La guerra fría del petróleo barato: el tándem Arabia Saudí-EEUU torpedea el viraje de Rusia hacia China
Contrariamente a lo que
parece, Arabia Saudí no hunde los precios para que el petróleo de EE.UU.
no sea rentable. Los dos países siguen siendo grandes aliados y quieren
torpedear el viraje de Rusia hacia China tras romper con Occidente y
presionar a Irán para que firme ya el acuerdo sobre su programa nuclear.
Es la nueva guerra fría del crudo barato.
Hay dos importantes países en el mundo que se han convertido en un permanente foco de problemas para el orden geopolítico internacional que persigue Estados Unidos y aplaude la Unión Europea. Los dos son grandes productores de petróleo, uno desde dentro de la OPEP, Irán, y el otro desde fuera, Rusia.
Los Nuevos Enemigos de Occidente: Irán, y Rusia.
Los dos han sido declarados enemigos de Occidente,
el uno por no frenar su programa nuclear destinado a supuestos fines
terroristas y el otro por su guerra abierta con Ucrania. Ambos
soportan duras sanciones económicas y diplomáticas por ello y el
petróleo, pilar principal de sus PIB, ha dejado de ser su tabla de
salvación por los bajos precios alcanzados este mes de noviembre.
Las sanciones internacionales y el crudo barato comienzan a asfixiar sus economías.
Su posición de debilidad ante Occidente se ha convertido en una
oportunidad para EEUU y Arabia Saudí, aliados históricos, que ven en el
mantenimiento por los suelos del precio del petróleo una gran arma de
sometimiento de estos dos países a sus intereses geoestratégicos.
"Es una especie de nueva guerra fría del crudo barato", en palabras de Diego Crescente,
responsable de la division de Energia de la consultora especializada en
asuntos públicos MAS Consulting Group, un instrumento para presionar a
estos dos países y a sus díscolos líderes con vistas a que acepten el
nuevo orden internacional que quiere imponer la corriente dominante.
De cara a la galería, la negativa de Arabia Saudí en la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo de esta semana a recortar su producción para reequilibrar los precios del barril parece un movimiento destinado a hundir la rentabilidad del crudo no convencional que ha convertido a EEUU en uno de los nuevos grandes productores mundiales.
La extracción de gas y petróleo no convencional con técnicas de fracking (fracturación hidráulica) o crudo de esquisto (shale oil), así como el procesamiento de arenas bituminosas son tecnologías mucho más costosas que las de la producción tradicional.
Así, dependiendo de las técnicas, las zonas, los materiales a perforar y la profundidad, este gas y petróleo no convencionales deja de ser rentable por debajo de precios que van de los 100 a los 60 dólares por barril, señalan los expertos.
Este viernes, el barril Brent de referencia en Europa se hundió hasta los 71,12 dólares y el Texas, de referencia en EEUU, hasta los 67,34 dólares.
La extracción de gas y petróleo no convencional con técnicas de fracking (fracturación hidráulica) o crudo de esquisto (shale oil), así como el procesamiento de arenas bituminosas son tecnologías mucho más costosas que las de la producción tradicional.
Así, dependiendo de las técnicas, las zonas, los materiales a perforar y la profundidad, este gas y petróleo no convencionales deja de ser rentable por debajo de precios que van de los 100 a los 60 dólares por barril, señalan los expertos.
Este viernes, el barril Brent de referencia en Europa se hundió hasta los 71,12 dólares y el Texas, de referencia en EEUU, hasta los 67,34 dólares.
Extraer gas y crudo no convecionales puede no ser rentable por debajo de 80 o 70 dólares el barril, pero la tecnología avanza tanto que esta barrera se romperá a la baja en breve
Con estos precios, un 35% por debajo de las cotizaciones de junio pasado, parecería que EEUU estaría sometido a la presión de la OPEP para desincentivar las inversiones en el desarrollo de un gas y crudo no convencionales que amenaza con dar un vuelco este misma década al tradicional status quo de poder internacional del mercado petrolero.
