"Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos."
-- Salvador Allende
Ayer se cumplieron 41 años del sangriento derrocamiento de Salvador allende a mans de la derecha chilena y de la CIA. Según documentos liberados por el gobierno de Estados Unidos la
expresión que encabeza este escrito fue la compartida en la reunión
realizada en la Casa Blanca entre Richard Nixon y Henry Kissinger, en
1970, como consecuencia del triunfo de Salvador Allende en Chile, al
momento de decidir iniciar la conspiración económica para acabar con el
Gobierno de la Unidad Popular, dirigido por aquel Presidente que forma
parte desde el 11 de septiembre de 1973 de los próceres populares de
Nuestramérica.
Ahora sabemos que el proceso político chileno desde 1970 hasta 1973
fue presidido y saboteado por una conspiración externa -de la que eran
conscientes Allende y su alianza-, dirigida por Nixon y Kissinger, y los
intereses de la burguesía de ese país imperialista, y ejecutada por sus
agentes propios y por agentes de la burguesía, de las clases medias
socialcristianas y de derechas, y por la casta militar chilena.
La CIA y el Golpe de 11 SEPT 1973
En los años '60 y a principios de los '70, la CIA llevó a cabo proyectos específicos de actividades
encubiertas en
Chile como parte de la política del Gobierno de los Estados Unidos para intentar influir en los acontecimientos de
Chile. Aquéllos aquí reconocidos aparecen descritos más abajo. El objetivo arrollador -firmemente anclado
en la
política de este período- era desacreditar a los líderes políticos marxistas leninistas,
especialmente al Dr. Salvador
Allende, y fortalecer y animar a sus oponentes civiles y militares para que les impidieran llegar al poder.
Panorama de las actividades encubiertas. Bajo la
dirección de la Casa Blanca y los comités de coordinación de
política inter agencias, la CIA llevó a cabo las actividades encubiertas descritas más
abajo. Consistieron en
esfuerzos propagandísticos sostenidos, incluyendo el apoyo financiero a los mayores medios de comunicación, en
contra de Allende y otros marxistas. Los proyectos de acción política brindaron apoyo a los partidos
políticos
elegidos para tal fin antes y después de las elecciones de 1964 y tras la elección de Allende en 1970.
En abril de 1962, el "Grupo Especial del Panel 5412" ("5412 Panel Special Group") -un cuerpo del subgabinete
encargado de revisar las propuestas de acciones encubiertas- aprobó una propuesta para llevar a cabo un
programa de ayuda financiera encubierta al Partido Demócrata Cristiano (PDC) en sustento de la candidatura
presidencial de Eduardo Frei en 1964.
Asimismo, en 1962, la CIA comenzó a prestar apoyo a un grupo de acción cívica que
desarrolló diversas
actividades de propaganda, incluyendo la distribución de pósters y panfletos.
En diciembre de 1963, el Grupo 5412 acordó una ayuda económica en un único pago al Frente
Democrático, una
coalición de tres partidos que agrupaba de moderados hasta conservadores, en apoyo a la campaña presidencial
del Frente.
En abril de 1964, el Grupo 5412 aprobó un programa de acción política y propagandística para
las entonces
próximas elecciones presidenciales de septiembre de 1964. En mayo de 1964, tras la disolución del Frente
Democrático, la "Comisión 303", sucesora del Grupo 5412, acordó brindar al Partido Radical ayuda
encubierta
adicional.
En febrero de 1965, la Comisión 303 aprobó una propuesta para otorgar apoyo encubierto a los candidatos,
seleccionados a tales efectos, a las venideras elecciones al Congreso.
En 1967 la CIA estableció un mecanismo de propaganda para colocar cuñas en radio y medios de
comunicación.
En julio de 1968, la Comisión 303 aprobó un programa de acción política en apoyo de candidatos
moderados,
individuales, que concurrían a las elecciones legislativas de 1969.
Como resultado de las actividades de propaganda del año 1968, en 1969 la "Comisión 40" (sucesora de la
Comisión 303), aprobó el establecimiento de un taller de propaganda.
