Esperanza Aguirre, o la ira de la Condesa
Parece que la insistencia de Esperanza Aguirre en presentarse como una víctima del incidente de tráfico en Gran Vía ha tenido efecto. Sorprendentemente el juez ha archivado la causa, y la señora Condesa se va de rositas: sin “bronquita” y sin sanción. ¿Somos todos iguales ante la ley?.
Veamos lo que ocurrió
Se desató la tormenta el 3 de abril de 2014 mientras la
todopoderosa Esperanza Aguirre sacaba dinero en un cajero automático de
Gran Vía, y con su coche “aparcado” en un carril bus de la conocida arteria madrileña.
En ese instante (¡oh, sorpresa!) se acercan unos agentes de movilidad
al vehículo para ponerle la correspondiente multa (como harían con todo
hijo de vecino), ignorantes de que estaban provocando la ira de la
Condesa (y Grande de España, no se nos olvide).
El agente, en un alarde de temeridad, procede a tramitar la
sanción pertinente por estar el vehículo en un carril bus y entorpecer
la circulación. Para ello requiere a Esperanza Aguirre para que
le muestre la documentación, iniciar los trámites sancionadores e
identificar a la ocupante del vehículo (¡qué desfachatez!). A lo que
nuestra ínclita Condesa (y ex presidenta del Senado o de la Comunidad de
Madrid, ex Ministra, ex Concejala, etc) responde airadamente con la
famosa frase: “que pasa, ¿bronquita y denuncia?. Vais a por mi porque soy famosa. Tienes la placa. Denuncia al vehículo“.
Momento en el que Esperanza Aguirre, pese a las indicaciones
del agente conminándola a seguir esperando por la notificación de la
denuncia, arranca el coche y se va, llevándose por delante la moto del compañero (otro aguerrido agente de movilidad que osaba “dar cobertura” al primero ante tamaño peligro), que tuvo que echarse a un lado para no ser arrollado en la caída de la misma.
Comienza entonces una persecución por las calles de la
capital, por parte de los dos agentes de movilidad implicados más otros
dos motoristas de la Policía Municipal (más refuerzos para
tratar de detener a la brava Condesa). Todo ello con los indicativos
acústicos y luminosos encendidos, y durante unos centenares de metros
(hasta que nuestra heroína llegó a su domicilio).
¿Conseguirán por fin terminar la gestión iniciada en Gran Vía?, ¿se
hará un parte de accidentes para reparar los daños a la moto
siniestrada?. Y lo más importante, ¿será posible calmar las iras de Esperanza Aguirre?.
Me temo querido lector, que la Señora Condesa tiene demasiada alcurnia y
linaje como para rebajarse a seguir hablando con cuatro simples
miembros del orden. Por eso encomienda la tarea a un agente de la
Guardia Civil (supongo que miembro de su escolta) que se encuentra en su
domicilio. ¡Cosas de la señora!.
Y ahora yo me pregunto
Ante estos hechos, extraídos del auto judicial emitido por los
juzgados de Plaza de Castilla, y viendo cómo se ha procedido a archivar
esta causa, me surgen varias cuestiones para las que no tengo respuesta
(o no me parece oportuno publicarla aquí, por aquello del decoro, buenas
maneras y respeto a las personas). Veamos:
Primera: la presunción de veracidad de los agentes de movilidad
Si los agentes de movilidad tienen presunción de veracidad en los
asuntos de tráfico (este lo es), ¿qué pasa con ella cuando el juez
expone que “no está acreditado que Esperanza Aguirre se percatase de
la orden de detención que se le daba, ya que los agentes no llevaban
las señales sonoras sino solo las luminosas“?.
Resulta que según indican los agentes de movilidad (y los policías
municipales), llevaban los rotativos luminosos y las señales sonoras en
la persecución de Esperanza Aguirre. Algo que corroboran parece ser
varios testigos presenciales.
Segunda: Esperanza Aguirre dice no enterarse de que le mandan parar
Al arrancar el coche para irse, Esperanza Aguirre argumenta que no se
da cuenta de que la mandan parar. Pero resulta que sí lo hacen (así lo
dicen los agentes, aunque parece que no hay presunción de veracidad en
este caso). Y así lo corroboran testigos, que afirman que uno de los
agentes pone una mano encima del capó del coche antes de que arranque.
Por otra parte señora Condesa, ¿a quién se le ocurre irse sin haber
terminado el trámite?. Cualquier ciudadano normal no nos vamos hasta que
el agente lo indique. Primero, porque seguramente nos aumentarán la
sanción, y segundo porque irse sin su indicación puede constituir un
peligro para los demás.
Tercera: Esperanza Aguirre no se entera de que ha derribado una moto
Vamos a ver, ¿uno no se entera de que ha tirado al suelo una moto?.
Se está tratando de “zafar” de la policía, ¿y no se da cuenta de que ha
derribado la moto?. Es, cuando menos poco creíble el cuento. Y de muy
mal gusto por su parte. Porque, al menos uno ha de pararse a rellenar el
parte amistoso de accidentes. No huir del lugar sin más.
Cuarta: Esperanza Aguirre no se entera de que la están persiguiendo
Acabas de huir de la policía y derribar una de sus motos (venga,
seamos buenos y supongamos que no se enteró de esto), ¿y crees que no
van a ir a por ti?. Vamos hombre, hace falta ser ingenuos para tragarse
semejante “bola“. Por otra parte, se produce una persecución en
toda regla por parte de cuatro motoristas con las señales de
advertencia encendidas (uno de los policías municipales afirma en el
auto que se pone a su altura para mandarle que se detenga).
Pero claro, eso es lo que dicen los agentes, cuya presunción de
veracidad se pasa el juez por el Arco del Triunfo, al afirmar que “la
solución no puede ser otra que el sobreseimiento, pues la denuncia ha
sido rebatida por la denunciada, existiendo incluso más apoyos a su
versión que a la de los agentes de movilidad denunciantes, y dudas
serias hacia la credibilidad de estos“.
En conclusión
Parece ser entonces que, ante una infracción de tráfico sale
más barato huir del lugar y dejar al agente con la palabra en la boca.
Si nos persiguen no pasa nada, pues podemos conducir tranquilamente
hasta nuestra casa y encargarle a otro (la esposa, el marido, la suegra,
o incluso al perro), que termine con los trámites.
Y cuando nos lleven ante el juez tampoco pasa nada, pues
siempre podremos argüir que no nos hemos enterado que estábamos siendo
perseguidos por agentes de la autoridad. En este caso, en vez de hacernos un “sinpa“, diremos que hemos hecho un “espe“.
Si todos somos iguales ante la ley, he aquí la forma correcta de actuar. ¡Gracias una vez más Esperanza Aguirre!
" Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros."
-- ANIMAL FARM (Rebelión en la Granja), de George Orwell
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