Éste es el análisis que estos días han hecho expertos, agencias, organismos y medios internacionales más amigos de los tradicionales lugares comunes que de las explicaciones alternativas. "A EEUU le interesa que el petróleo siga estando barato, para que su industria sea competitiva. Es un país al que no le importa lo más mínimo la nacionalidad de ese crudo (buena parte del que ha importado y sigue importando procede de Venezuela, por ejemplo), lo que quiere es que esté barato, aún en detrimento, eso sí temporal, de su producción nacional", señala Crescente.
"A la velocidad que avanzan las técnicas de fracking, extraer gas y petróleo no convencionales cada vez será más barato, así que EEUU no está preocupado por el futuro de su nueva y pujante industria", señala a Vozpópuli otro experto.
Lo que hay detrás de la decisión de Arabia Saudí responde más a un movimiento coordinado con EEUU para presionar a Rusia, tras la firma del macroacuerdo energético con China en un viraje hacia el poderoso mercado asiático con tintes defensivos frente a la primera economía del mundo y frente a la UE.
Con estos precios, un 35% por debajo de las cotizaciones de junio pasado, parecería que EEUU estaría sometido a la presión de la OPEP para desincentivar las inversiones en el desarrollo de un gas y crudo no convencionales que amenaza con dar un vuelco este misma década al tradicional status quo de poder internacional del mercado petrolero.
Éste es el análisis que estos días han hecho expertos, agencias, organismos y medios internacionales más amigos de los tradicionales lugares comunes que de las explicaciones alternativas. "A EEUU le interesa que el petróleo siga estando barato, para que su industria sea competitiva. Es un país al que no le importa lo más mínimo la nacionalidad de ese crudo (buena parte del que ha importado y sigue importando procede de Venezuela, por ejemplo), lo que quiere es que esté barato, aún en detrimento, eso sí temporal, de su producción nacional", señala Crescente.
"A la velocidad que avanzan las técnicas de fracking, extraer gas y petróleo no convencionales cada vez será más barato, así que EEUU no está preocupado por el futuro de su nueva y pujante industria", señala a Vozpópuli otro experto.
Lo que hay detrás de la decisión de Arabia Saudí responde más a un movimiento coordinado con EEUU para presionar a Rusia, tras la firma del macroacuerdo energético con China en un viraje hacia el poderoso mercado asiático con tintes defensivos frente a la primera economía del mundo y frente a la UE.
Putin se ha entregado a China para exportar el gas y petróleo que le limitan Europa y EEUU, pero su economía no puede aguantar mucho tiempo precios del barril por debajo de 100 dólares
También se pone contra las cuerdas a Irán, en pleno proceso de negociación para la firma de un acuerdo internacional para poner límites al desarrollo nuclear del país.
Ni Rusia, tercer productor de petróleo del mundo, ni Irán, sexto, pueden aguantar mucho tiempo con el barril por debajo de 100 dólares. La mitad de los ingresos fiscales de la economía rusa procede de su petróleo, de forma que con una caída de 10 dólares en el precio del barril, el país pierde 10.000 millones de dólares de su PIB, según expertos del banco ruso Alfa.
Irán obtiene el 80% de sus ingresos de divisas gracias a la exportación de gas y petróleo, que pesa casi un 30% en el PIB del país.
Los dos países, además, tiene limitadas sus exportaciones de materias primas por las sanciones internacionales, así que son los dos grandes perdedores de esta nueva guerra fría. Rusia está fuera de la OPEP mientras la capacidad de Irán para influir en el cártel es cada vez más limitada.
Arabia Saudí y EEUU quieren mantener a raya a Irán haciendo uso de la mejor arma geopolítica, el crudo, con el objetivo de forzar un acuerdo sobre su programa nuclear
Sin embargo, Arabia Saudí, primer productor mundial, líder indiscutible de la OPEP (el 30% de todo el crudo del cártel es suyo) y aliado de EEUU puede aguantar años con el petróleo a precios bajos, señalan los expertos.