En la campaña para las elecciones presidenciales de 1970, la Comisión 40 ordenó a la CIA que llevara a
cabo
"operaciones de sabotaje" para impedir la victoria de Allende.
Como parte de la estrategia conocida como "Plan de Acción I"
(1) y
dirigida a impedir que Allende tomara posesión
de su cargo tras las elecciones del 4 de septiembre, la CIA pretendió influir en la votación que había de
hacerse en
el Congreso por requerimiento constitucional, ya que Allende no ganó las elecciones por mayoría absoluta.
En el marco de la estrategia conocida como "Plan de Acción II"
(2),
a la
CIA se le ordenó buscar el modo de
promover un golpe que impidiera a Allende tomar posesión del cargo (ver exposición más abajo).
Mientras Allende estaba en la presidencia, la Comisión 40 aprobó la reorientación de las operaciones
del "Plan de
Acción I", lo cual, combinado con un renovado esfuerzo para apoyar al PDC en 1971 y un proyecto para suministrar
ayuda al Partido Nacional y al Partido Radical Democrático en 1972, se tradujo en la inyección de millones de
dólares para fortalecer los partidos políticos de oposición. La CIA también
suministró ayuda a grupos militantes de
extrema derecha para debilitar al Presidente y generar una atmósfera de tensión.
Apoyo al Golpe de 1970. Bajo el "Plan de Acción II" de la
estrategia, la CIA buscaba promover un golpe que
impidiera a Allende tomar posesión del cargo después de que éste obtuviera la mayoría en las
elecciones del 4 de
septiembre y antes de que el Congreso chileno ratificara su victoria, requisito éste derivado de la Constitución
al no
haber obtenido una mayoría absoluta. La CIA trabajó con tres grupos diferentes de conspiradores. Los tres grupos
dejaron claro que cualquier golpe requeriría el secuestro del Comandante del Ejército, Rene Schneider, quien era
de
la firme opinión de que la Constitución requería que el Ejército permitiera a Allende asumir el
poder. La CIA estuvo
de acuerdo con esta aseveración. Si bien la CIA suministró armas a uno de los grupos, no hemos hallado
información en el sentido de que la intención de los conspiradores o de la CIA fuera la de asesinar al
General. En un
momento posterior se suprimieron los contactos con uno de los grupos de conspiradores debido a sus tendencias
extremistas. La CIA suministró gas lacrimógeno, subametralladoras y munición al segundo de los grupos. El
tercer
grupo intentó secuestrar a Schneider, hiriéndole de muerte en el ataque. La CIA había animado a este
grupo, con
anterioridad, a dar un golpe, pero retiró su apoyo cuatro días antes del ataque porque, conforme a la
evaluación
hecha por la Agencia, el grupo no llevaría a cabo la empresa exitosamente.
Conocimiento de la conspiración para el
golpe de 1973. Aunque la CIA no instigó el golpe que terminó con el
Gobierno de Allende el 11 de septiembre de 1973, estaba al corriente de la maquinación del mismo por parte de los
militares, tenía relaciones para recabar información de inteligencia con algunos de los conspiradores, y dado
que la
CIA no desalentó la toma del poder por los golpistas y había instigado un golpe en 1970,
apareció probablemente
como que lo toleraba.
No había manera de que nadie, incluyendo la CIA, pudiera haber sabido que Allende rechazaría la oferta de los
golpistas de sacarle sano y salvo del país y de que, en cambio -con el Palacio de la Moneda en llamas y bajo el
fuego de los tanques y el bombardeo de la aviación- optaría por quitarse la vida.
Conocimiento de las violaciones a los derechos
humanos. Los funcionarios de la CIA estaban al corriente e
informaron a analistas y políticos en 1973 que el General Pinochet y las fuerzas que terminaron con el Gobierno de
Allende estaban llevando a cabo una dura campaña en los meses que siguieron al golpe contra militantes de
izquierdas y todos aquéllos tenidos por enemigos políticos. Las actividades de algunos servicios de seguridad
hacían prever un esfuerzo a largo plazo para suprimir a los oponentes. En enero de 1974, a los funcionarios de la
CIA y personal a su servicio se les encargó rendir informes sobre las violaciones de los derechos humanos a manos
del Gobierno chileno.
