UAB, recuerda el gran debate suscitado en 1987, sobre todo a raíz de la necesidad de reevaluar la seguridad de las plantas con un simple edificio de contención, desacreditadas tras el accidente de Chernóbil.
Josep Puig declaró: “Los reactores con el modelo de contención Mark I, como los GE-BWR, ( GENERAL ELECTRIC ) han sido objeto de numerosas críticas por parte de científicos independientes debido a su debilidad inherente. Hoy tenemos la prueba de que no son seguros. Es una lástima que prevalecieran los intereses económicos de la industria nuclear por encima de la seguridad de la población”.

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