Esta situación beneficia al primer y segundo productores mundiales, por mucho que una cierta teoría del despiste se haya instalado en los mercados atribuyendo a los saudíes un supuesto intento de abrir una guerra de precios que haga no rentable la producción no convencional en EEUU, señalan los expertos críticos con la visión más oficialista de lo que ha ocurrido esta semana con el encuentro en el que la OPEP, o más bien, Arabia Saudí decidió no recortar su producción para que el precio suba.
Frente al tándem Arabia Saudí-EEUU, Vladimir Putin, presidente ruso, se ha movido con sigilo para atraerse el favor de China, frente a los límites impuestos a sus exportaciones por la UE y Barack Obama.
Putin tiene la llave del suministro de gas a Europa invierno tras invierno, pero además se ha buscado a un pujante comprador de materias primas como China, tratando así de soslayar esa nueva guerra fría del crudo barato auspiciada desde otros países.
Aún así, los expertos creen que con los precios actuales, la economía rusa sufrirá mucho más que el resto de productores, una situación que de prolongarse en los próximos meses podría llevar al PIB del ex país soviético camino de la recesión.
También se pone contra las cuerdas a Irán, en pleno proceso de negociación para la firma de un acuerdo internacional para poner límites al desarrollo nuclear del país.
Ni Rusia, tercer productor de petróleo del mundo, ni Irán, sexto, pueden aguantar mucho tiempo con el barril por debajo de 100 dólares. La mitad de los ingresos fiscales de la economía rusa procede de su petróleo, de forma que con una caída de 10 dólares en el precio del barril, el país pierde 10.000 millones de dólares de su PIB, según expertos del banco ruso Alfa.
Irán obtiene el 80% de sus ingresos de divisas gracias a la exportación de gas y petróleo, que pesa casi un 30% en el PIB del país.
Los dos países, además, tiene limitadas sus exportaciones de materias primas por las sanciones internacionales, así que son los dos grandes perdedores de esta nueva guerra fría. Rusia está fuera de la OPEP mientras la capacidad de Irán para influir en el cártel es cada vez más limitada.
Arabia Saudí y EEUU quieren mantener a raya a Irán haciendo uso de la mejor arma geopolítica, el crudo, con el objetivo de forzar un acuerdo sobre su programa nuclear
Sin embargo, Arabia Saudí, primer productor mundial, líder indiscutible de la OPEP (el 30% de todo el crudo del cártel es suyo) y aliado de EEUU puede aguantar años con el petróleo a precios bajos, señalan los expertos.
Esta situación beneficia al primer y segundo productores mundiales, por mucho que una cierta teoría del despiste se haya instalado en los mercados atribuyendo a los saudíes un supuesto intento de abrir una guerra de precios que haga no rentable la producción no convencional en EEUU, señalan los expertos críticos con la visión más oficialista de lo que ha ocurrido esta semana con el encuentro en el que la OPEP, o más bien, Arabia Saudí decidió no recortar su producción para que el precio suba.
Frente al tándem Arabia Saudí-EEUU, Vladimir Putin, presidente ruso, se ha movido con sigilo para atraerse el favor de China, frente a los límites impuestos a sus exportaciones por la UE y Barack Obama.
Putin tiene la llave del suministro de gas a Europa invierno tras invierno, pero además se ha buscado a un pujante comprador de materias primas como China, tratando así de soslayar esa nueva guerra fría del crudo barato auspiciada desde otros países.
Aún así, los expertos creen que con los precios actuales, la economía rusa sufrirá mucho más que el resto de productores, una situación que de prolongarse en los próximos meses podría llevar al PIB del ex país soviético camino de la recesión.