Nexo con los servicios de seguridad chilenos.
La CIA tenía vínculos relacionales en Chile con el propósito
principal de asegurar la colaboración a la hora de recabar información de inteligencia sobre blancos
externos. La
CIA ofreció asesoría a estos servicios en organización interna y entrenamiento en el combate contra la
subversión y
el terrorismo desde el extranjero, no en el combate contra los oponentes internos al Gobierno. La CIA
utilizó también
este vínculo para advertir a estos servicios en relación con los abusos a los derechos humanos en Chile. La
comunidad política y la CIA reconocieron que estas relaciones abrieron la puerta a la posible identificación de
la CIA
con las operaciones internas de los servicios de enlace que llevaban aparejados abusos a los derechos humanos,
pero concluyeron que el contacto era necesario para la misión de la CIA.
Propaganda en apoyo al Régimen de
Pinochet. Tras el golpe de septiembre de 1973, la CIA suspendió la
financiación para nuevas operaciones encubiertas pero continuó con algunos proyectos de propaganda ya en
marcha, incluyendo ayuda para los medios de comunicación comprometidos con generar una imagen positiva de la
Junta Militar. Individuos chilenos que habían colaborado con la CIA pero que no actuaban bajo la dirección de la
misma contribuyeron a la preparación del "Libro Blanco", un documento con el que se buscaba justificar el
derrocamiento de Allende. Contenía la alegación de que los militantes de izquierdas tenían un plan
secreto, el "Plan
Z", para asesinar al alto mando en los meses anteriores al golpe, cosa que la CIA creyó ser probablemente una
desinformación proveniente de la Junta.
Conocimiento de la "Operación Cóndor". En el año
posterior al golpe, la CIA y otras agencias del Gobierno de
los Estado Unidos estaban al tanto de la existencia de una cooperación bilateral entre los servicios de inteligencia de
la región para el seguimiento de actividades de, y, al menos en varios casos, asesinar a, oponentes
políticos. Esta
cooperación sería la precursora de la Operación Cóndor, un acuerdo establecido en 1975 para el
intercambio de
inteligencia entre Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
4 DE SEPTIEMBRE: UNA RESEÑA HISTÓRICA
6 Septiembre 2013
,
Escrito por Concejal Maximiliano Miranda Hernández
CONCEJO MUNICIPAL N° 25 DEL 4 de Septiembre 2013
DISCURSO EN HOMENAJE AL 4 DE SEPTIEMBRE.....
(DISPONIBLE EN ACTA)
UNA RESEÑA HISTÓRICA DE UN 4 DE SEPTIEMBRE.
Aquel día era viernes 4 de Septiembre de 1970 en que ya despuntaba la primavera.
El
país amaneció con buen tiempo, los aromos floridos perfumaban el
ambiente. Parecía un día normal, pero el gran número de fotografías de
los candidatos colocados en las ventanas de las casas y en los vidrios
de los automóviles, revelaba que en esa jornada iba a realizarse una
trascendental elección presidencial, que causaba expectación mundial.
Salvador
Allende se despertó con la sensación que ese día iba a ser el más
importante de su vida, al ver cumplido su sueño de ser presidente e
instaurar el socialismo en el país, “con sabor a vino tinto y
empanadas”.
Se habían debido sortear múltiples obstáculos para ser denominado por la Unidad Popular.
El
himno “Venceremos, venceremos, mil cadenas habrá que romper...la
miseria sabremos vencer...” y el lema “El pueblo unido jamás será
vencido”…. se habían escuchado a lo largo y ancho de Chile.
Salvador
Allende vislumbraba que por fin podría realizar su postergado sueño de
implantar el socialismo por la vía electoral, siendo en ello pionero en
el mundo, lo que probaría que se podría llegar al poder a través de las
urnas.
Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista,
estaba sereno y con tranquila expectación. Su rol en la denominación de
Salvador Allende por la Unidad Popular en las prolongadas y polemizadas
negociaciones había sido fundamental.
Para él, Salvador Allende
era el mejor candidato que la izquierda podía presentar para tener
posibilidades de ganar la presidencia.
