Hoy 1 de julio entró en vigor en Vermont (Estados Unidos) la ley del etiquetado transgénico, como ya hemos explicado anteriormente, se trata del primer Estado del país en aprobar una reglamentación de este tipo, permitiendo a los consumidores ejercer su derecho a saber sobre los alimentos que consumen. Apenas han pasado unos días y ya se está echando por tierra la nueva ley, según una reciente encuesta realizada por quienes se oponen a la nueva legislación, el etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont induce a error a los consumidores.
La encuesta ha sido realizada por el Grupo MSR, una empresa
especializada en el análisis de mercados, la obtención de datos
cuantitativos a través de mediciones realizadas con programas de
investigación personalizados, etc. Como era de esperar y ya os hemos
comentado, la encuesta ha sido solicitada por las asociaciones de
productores que se oponen al etiquetado, la Asociación Americana de la
Soja, el Consejo Nacional de Cooperativas de Agricultores, la Asociación
Nacional de Grano y Pienso y la Asociación Internacional de la
Industria de Snacks.
Según los resultados obtenidos, se demuestra que el etiquetado provoca que los consumidores perciban erróneamente el alimento,
la encuesta realizada a 1.665 consumidores para analizar la percepción
que tenían de cinco productos etiquetados con el nuevo formato revela
que un 36% de los consumidores consideraron que el producto es menos
seguro, un 28% que era menos saludable, un 22% que el producto era menos
nutritivo, un 20% consideró que el producto era más perjudicial para el
medio ambiente y un 73% de los encuestados se mostraron menos
favorables a consumir productos que antes del etiquetado consumían.
La información del etiquetado tiene un mayor impacto en las
decisiones de compra, así, un 52% considera que el etiquetado es una
fuente de información que utilizan para decidir si van a adquirir o no
el producto, un 42% se deja aconsejar por familiares y amigos, y un 32%
confía en las recomendaciones que les proporciona el médico. Con
respecto a los segmentos de edad, existen grandes variaciones, siendo
las personas más jóvenes las más reacias a los alimentos que contienen
materias primas transgénicas. Por ejemplo, el 45% de los encuestados con
edades comprendidas entre los 18 y 24 años, considera que estos
alimentos son menos nutritivos, en cambio, sólo el 7% de las personas
mayores de 65 años tienen esta consideración.
Las asociaciones antes mencionadas creen que los consumidores perciben de forma negativa a los alimentos transgénicos,
se podría decir que los resultados de esta encuesta son la respuesta a
una investigación desarrollada por expertos de la Universidad de
Vermont, en la que se concluía que el etiquetado de los alimentos
transgénicos no era un mensaje de advertencia que provocaría que los
consumidores dejasen de comprar estos productos por temor.
A raíz de los resultados, los promotores del estudio han emitido un
comunicado en el que consideran que con él se demuestra que la Ley de
Vermont del etiquetado transgénico es engañosa para los consumidores, ya
que menosprecian una tecnología que es segura y adecuada
ambientalmente. Las asociaciones indicadas esperan que prospere la Ley Federal del etiquetado transgénico
en Estados Unidos de la que os hablábamos recientemente, y que
permitiría a las empresas no utilizar el etiquetado convencional y
utilizar alternativas informativas como el uso de símbolos, códigos QR,
páginas web, etc. Esta medida es rechazada por los activistas que
consideran que es mucho más sencillo y comprensiible que la información
aparezca en los envases alimentarios.
El caso es que el Senado de Estados Unidos votó ayer a favor de continuar con el debate de la Ley Federal del etiquetado transgénico
y previsiblemente hoy se tomará la decisión en la Cámara de
Representantes, la nueva votación determinará si definitivamente se
aprueba esta ley. Si esto ocurre, sería un varapalo que anularía la Ley
de Vermot, los activistas consideran que esta Ley Federal está hecha a
medida de las grandes empresas y de la industria de la biotecnología, ya
que seguirían beneficiándose de inducir a los consumidores a un
continuo error, como ya hemos comentado, la información sobre el
contenido en transgénicos se podría proporcionar a través de otros
canales, algo que no tiene sentido ya que lo más claro y transparente es
proporcionar la información en el etiquetado de los productos.
En este Proyecto de Ley, se detallan todos los puntos que se deberán cumplir, merece la
pena destacar que no se hace ninguna referencia al uso del término
‘natural’ en los alimentos modificados genéticamente, recordemos que
muchos consumidores y organizaciones reclamaban que no se utilizara este
término en los alimentos transgénicos.
En definitiva, a lo largo del día de hoy sabremos qué ocurre con esta
Ley Federal y si finalmente todos los esfuerzos que se han realizado
con la Ley de Vermont caen en saco roto.
Podéis conocer más detalles de la encuesta realizada en este artículo de la página de la ASA (Asociación Americana de la Soja), y en este otro de la Corn Refiners Association.