Washington y Arabia Saudí aliados para bajar el precio del petróleo y hundir a Rusia e Irán
Larry Elliott del diario The Guardian, que asignan este descenso a una
burda manipulación de la política de Estados Unidos. Para Elliott, si
Arabia Saudita fue capaz de cuadruplicar el precio del petróleo en los
años 70 para castigar a Estados Unidos por su apoyo a Israel, y luego
hundir el precio en los 80 para desestabilizar el régimen de Saddam
Hussein, hoy tiene mayores razones para bajar el precio a la mitad y
así eliminar a los enemigos número uno de Estados Unidos que son a saber: Siria, Rusia e Irán. Según el periodista Larry Elliott,
Washington ha convencido a los saudíes que deben inundar el mercado con
petróleo barato para bajar los precios y así diezmar la economía de
Rusia e Irán. Con esto se reduciría la resistencia de Moscú para la
ampliación del cerco de la OTAN y el aumento de las bases militares
estadounidenses en Asia Central. Según esta teoría el plan
estadounidense-saudí ha conseguido reducir los precios del petróleo en
un 50 por ciento desde sus últimos máximos hace seis meses, creando gran
turbulencia en los mercados con un auténtico “golpe petrolero”.Otro autor que confirma la “conspiración” estadounidense es F.William Engdahl, quien en El estúpido secreto entre Estados Unidos y Arabia Saudí sobre el reparto de Siria, señala:
“Los detalles entre un nuevo acuerdo secreto, y bastante estúpido, entre Arabia Saudí y Estados Unidos contra Siria y los llamados países del bloque IS están emergiendo… Esto implica el control del petróleo y el gas en toda la región y el inundamiento de petróleo barato por Arabia Saudita para el debilitamiento de Rusia e Irán. Estos detalles fueron acordados en la reunión del 11 de septiembre entre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry y el rey saudí… Desde entonces, el reino de Arabia Saudita ha estado inundando el mercado con petróleo barato, lo que provocó una guerra de precios dentro de la OPEP… Los saudíes están apuntando las ventas a Asia y en particular a su principal cliente asiático, China, donde han comenzado a ofrecer el crudo a tan sólo 50 dólares el barril en lugar del precio anterior de 100 dólares el barril. Esta operación de descuento financiero saudí tiene todas las luces de constituir una operación de guerra financiera de Estados Unidos contra Rusia, a través de la oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera anclada en Wall Street, donde se controla el comercio de los derivados del petróleo. El resultado de todo esto ha sido un pánico que cobra fuerza diaria y al cual algunos mercados, como China, están muy felices de comprar petróleo barato, pese a que sus aliados más cercanos, Rusia e Irán, están siendo golpeados severamente…
Lo que se busca, de acuerdo a esta teoría “conspiranoica”, es
desestabilizar a la región asiática, ofreciéndole petróleo barato que
las haga romper sus vínculos con Rusia, el proveedor oficial que
resultaría cobrando precios “abusivos”. De hecho, Arabia Saudí está
vendiendo petróleo a China a 50 dólares el barril, bastante menos de los
110 dólares que tenía hace seis meses.
Petróleo barato para hundir a Rusia
Para Rashid Abanmy, Presidente de las Políticas petroleras de Arabia Saudita, con sede en Riad, el colapso de los precios está siendo causado deliberadamente por los saudíes. El motivo esgrimido por Arabia es ganar nuevos mercados ante un debilitamiento global de la demanda de petróleo. Pero la verdadera razón, según Abanmy, es para presionar a Irán sobre su programa nuclear, y hacer que Rusia ponga fin a su apoyo a Bashar al-Assad en Siria. Más del 50% de los ingresos del Estado ruso proviene de sus venta de exportación de petróleo y gas. La manipulación de los precios del petróleo entre Estados Unidos y Arabia está dirigido a desestabilizar a los máximos oponentes de las políticas expansivas de Estados Unidos que hoy se encuentran a un paso de su broche de oro con el Tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos, que no solo da amplias ventajas a las megacorporaciones de Estados Unidos sino que de acuerdo a un informe independiente generaría la pérdida de 600 mil empleos en Europa.
Si bien las “teorías conspiranoicas” que exponen estos autores tienen un fundamento sólido como lo es la manipulación del precio que realiza Arabia Saudí, hay otros elementos que muestran que el tema es algo más complejo por las presiones geopolíticas que gravitan en el Medio Oriente.
En primer lugar, es efectivo que Arabia Saudí ha manipulado anteriormente el precio del petróleo. En 1973, el presidente egipcio Anwar Sadat convenció al rey Faisal de Arabia Saudi de reducir la producción y aumentar los precios, y luego ir aún más lejos como embargar las exportaciones de petróleo. Todo esto con el objetivo de castigar a Estados Unidos por su apoyo a Israel en su lucha contra los países árabes. El castigo funcionó y los precios se cuadruplicaron al pasar de 3 a 12 dólares el barril. Además, este hecho permitió idear el acuerdo que brindó la protección militar de Estados Unidos a Arabia Saudí y que dió inicio a los petrodólares.