Tenía fundada confianza del
triunfo del postulante del Partido Socialista, él confiaba totalmente
en el espíritu revolucionario y la inquebrantable consecuencia política
de Allende, un demócrata a toda prueba.
Lo conocía bien, pues lo
había acompañado en las sucesivas campañas presidenciales desde 1952,
estableciendo un sólido compañerismo.
Ese día viernes, El
Mercurio, en su editorial, manifestaba: “Somos los primeros en concordar
con el propósito de que se respete sin reservas la voluntad del
electorado”.
“Este diario incluso ha insistido en que la
interpretación constitucional más equitativa es la consagrada por la
costumbre y que concede el triunfo al candidato que obtiene la primera
mayoría de los sufragios”.
Este era el reflejo de la confianza de la derecha en el triunfo de Alessandri.
La
prensa de derecha le dio amplia cobertura a un cable de la agencia UPI,
fechado el día anterior, proveniente de New York, reproduciendo un
comentario del Washington Daily News, que fortalecía la campaña del
terror contra la Unidad Popular. En este se expresaba:
“Una
victoria de Allende, ya sea en los comicios presidenciales o en el
Congreso, constituiría un golpe a la libertad de todo el hemisferio
occidental y un aliciente para Castro. Confiemos –más aún oremos- que
los votantes chilenos tendrán la prudencia necesaria para evitar que su
país caiga víctima del despotismo rojo, el terrorismo y el robo
sistemático de sus ciudadanos”.
Los titulares del diario El Siglo eran:
“La
Patria te llama a votar por Allende. A derrotar por fin el hambre, la
injusticia, el engaño e imponer bienestar para la familia chilena”. Bajo
una gran fotografía de Allende, decía “¡A votar a primera hora!
Después
de las 16.00 horas, las radioemisoras y la Televisión, empezaron a
entregar resultados ampliamente favorables a Alessandri, que lo
señalaban duplicando a Allende y triplicando a Tomic.
Eran el escrutinio de las primeras mesas de hombres de Santiago.
El
pesimismo cundió entre los partidarios de Tomic y Allende, aún cuando
estos últimos mantenían ciertas esperanzas que la situación se
revirtiera al contabilizarse los votos de provincias.
Alrededor de
las 17.00 horas, comenzaron a embanderarse las casas del barrio alto de
Santiago y a salir gente a la calle, gritando y bailando, proclamando
la victoria del candidato de derecha.
Pero, después de las 19:00 horas, la situación comenzó a experimentar un vuelco.
Todas las provincias del Norte, O'Higgins, Curicó, Talca, Concepción y Magallanes, fueron ampliamente favorables a Allende.
Entre
los allendistas, pegados a la televisión o las radios, comenzó a
expandirse una ola de júbilo y emoción ante el inminente triunfo de su
líder.
A las 19:30 horas, Allende sumaba 239 mil votos, contra 193 mil de Alessandri.
Frente a esta clara ventaja, en las sedes de los partidos de la Unidad Popular, empezaron las celebraciones.
A las 22:30 horas, Salvador Allende mantenía la delantera.
Pasada la medianoche se dieron los resultados definitivos.
Allende: 1.075.616 (36.3%)
Alessandri 1.036.278 (34.9%)
Tomic 824.849 (27.8%).
Ese mismo anochecer del día viernes 4 de septiembre de 1970,
intencionadamente se hizo circular el rumor que masas enardecidas iban a
asaltar las casas del barrio alto de Santiago, esto con la esperanza
que se produjera un golpe.
Consciente de esta amenaza, Allende
solicitó al jefe de plaza de Santiago para que le autorizara el hacer
esa misma noche, una concentración para dirigirse a sus partidarios,
llamándolos a la tranquilidad y a evitar las provocaciones.
Desde
un balcón del viejo edificio de la Federación de Estudiantes, frente a
la Biblioteca Nacional, Allende pronunció el llamado “discurso de la
victoria”:
Expresó: (Fragmentos)
“Con profunda emoción les hablo desde esta improvisada tribuna por medio de estos deficientes amplificadores.
