Un vacío de más de 40 años separan la famosa frase de Neil Armstrong y este preciso instante en el que escribo... Por el momento, las previsiones más arriesgadas sitúan una posible misión tripulada al planeta rojo para el lejano año 2031, y no parece que haya mucha prisa por realizarlas.
El 12 de Septiembre de 1962, el presidente John F. Kennedy lanzó el desafío, un desafío a sus propias fuerzas, a su propios compatriotas, a su propio país: "We choose to go to the moon in this decade..." Se llegó a la Luna por la carrera espacial, adelantarse tecnológica, política y militarmente al entonces enemigo la URSS. Pero lo que de verdad importó fue el empeño de todo un país en conseguir un objetivo, aquel afán hizo que se destinaran todos los recursos necesarios y disponibles a lograr una meta: La Luna.
Y así se consiguió... en aquel tiempo se convirtió en un tópico común, una frase en boca de todos... "Si hemos logrado llegar a la luna, podemos hacer cualquier cosa".
Muchos pensaron que aquello era el principio y que pronto vendrían logros aún más increíbles... Se lanzó el primer satélite, el primer hombre salió al espacio, se consiguió llegar a la Luna y la sucesión de acontecimientos parecía no tener fin. Salían películas, libros y artículos que nos situaban en el 2001 en Marte, el 2010 en Júpiter y antes de que nos pudiéramos dar cuenta estaríamos viviendo en otros planetas.
Pero no fue así... Con la cancelación del programa Apollo los sueños y ambiciones del ser humano en el espacio exterior se fueron postponiendo y, finalmente quedaron reducidos a los vuelos de órbita baja alrededor de la Tierra.
Y entonces surgió la oportunidad.
El 20 de Julio de 1989, conmemorando el vigésimo aniversario de la llegada a la Luna, el presidente George Bush (padre) realizó un discurso ante toda la nación en el que, quizá intentando emular a Kennedy, volvía a sembrar la esperanza de los viajes espaciales.
“La Historia nos ha demostrado que nunca hemos perdido al intentar ampliar los límites de nuestras fronteras”
Bush encomendó la tarea a la NASA: Elaborar una misión que nos llevara a Marte en un periodo de 30 años, 2019,un reto a largo plazo que, en aquel entonces y si se planificaba bien, parecía más que razonable.
Fue entonces cuando la NASA reunió a sus mejores expertos y los emplazó durante 3 meses a dedicarse en cuerpo y alma a ese proyecto, el proyecto que nos llevaría a pisar por primera vez un planeta distinto al nuestro.
Pero como la mayoría de las Comisiones, su tarea terminó siendo manipulada y se fue haciendo cada vez más confusa... Se colaron en el proyecto demasiados burócratas que influyeron negativamente, intentando elaborar una misión lo más compleja posible para que los diferentes intereses, empresas y tecnologías implicadas tuvieran cabida en ella.
Aquel plan se conoció como "El informe de 90 días" y requería de una infraestructura mastodóntica la misión era la siguiente:
En primer lugar se debía triplicar el tamaño del proyecto de Estación Espacial, dotándola de hangares, depósitos para carburantes, dársenas de control y bases para la tripulación.
Desde allí, se volvería a la Luna para construir una base con las instalaciones necesarias para albergar diversas naves que, en diferentes etapas, se encargarían de ir construyendo el cohete y la nave que les llevaría a Marte.
Desde la Tierra y a través de la Estación Espacial se irían transportando a la luna los materiales y el combustible necesarios, para que la tripulación y los ingenieros construyeran allí una gran nave para el viaje al planeta rojo.
Desde la Luna y, una vez concluida la fase de construcción, la nave despegaría preparada para un viaje de 18 meses que les llevaría hasta la órbita marciana, donde descendería el equipo destinado a plantar la segunda bandera americana fuera de nuestro planeta...
Cuando algunos de los esperanzados soñadores espaciales recibieron este "Informe de los 90 días" sintieron cómo se les caía el mundo encima... Ningún político en su sano juicio, por mucho aniversario del Apollo que estuvieran celebrando, iba a aprobar semejante proyecto mastodóntico.
Aquel proyecto fue presentado ante el Congreso... Su coste estimado era de 450.000 millones de dólares... Aquella cantidad hizo que casi cundiera el pánico entre los legisladores de la Cámara y por supuesto, la misión a Marte fue cancelada. Ninguna administración estaba dispuesta a un desembolso en Ciencia, una inversión que tan sólo se podría comparar al coste de la Segunda Guerra Mundial...