En 1986, 1990 y 1998 los saudíes volvieron a manipular los precios para hacerlos caer en picado como una forma de hundir a Rusia. En 1998 tuvieron un gran éxito cuando lograron reducir el precio más del 50 por ciento (de 25 a 12 dólares el barril). Tras este hecho, Rusia dejó de pagar su deuda y entró en una severa crisis económica. La conocida crisis de 1998 que se sumó a la crisis asiática iniciada en julio de 1997 y que dio pie a la quiebra de Long Term Capital Management, la quiebra de Enron y la crisis de las puntocom.
Geopolítica y “guerra de precios”
Sin embargo, la teoría de la conspiración entre Washington y Arabia Saudí se desploma si consideramos que esta “guerra de precios” también destruye la industria del Shale Oil, incubada en Estados Unidos y responsable de reducir el desempleo y aumentar el crecimiento de manera muy significativa. ¿Puede querer, Estados Unidos, destruir sus fuentes de empleo y riqueza por una guerra geopolítica con Rusia? El análisis no es fácilmente atribuíble a una teoría conspiranoica dado que es más complejo.
Al bajar el precio del petróleo Arabia Saudí da un golpe a su principal enemigo en la región que es Irán, país que posee armas nucleares y que a su vez es el principal apoyo del gobierno de Siria en la región. Con su estrategia de bajar los precios, Abdullah da un serio golpe a Siria e Irán. El conflicto es una guerra de poder entre Irán y Arabia Saudi, que atraviesa el Libano, Siria e Irak. Los saudíes saben que Irán es vulnerable al precio del petróleo dado que necesita 130 dólares por barril para equilibrar su presupuesto. Con el petróleo a 50 dólares Irán tiembla y el ayatolá Alí Jamenei puede hacerse más flexible a las presiones de Occidente para contener sus ambiciones nucleares. El presidente iraní Hassan Rouhani señaló que la violenta caída en el precio del petróleo era “una conspiración contra los intereses de la región, contra el pueblo musulmán y contra el mundo musulmán”. El descenso en el precio del petróleo afecta a todos los países productores. Las necesidades presupuestarias de Rusia y Arabia Saudí se encuentran casi en el mismo nivel de acuerdo a esta gráfica de Deutsche Bank y el FMI. Pero Venezuela, Nigeria, Algeria, Irán y Libia se deslizan hacia la asfixia financiera por la guerra de precios emprendida por Arabia Saudí.
El objetivo principal para los saudíes es deshacerse de Bashar al-Assad para romper el acuerdo entre Siria, Irán e Irak y la construcción del oleoducto que va desde el puerto iraní Assalouyeh a la ciudad siria de Damasco a través de Irak. Este proyecto de 10 mil millones de dólares tardaría tres años en terminarse y se alimentaría de gas en los campos de South Pars que Irán comparte con Qatar. Las autoridades iraníes manifestaron su intención de extender el gasoducto hacia el Mediterráneo para suministrar gas a Europa. El temor a que este cordón umbilical económico ayude a consolidar un eje predominantemente chiita en la región siembra los miedos en occidente. Es el miedo que propaga Estados Unidos para impulsar una guerra estratégica que paralice a Rusia y China y evite la creación de una eje euro-asiático que ponga en apuros el orden mundial que controla Estados Unidos.
Sin embargo la guerra de precios está lejos de hundir a Rusia y más cerca de socavar los avances de Estados Unidos en materia de empleo y crecimiento en los últimos años. Rusia posee reservas por más de 500 mil millones de dólares lo que lo instala muy lejos de un colapso aunque caiga en una profunda recesión. Tras la crisis de 1998 Rusia aprendió la lección (al igual que los países asiáticos tras la crisis de 1997) y ha acumulado una gran cantidad de reservas. Asimismo, la deuda pública de Rusia llega al 14 por ciento del PIB, lo que instala a este país en una situación inmejorable frente a Estados Unidos y los países europeos donde la deuda pública supera el 100 por ciento del PIB. La amenaza de Rusia al igual que los países europeos, es la abultada deuda del sector privado, que llega a los 700 mil millones de dólares.