¡Qué
significativa es –más que las palabras- la presencia del pueblo de
Santiago que, interpretando a la inmensa mayoría de los chilenos, se
congrega para reafirmar la victoria que alcanzamos limpiamente el día de
hoy………
“Yo les pido a ustedes que comprendan que soy sólo un
hombre, con todas las debilidades y flaquezas que tiene un hombre; y si
pude soportar –porque cumplía una tarea- la derrota de ayer, hoy sin
soberbia y sin espíritu de venganza, acepto este triunfo que nada tiene
de personal y que se lo debo a radicales, socialistas, comunistas,
socialdemócratas, a gentes del MAPU y del API y miles de
independientes”.
“Se lo debo al hombre anónimo y sacrificado de la patria. Se lo debo a la humilde mujer de nuestra tierra”…
“Le debo este triunfo al pueblo de Chile, que entrará conmigo a La Moneda el 4 de noviembre”.
“
Por eso, esta noche, que pertenece a la historia, en este momento de
júbilo, yo expreso mi emocionante reconocimiento a los hombres y
mujeres, a los militantes de los partidos populares e integrantes de las
fuerzas sociales que hicieron posible esta victoria que tiene
proyecciones más allá de las fronteras de la propia patria. Para los que
están en la pampa o en la estepa, para los que me escuchan en el
litoral, para los que laboran en la precordillera, para la simple dueña
de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, ,
el pequeño comerciante o industrial,, para el hombre y la mujer de
Chile, para el joven de la tierra nuestra, para todos ellos el
compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor
fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la gran
tarea común y colectiva”.
….”es honesto hacerlo así, reconocer que
el gobierno (de E. Frei) entregó las cifras y los datos de acuerdo con
los resultados electorales. Quiero reconocer que el jefe de plaza,
general Camilo Valenzuela, autorizó este acto, acto multitudinario, en
la convicción y la certeza que yo le diera de que el pueblo se
congregaría, como está aquí, en actitud responsable, sabiendo que ha
conquistado el derecho a ser respetado, respetado en su vida y respetado
en su victoria, el pueblo sabe que entrará conmigo a La Moneda el 4 de
noviembre”….
“Les pido que se vayan a sus casas con la alegría
sana de la limpia victoria alcanzada y que esta noche, cuando acaricien a
sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que
tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño,
para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en
nuestra patria”.
Sólo el domingo 6 saldrían con sus vehículos a
las calles Providencia y Las Condes, tocando sus bocinas, portando
banderas chilenas y retratos de Alessandri vociferando “contra el fraude hasta el final, Alessandri presidente es mandato nacional”
Comenzaba formalmente el sabotaje.
Por
otro lado, el mundo progresista nacional e internacional celebró la
victoria de Salvador Allende con gran entusiasmo y optimismo, pues se
abría la posibilidad real y cierta de constituir una sociedad más
igualitaria, solidaria y justa, bajo la conducción de un líder en quien
se confiaba plenamente, logrado a través del sufragio universal.
La
noticia del triunfo de Salvador Allende despertó la ira de Richard
Nixon y Henry Kissinger, quienes criticarían duramente a sus
funcionarios del Departamento de Estado de su país, diciendo:
….“estos idiotas que no evitaron la elección de Allende”.
Por su parte, Richard Nixon exclamaría indignado en referencia a Allende:
“¡Ese
bastardo hijo de puta. Vamos a patearle el trasero!”, según se consigna
en las grabaciones de la Casa Blanca y ordenó: “…hacer crujir la
economía chilena”.
El embajador Korry sería bien explícito al amenazar:
“No se
permitirá que llegue a Chile ni un perno ni una tuerca durante el
gobierno de Allende. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para
condenar a Chile y a los chilenos a la máxima privación y pobreza, una
política diseñada para durar largo tiempo a fin de acelerar las
dificultades de una sociedad comunista en Chile.”
Rápidamente el gobierno norteamericano implementaría el proyecto FULLBELT para derribar a Allende.
Más tarde, el director de la CIA, Helms, confesaría:
“El
presidente me ordenó instigar un golpe militar en Chile, un país hasta
entonces democrático. A Nixon y a Kissinger no les preocupaban los
riesgos que esto entrañaba”.