Podéis conocer más detalles de la encuesta realizada en este artículo de la página de la ASA (Asociación Americana de la Soja), y en este otro de la Corn Refiners Association.
¿Cómo se implantará la ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont?
En unos meses entrará
en vigor la ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de
Vermont, por eso se ha publicado un pequeño memorándum en el que se
explica cómo se implantará dicha ley. Se puede citar como ejemplo el
tiempo de transición que tendrán los alimentos producidos antes del 1 de
julio hasta que sean retirados de las estanterías por no estar
etiquetados correctamente.
Hoy 1 de julio entrará en vigor la ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont (Estados Unidos), siendo el primer Estado del país en aprobar una reglamentación de este tipo, logrando superar la fuerte oposición realizada por la Grocery Manufacturers Association y otras organizaciones que no querían que de ninguna de las maneras los consumidores pudieran ejercer su derecho a saber sobre los alimentos que consumen.
Mucho han cambiado las cosas desde que se aprobó el proyecto de ley, ahora incluso algunas empresas que pertenecen a la Asociación de Fabricantes de Alimentos, como por ejemplo General Mills, Kellogg’s, Mars o ConAgra Foods, han decidido etiquetar sus alimentos transgénicos para cumplir los requisitos exigidos por Vermont, pero la información se proporcionará a nivel nacional, precipitando la posibilidad de que en un corto plazo de tiempo se establezca una ley en Estados Unidos sobre este tema.
Hoy conocemos un pequeño memorándum (PDF) redactado por el Fiscal General William H. Sorrell, que explica cómo se implantará la nueva ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont. Se va a aplicar un periodo de seis meses de transición para que se puedan seguir comercializando los alimentos que se hayan distribuido antes del 1 de julio, por lo que si no se comercializan antes del 31 de diciembre del presente año, deberán ser retirados de las estanterías de los canales de distribución. No se interpondrá ninguna acción o sanción sobre los fabricantes de estos alimentos durante este periodo, a no ser que existan evidencias de que se han seguido distribuyendo sin el correspondiente etiquetado una vez que haya entrado en vigor la ley.
No se podrá utilizar el término ‘natural’ en los alimentos que contengan materias primas transgénicas como ha estado ocurriendo hasta ahora. Recordemos que hasta no hace mucho, las grandes empresas estadounidenses representadas por la GMA, reclamaban a la Agencia de Medicamentos y Alimentación de EE.UU (FDA) poder considerar los alimentos transgénicos como alimentos naturales. El argumento para aceptar que las empresas trabajasen con materias primas transgénicas y en los envases alimentarios se incluyera la leyenda 100% natural, ha sido el principio de equivalencia sustancial, es decir, un alimento modificado genéticamente es seguro cuando es equivalente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional. Merece la pena recordar que desde hace años se ha estado solicitando a la FDA que definiera el término ‘natural’ y hasta principios del pasado mes de enero no ha mostrado interés en el tema.
A partir del 1 de enero de 2017 todos los alimentos deberán estar etiquetados correctamente, independientemente del momento en el que se hayan distribuido. Hay que decir que se excluyen del etiquetado transgénico los alimentos procesados que contengan menos del 0.9% de materias primas modificadas genéticamente del peso en seco del producto. Podemos ver que existe una similitud con el etiquetado transgénico de Europa, que también establece el límite en un 0.9%, es decir, los alimentos que contengan ingredientes transgénicos por debajo de esta cifra están exentos de la identificación.
Las empresas proveedoras de alimentos para la venta en el Estado de Vermont deberán declarar si los productos se han producido en su totalidad o parcialmente mediante ingeniería genética, o si pueden haber sido producidos con ingeniería genética, a menos que puedan demostrar lo contrario con los correspondientes certificados.
¡Atención Importante GMO!.
No se etiquetará la carne o la leche de los animales que se hayan alimentado con piensos elaborados con alimentos transgénicos como puede ser la soja o el maíz transgénico, tampoco se etiquetarán otros productos como el queso que se haya elaborado con cuajo vegetal transgénico, enzimas u otros aditivos. Se excluyen los alimentos médicos, los alimentos que se comercialicen en los restaurantes al por mayor y sin embalaje, y algunos alimentos considerados delicatesen.
En la nueva ley se especifica que el etiquetado deberá estar colocado en la parte exterior de los envases, siendo fácil de encontrar por los consumidores, pero también se aceptarán etiquetas adicionales sujetas al envase y sellos identificativos.
La entrada en vigor de la nueva legislación y la decisión de algunas grandes empresas de etiquetar los alimentos que se han elaborado con materias primas transgénicas, marca un antes y un después en uno de los países cuna de los alimentos transgénicos. Ahora los consumidores podrán empezar a ejercer su derecho a saber y elegir los alimentos según sus criterios y convicciones.
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