Tensión entre Arabia Saudita e Irán
Muchos expertos hablan de una Guerra Fría entre Arabia Saudita e Irán, donde en cada asunto importante para la región, los sauditas perciben como pérdida cualquier ganancia iraní ( Juego Suma Cero) , y para la Casa de Al Saud** suenan campanas de alarma.
En su visión, Estados Unidos cedió y dejó que Irán se zafara.
Se suponía que a los iraníes no se les iba a permitir ninguna capacidad para enriquecer uranio y mucho menos que se le pagara US$7.000 millones por dicho privilegio.
Aun así, estadounidenses y europeos pasaron meses estudiando maneras creativas de ofrecer al presidente “moderado” de Irán, Hassan Rohani, migajas económicas para apaciguar a los duros de Teherán.
Para los sauditas, el moderado Rohani es una manifestación amistosa de un régimen que busca dominar Medio Oriente y que intenta de forma desesperada ser aceptado por el mundo.
El alcance militar de Irán en la región de Medio Oriente le preocupa a Arabia Saudita aún más que su programa nuclear.
El ministro de Petróleo de Irán, Bijan Zangeneh, escucha la intervención de su par saudita durante la reciente reunión de la OPEP en Viena.
En Irak, los iraníes se han hecho prácticamente con el control de los aparatos de seguridad estatales, y si no fuera por la intervención de la Guardia Revolucionaria de Irán para prestar ayuda en áreas del norte de Irak, incluidas regiones fronterizas kurdas, el grupo extremista autodenominado Estado Islámico (EI) avanzaría incontrolado por todas las regiones.
En Siria, conforme la coalición liderada por Estados Unidos lanza ataques aéreos sobre Estado Islámico, la presión sobre el aliado de Irán, el presidente sirio Bashar al Asad, parece haberse suavizado.
Donde una vez había determinación para derrocarlo del poder, crecen los rumores de que Occidente tendrá que considerar la posibilidad de relacionarse con él para que ayude en la lucha contra la amenaza mayor que supone EI.
Impulsado por el dinero iraní y aliados como el grupo Hezbolá, y protegido por el apoyo ruso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Al Asad parece estar a salvo.
Para empeorar las cosas, en las fronteras sur y oeste del reino saudita, los rebeldes chiítas de Yemen y los manifestantes en Bahréin sólo contribuyen a aumentar la sensación de que el reino está siendo asfixiado por el poder iraní desde todos los lados.
Arabia Saudita: Devolver el golpe
En medio del caos del que Irán parece estar beneficiándose tan bien, Arabia Saudita tomó la decisión de devolver el golpe.
Y dado que Riad prefiere no ser arrastrado a una confrontación militar con los iraníes, ha tenido que buscar otra manera de enfrentarse a Teherán.
El camino más fácil para hacerlo es hurgar en el bol$illo tra$ero de Teherán.
La economía de Irán depende en gran parte de los hidrocarburos, que suponen hasta el 60% de sus ingresos de exportación y suministraron el 25% del Producto Interno Bruto total en 2013.
Arabia Saudita necesita la cooperación de EE.UU. e Irán para contener el avance de Estado Islámico.
Profundamente comprometidos en la lucha en Siria e Irak, los iraníes se gastan incontables millones de dólares al mes para mantener sus operaciones en ambos países, todo ello mientras intenta aplacar potenciales disturbios internos.
Curiosamente, los iraníes propusieron cortar la producción de la OPEP antes de la conferencia de noviembre sólo para encontrarse con el desplante de los sauditas.
Además, los sauditas tienen la ocasión de darle un puñetazo a Rusia –el incondicional aliado de Bashar al Asad- al bajar el costo del petróleo y dañar los canales de ingresos por hidrocarburos de Moscú, lo que agita la economía rusa.