Las grandes empresas trasnacionales,
como Anaconda, Kennecott e ITT, se prepararon para evitar su
nacionalización, contribuyendo a combatir a Allende.
Las
agrupaciones empresariales, desde la CPC, la Sofofa, la SNA, los
camioneros, hasta el Comercio Detallista se prepararon para impugnar las
medidas del nuevo gobierno y después asumirían actividades
conspirativas y sediciosas para que fuese derrocado.
Pablo Rodríguez y Jaime Guzmán formarían Patria y Libertad para derribar a Allende.
Dirigentes
de derecha como Bulnes, Jarpa, Diez y otros harían una cerrada
oposición para causar desestabilización y caída del régimen de la Unidad
Popular.
La fuerza de Estados Unidos aliada con los intereses
chilenos, emprendería una lucha a muerte en contra del gobierno de la
Unidad Popular.
Sería una batalla sin cuartel que demoraría mil
días para su infausta consumación, con el prolongado quiebre de la
prestigiada democracia de Chile.
Lo prolongado de esta resistencia
del Gobierno de la Unidad Popular, legalmente constituído contra estas
fuerzas tan incontrarrestables, se debió a la vitalidad y profundo
humanismo que implicaba el anhelo de igualdad, justicia social y
solidaridad del proyecto de Salvador Allende.
Se pretendía que los
trabajadores fuesen tratados con dignidad, percibiendo remuneraciones y
jubilaciones justas; eliminar el afán de lucro como motor del
desarrollo; proveer una educación que promocionara la movilidad social y
no la segregación; dar a todos una buena atención en salud; alentar la
participación ciudadana; impedir la concentración de la riqueza en unos
pocos privilegiados, ayudar al mediano y pequeño empresario, en fin,
privilegiar siempre el bien común. La aplicación de las 40 medidas que
hasta hoy tienen vigencia política.
Pese a las dificultades de
desabastecimiento, paros empresariales y sabotajes, el gobierno de la
Unidad Popular mantenía un alto porcentaje de adhesión, reflejado en la
alta votación de marzo de 1973 la que llegó al 44% del electorado.
Aún
podría haberse mantenido la institucionalidad democrática si no se
hubiese producido la alevosa traición de Augusto Pinochet y la cúpula
militar, traición a la constitución patrocinada por políticos que
estaban incómodos con los cambios que fueron a golpear las puertas de
los cuarteles y despertar las ambiciones de algunos de sus generales.
Pero,
por desgracia, la historia no puede retrotraerse y tantas esperanzas
quedaron frustradas, desencadenándose la gran tragedia sobre el país,
cuyas secuelas aún persisten.
El director de la CIA en 1973,
William Colby, describiría la exitosa actuación de su organismo en
Chile, durante el gobierno de la Unidad Popular en forma bastante
gráfica.
Comentaría que consistió en: ….“un prototipo o
experimento de laboratorio para probar las técnicas de gran inversión
económica, destinada a desprestigiar y derrocar a un gobierno”.
Esta práctica imperialista es aplicada hasta el día de hoy en diferentes latitudes del mundo.
Para
que nosotros estemos aquí reunidos, han habido muchos hermanos
sacrificados, presentes y ausentes, otras generaciones con otras vistas
de la historia y sensibilidad de ella, por lo cual se ha reconquistado
la democracia en donde diferentes actores sociales conforman la
Concertación de Partidos por la Democracia, que hoy se renueva y refunda
con esta nueva realidad circundante con un nuevo proyecto político, en
donde hoy nos movemos nuevamente, por un objetivo común: nace y se
constituye la Nueva Mayoría.
En un día como hoy es de justicia el
recordar nuestra historia de la cual de una u otra forma, hemos sido
actores activos o pasivos pero actores al fin.
Salvador Allende Gossens, un hombre que sólo fue un intérprete de
un sueño y un anhelo social de grandes movimientos humanos de chilena
hermandad, un demócrata y un republicano de fina cepa y alta ética
política y moral, -a quien dedico con dolida emoción esta reseña
histórica en honor a su nombre, a una época de Chile, a una nación
herida que no logra sanar por la ausencia de justicia y reencuentro por
no llegan a su seno sus hijos desaparecidos.