Acusaron a la NASA de poco realista, algunos volvieron a rescatar la memoria de la tragedia del Challenger en 1986, y el resultado han sido otros 20 años sin un reto apropiado a nuestra verdadera capacidad.
Y es aquí donde os presento a nuestro protagonista: Robert Zubrin.
Un brillante ingeniero aeroespacial, que vivió todos aquellos momentos legendarios de conquista espacial siendo un niño. y que no se resigna a que nuestro avance quede relegado a las misiones orbitales sobre la Tierra.
Una de las frases que le he podido oir, se ha quedado grabada en mi mente casi como un lema:
"Las civilizaciones, al igual que el hombre, prosperan con los retos y se apagan cuando ya no los buscan".
Porque Zubrin cree que se puede conseguir, que lo único que falta es el afán, aquel empeño que otra generación anterior a la nuestra puso para conseguir llegar a la Luna... No existe el reto, el objetivo marcado y la unión de intenciones que se dieron en la década de los 60.
Por eso, cuando aquel proyecto de la NASA se canceló, Robert Zubrin se propuso realizar una misión diferente, con un enfoque más directo, más realista y que consiguiera que el viaje a Marte no cayera en el olvido.
Para ello, Zubrin ha fijado varios puntos que hacen de su proyecto el más interesante de cuántos existen hoy en día para conquistar nuestro siguiente paso en la carrera espacial; una serie de afirmaciones que podrían convertir su misión en la verdadera misión a Marte:
* El Lanzamiento debe ser desde la Tierra.
* El proyecto de Zubrin sólo utilizará tecnología ya existente.
* Rechaza la idea de construir una base lunar.
* Para reducir aún más los costes, no se construiría la nave en el espacio.
* El proyecto es asumible económicamente y realizable en esta década.
Zubrin afirma que el viaje a Marte es posible, con la tecnología que ya disponemos y con costes razonablemente asumibles a medio plazo.
La mayor dificultad con la que Zubrin se enfrentaba era con el combustible. La mayoría de expertos coincidía en que sería casi imposible realizar el lanzamiento de una nave desde la Tierra cargada con todo el combustible necesario para un viaje de ida y vuelta a Marte.
Para solucionar este problema, Zubrin y su equipo de ingenieros estuvieron estudiando una teoría que rondaba ya desde los años 70 y que anunciaba que se podría producir combustible con los elementos químicos disponibles en la atmósfera de Marte. (CH4/CO2)
Una idea revolucionaria que funcionaría de la siguiente manera:
1. Se articulan 2 misiones por separado que saldrían desde la Tierra
2. La primera no estaría tripulada y llevaría a la superficie marciana todo lo necesario para montar una especie de "refinería química" en Marte, además de todos los materiales y peso que pudieran aligerar la siguiente misión ya tripulada.
3. Después de comprobar que la primera nave ha llegado a Marte, saldría la segunda misión, esta vez tripulada, que llegaría a Marte para quedarse durante 1 año y 6 meses... Tiempo suficiente para realizar múltiples experimentos, conocer en profundidad el planeta y haber recargado de combustible la nave de regreso.
Robert Zubrin reunió a un equipo de 12 ingenieros, y comenzó a elaborar en detalle el proyecto.
En primer lugar enviarían el vehículo de regreso con su propia "planta de propelente"... Una misión no tripulada que llevaría a Marte lo necesario para generar allí, el combustible del viaje de vuelta.
Más tarde, y aprovechando alguno de los momentos de máximo acercamiento de las órbitas de Marte y la Tierra, se lanzaría la segunda nave con los astronautas dentro y con combustible para un viaje que, gracias a estas órbitas, tan sólo duraría 6 meses.
Al llegar a la superficie comenzaría una estancia en el planeta rojo de un año y seis meses, tiempo en el que se aprovecharían de nuevo las órbitas cercanas de Marte y la Tierra para regresar.
Una vez recargados los tanques de combustible, los astronautas volverían a casa utilizando la nave que la primera misión transportó en un viaje de vuelta de otros 6 meses.
La idea... el proyecto de Robert Zubrin conforma actualmente la misión con más posibilidades reales para llevar a cabo algo que, tarde o temprano, conseguiremos pero que, personalmente me gustaría ver con mis propios ojos... la llegada del hombre a Marte.
Pensándolo bien y recordando un poco nuestra historia reciente... quizá, tan sólo sea cuestión de empeño y de retos.
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