¿Qué hace a un genio ser un genio? Es una pregunta que nos hemos hecho a lo largo de toda la historia. Todo el mundo aspira a alcanzar la excelencia pero muy pocos la logran y, en la mayoría de ocasiones, no entendemos cómo una u otra persona ha logrado lo que ha logrado. ¿Cómo consiguió Picasso mantener siempre un altísimo nivel en su inmensa obra pictórica? ¿De dónde sacó el tiempo Stockhausen para componer un total 363 obras? ¿En qué momento se le ocurrió a Einstein formular la teoría de la relatividad? La obra de Mozart fue catalogada por Ludwig von Köchel en el año 1832. Comprende 626 opus.
Hay
quien piensa que un genio nace, no se hace: sencillamente, tiene el
talento para una actividad concreta y le basta con desarrollarla para
alcanzar la excelencia. Pero esto es una visión muy simplista de la
realidad y, además, como han comprobado numerosos estudios, falsa. No
cabe duda de que un genio es talentoso por naturaleza, pero el talento no es ni de lejos la característica más importante del mismo.
Estos son las cinco cosas que, sin excepción, cumplen todos los genios.
Y no todas son agradables para el común de los mortales.
1. Son curiosos e impulsivos
Para elaborar su libro Creatividad (Paidós, 2008), el profesor Mihaly Csikszentmihalyi
entrevistó a 91 genios, de todas las disciplinas, incluyendo a 14
premios Nobel. Una de sus principales conclusiones es que las personas
con mentes privilegiadas, que logran creaciones excepcionales, tienen
dos cosas en abundancia: curiosidad y determinación. “Están
absolutamente fascinadas por su trabajo y, aunque haya otras personas
más brillantes, su enorme deseo de lograr lo que se proponen supone el factor decisivo”, asegura Csikszentmihalyi.
2. Lo importante no es la educación, son las horas que dedican a su especialidad
Solemos
asociar el expediente académico con la excelencia, pero son cosas que
no siempre están relacionadas. El profesor de la Universidad de
California en Davis, Dean Keith Simonton, realizó un
estudio en que analizó los expedientes académicos de más de 300 genios
nacidos entre 1450 y 1850, entre ellos gente como Leonardo da Vinci, Galileo, Beethoven o Rembrandt. Determinó
cuánta educación formal había recibido cada uno y midió sus niveles de
eminencia a través de sus obras de referencia. Sus resultados fueron
sorprendentes. La relación entre educación y excelencia, al trasladarse a
un gráfico tenía forma de campana: los creadores más destacados eran aquellos que había recibido una educación media, algo así como una diplomatura. Los que habían recibido una mayor y una menor educación eran menos creativos.
Los creadores más destacados son siempre aquellos que más han trabajado en su especialidad y han dedicado su vida a ella
No
cabe duda de que los genios más destacados seguían estudiando, pero
eran autodidactas y, sobre todo, unos adictos al trabajo. “Los genios
son todos iguales”, explicaba el crítico literario V.S. Pritchett, “nunca dejan de trabajar, no pierden un minuto. Es deprimente”. La realidad es que, sin esfuerzo, el talento importa poco.
Los creadores más destacados son, siempre, aquellos que más han
trabajado en su especialidad, han dedicado su vida a ella, han aprendido
todo lo que se podía aprender, y han llevado su pasión al límite.
3. Son muy críticos con su trabajo
Según el psicólogo Howard Gardner, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, los grandes genios como Picasso, Freud o Stravinsky
tenían un patrón similar de trabajo, que se basaba en el ensayo y
error: analizaban un problema, creaban una solución, la probaban y
generaban una retroalimentación constante. “Los individuos creativos”,
asegura Gardner, “emplean una considerable cantidad de tiempo en reflexionar acerca de lo que quieren alcanzar, si han tenido éxito o no y, si no lo han logrado, qué deben hacer diferente”.
Las mentes creativas son también las más metódicas.
4. Son sacrificados, solitarios y, en ocasiones, neuróticos
Los
genios están todo el rato pensando en su obra y esto tiene múltiples
desventajas. Dedicar todo tu tiempo al trabajo implica un sacrificio
inmenso y una merma en las relaciones sociales. Según Csikszentmihalyi,
la mayoría de genios son marginados durante la adolescencia, en parte
porque “su intensa curiosidad e intereses muy focalizados resultan
extraños a sus compañeros”, en parte porque los adolescentes demasiado
gregarios no están dispuestos a gastar tiempo, en soledad, para cultivar
su talento. “Practicar música o estudiar matemáticas requiere una
soledad temible”, asegura el profesor.
En ocasiones, el sacrificio necesario para ser un genio puede rozar lo patológico. La
entrega puede tornarse en obsesión: las personas excelentes no son
necesariamente felices. Basta ver el ascetismo que alcanzaron Freud, T. S. Eliot o Gandhi, o la soledad autoimpuesta que desarrolló Einstein. Muchos genios desarrollan, además, una personalidad neurótica: su trabajo les volvió maniáticos y egoístas.
5. Trabajan siempre por pasión, nunca por dinero
Los
verdaderos genios se desviven por su trabajo y, en ningún caso se
entregan a éste por dinero, sino por pasión y vocación. “Los artistas
que han desarrollado su pintura y escultura por el placer de la
actividad en sí más que por las recompensas extrínsecas, han producido
un arte que ha sido reconocido socialmente como superior”, asegura el
pensador y escritor Dan Pink en su libro La sorprendente verdad sobre qué nos motiva (Gestión 2000). “Además, son aquellos a los que motivaba menos las recompensas extrínsecas los que, finalmente, las recibían”.
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