Los límites al crecimiento (en inglés, The Limits to Growth) es un informe encargado al Massachusetts Institute of Technology (MIT) por el Club de Roma que fue publicado en 1972, poco antes de la primera crisis del petróleo. La autora principal del informe, en el que colaboraron 17 profesionales, fue Donella Meadows, biofísica y científica ambiental, especializada en dinámica de sistemas.
El agotamiento a medio plazo del fósforo es un problema serio, una confirmación más de que el futuro se ha convertido en un vertedero del presente, pero más inminente es el llamado “pico del fósforo”, el momento en el que la demanda sobrepasa a la oferta, disparando la competencia por el recurso remanente. Los geólogos no están de acuerdo: algunos piensan que el pico no llegará hasta 2030 y otros que ya tuvo lugar, en 1989, lo que en parte explicaría la escalada del precio de los alimentos, hambrunas locales y consiguientes revoluciones sociales.
¿Hay escape a la trampa malthusiana que plantea el agotamiento del fósforo? Sólo una. Al contrario que el petróleo, el fósforo es un recurso renovable: de hecho lo expulsamos en nuestras deposiciones. La solución pasa por utilizar las heces y los orines humanos para abonar los campos, una técnica que, por cierto, llevan utilizando los campesinos asiáticos desde tiempos ancestrales.
De hecho, antes del hallazgo de los fosfatos minerales los ávidos campos de la superpoblada Europa se nutrían del guano, que no es otra cosa que la caca solidificada de los pájaros, producto del que Chile detentaba un monopolio de facto. El guano se agotó, pero llegaron los nitratos y los fosfatos para apuntalar la explosión demográfica del siglo XX. Cuando el geólogo español Manuel Alía Madina descubrió Fos Bucraa, en 1947, la población mundial era de 2.500 millones de personas, la tercera parte que en la actualidad.
¿Hay escape a la trampa malthusiana que plantea el agotamiento del fósforo? Sólo una. Al contrario que el petróleo, el fósforo es un recurso renovable: de hecho lo expulsamos en nuestras deposiciones. La solución pasa por utilizar las heces y los orines humanos para abonar los campos, una técnica que, por cierto, llevan utilizando los campesinos asiáticos desde tiempos ancestrales.
De hecho, antes del hallazgo de los fosfatos minerales los ávidos campos de la superpoblada Europa se nutrían del guano, que no es otra cosa que la caca solidificada de los pájaros, producto del que Chile detentaba un monopolio de facto. El guano se agotó, pero llegaron los nitratos y los fosfatos para apuntalar la explosión demográfica del siglo XX. Cuando el geólogo español Manuel Alía Madina descubrió Fos Bucraa, en 1947, la población mundial era de 2.500 millones de personas, la tercera parte que en la actualidad.
Más allá de los límites del crecimiento.
En 1992, 20 años después de la publicación original, se actualizó y publicó una nueva versión del informe titulado Más allá de los límites del crecimiento, en la cual, con base en los datos recolectados desde entonces, se exponía que la humanidad ya había superado la capacidad de carga del planeta para sostener su población.
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