Según baja el precio del petróleo, también lo hace el valor del rublo ruso, que cayó un 35% desde junio.
Matar dos pájaros de un tiro puede parecer una política inteligente, sobre todo porque es altamente improbable que resulte en la escalada militar que los sauditas quieren evitar.
La pregunta: ¿Cuánto tiempo pueden mantener este juego los sauditas?
¿Cuánto tiempo
pueden mantener este juego los sauditas? De forma realista, pocos
meses, pero si el precio del petróleo sigue a la baja, los sauditas
pueden verse obligados a reconsiderar su estrategia.
Aun así, el
reino se asienta sobre unas reservas de divisas de US$741.000 millones y
arrojó un superávit de US$15.000 millones al cierre del último año
fiscal, y los sauditas pueden absorber el costo del déficit de
presupuesto durante unos años en caso de ser necesario.
A esto le
ayuda el hecho de que recientemente se hicieron megacompras y el futuro
gasto en defensa del reino se calcula a la baja para los próximos dos o
tres años, liberando liquidez para otras aventuras.
Aunque Riad ha intentado sellar
su autoridad en la región, algo que sin duda causará dolores de cabeza
en Teherán y Moscú, el arma del petróleo no puede revertir algunos de
los temas más delicados que enfrenta la región.
Estado Islámico
lidera una entidad del tamaño de Reino Unido a través de Irak y Siria, y
su hostilidad hacia "Al Salool" (un término despectivo para la familia
Al Saud**) recientemente quedó patente en un discurso de 17 minutos del
autodenominado califa Abu Bakr al Baghdadi.
El petróleo barato del
territorio ( Un país virtual del s.XXI como Libia o la República Centro africana ) de EI continuará fluyendo, aportándole a la organización
millones al día y aunque los sauditas han tenido un notable éxito a la
hora de alcanzar objetivos de EI, no es suficiente para asegurar la
derrota del grupo, a no ser que EE.UU. e Irán cooperen abiertamente para
resolver la situación, lo que puede resultar en un consentimiento
reticente de parte de Riad.
Igualmente, los sauditas tendrán que
aceptar de mala gana un posible acuerdo entre Irán y los países P5+1 --cinco potencias atómicas +1--
(EE.UU., Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), si se quiere
evitar una guerra regional.
Es la mejor de una serie de malas
opciones, y los recientes intentos de los sauditas por involucrarse
diplomáticamente con sus socios iraníes, particularmente en asuntos de
seguridad regional como Estado Islámico, parecen positivos.
Pero
la desconfianza todavía es profunda y la amenaza de EI parece no haber
detenido al reino en su intención de quitarle fuerza a Irán.
¿Quién Gana y Quién Perde?
Los factores que no toman en cuenta las teorías conspiranoicas en torno al precio del petróleo, es quien pierde más a un precio de 53 dólares el barril y ahora en US $ 40/barril. Como vemos, los países de la OPEP tienen un costo promedio de 37 dólares el barril mientras Rusia tiene un costo de 44 dólares el barril. Aún a 50 dólares el barril, Rusia (y por cierto los países de la OPEP) tienen un margen, aunque sea pequeño, de utilidades. No ocurre lo mismo en Estados Unidos donde el Shale-Oil, el producto estrella de Estados Unidos en estos seis años de crisis, tiene un costo de 75 dólares el barril.
El fuerte descenso en el precio del petróleo afecta, de sobremanera, a Estados Unidos y la industria del fracking se encamina a su desplome. La burbuja del fracking fue la responsable del aumento en la producción de petróleo y la disminución del desempleo en Estados Unidos. La reversa que ha comenzado a sufrir esta industria amenaza con volver a disparar el desempleo en Estados Unidos y devolverlo al epicentro de la crisis. Una vez que se agoten los stocks el petróleo volverá nuevamente a subir y puede volver sin problemas a los 145 dólares el barril de julio del año 2008. Y en esta nueva explosión del precio también tendrá mucho que ver Arabia Saudí, el principal manipulador del precio del petróleo. País que ganará mucho dinero pues su coste de producción es de apenas US $ 4/barril.
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