Siempre es fácil apreciar errores de previsión cuando las cosas ya
han ocurrido. Especialmente, tras un incidente de tal magnitud como el
que ha afectado a la central nuclear de Fukushima. Una vez se haya
superado la actual amenaza nuclear, y tras descontar la fuerza
destructora del terremoto y el posterior tsunami, el objetivo inmediato
será aprender de los eventuales errores de diseño y de prevención de
riesgos que se hayan podido cometer para intentar evitarlos en el
futuro.
Lo que más sorprende a un profano como yo es que, el país que acuñó
la palabra tsunami, y que aprendió a vivir con la constante amenaza de
terremotos y maremotos, diseñase una central tan desprotegida del mar.
Viendo la fotografía aérea de la central,
con el atrevimiento que da la ignorancia, y con el evidente desprecio a
los costes que debe presidir la prevención de un riesgo tan grave como
el nuclear, me atrevo a plantear las siguientes cuestiones:
1. La propia foto aérea de la central
Me extraña que la zona no aparezca pixelada en Google Maps.
Tratándose de una infraestructura crítica y a la vez, de un objetivo
militar, se supone que los gobiernos deberían preocuparse de que los
suministradores de estos servicios de la sociedad de la información
oculten este tipo de instalaciones y las zonas adyacentes.
2. El número de reactores
Supongo que se producirán muchas economías de escala, pero me parece
excesiva la concentración de reactores en tan poco espacio. Ello tiene
que incrementar el riesgo de que una catástrofe natural afecte a más de
un reactor, como así ha ocurrido, y dificultar las maniobras de acceso,
extinción de incendios, refrigeración de emergencia, etc. Es posible que
los equipos de emergencia que están actuando a la vez en los cuatro
reactores afectados estén entorpeciéndose entre ellos. Aunque también es
posible que sean más eficientes trabajando juntos.
3. La alineación de los reactores
Teniendo en cuenta que la principal amenaza proviene del mar, resulta
raro ver una alineación de los reactores de forma paralela a la costa.
Parece que estén esperando la ola con los brazos abiertos. Tal vez una
alineación perpendicular a la costa ofrecería un frente más reducido que
permitiría ser protegido de manera más eficiente. En otras palabras, si
yo tuviese que enfrentarme a una gran ola, preferiría ir en un barco
situado con la proa contra la ola antes que en uno situado en paralelo a
la ola.
4. La ausencia de defensas
La imagen de la central es de total desamparo frente a las
inclemencias del mar. Los diques no parecen diferentes de los que podría
tener cualquier puerto del Mediterráneo. Pero aquí la diferencia es que
la central se encuentra en una de las zonas con mayor probabilidad de
tsunami del mundo. Ante una ola de diez metros de altura poco se puede
hacer, pero con una alineación perpendicular a la costa y un frente
máximo de 200 metros, tal vez hubiese sido posible construir un dique
más alto y en forma de cuña que desviase la fuerza del agua hacia los
lados. Repito que es pura intuición basada en el diseño de los barcos,
en la estructura del blindaje frontal de los carros de combate y en los
muros en forma de estrella de las antiguas ciudadelas militares,
destinados a resistir el impacto directo de la artillería.
5. La Gran Paradoja de una planta generadora de electricidad que se queda sin electricidad
A un profano como yo le resulta difícil de creer que una central
destinada a generar electricidad pueda quedarse sin la energía que ella
misma genera. Si los submarinos nucleares tienen una autonomía que se
cuenta en meses, ¿cómo puede una central nuclear tener una autonomía que
se cuente en horas si la principal amenaza es conocida, está prevista y
se conoce su techo máximo?. Debido a la parada de emergencia, la
central no producía electricidad, y los generadores resultaron dañados
por el tsunami, pero la energía eléctrica necesaria para la bomba de
refrigeración se puede acumular para seguir teniendo suministro
eléctrico por un tiempo muy superior a las 8 horas.
6. Baterías insuficientes y enchufes no normalizados
Como he dicho, parece ser que las baterías que debían alimentar las
bombas de refrigeración tenían una duración máxima de 8 horas y cuando
se agotaron se recurrió a generadores móviles, que inicialmente no
pudieron ser conectados porque los conectores eran diferentes a los de
las bombas de refrigeración.
7. Ausencia de generadores eléctricos subterráneos
Antes de recurrir a las baterías, las bombas del circuito de
refrigeración se habían quedado sin electricidad porque los generadores
habían sido afectados por el tsunami. Eso significa que estaban en la
superficie, ya que si hubiesen estado protegidos en un búnker
subterráneo, tan blindado y hermético como merece el último recurso
energético existente para mantener baja la temperatura del núcleo, no
habrían sufrido un impacto directo de la ola.
8. Desprotección de las instalaciones críticas para la seguridad de la central
Con la debida prudencia, concluiría que lo ideal habría sido mantener
todas las instalaciones implicadas en la seguridad del reactor en una
sala subterránea y blindada, protegida frente a terremotos y maremotos,
que formase una sola pieza con el búnker del reactor, y que dispusiese
de los mismos elementos de seguridad. ¿De qué sirve que el reactor esté
protegido por una cúpula capaz de resistir el impacto directo de un
misil si el circuito de refrigeración, los generadores que permiten su
funcionamiento y los restantes elementos de seguridad tienen un nivel de
protección inferior?. Una cadena es tan fuerte como el más débil de sus
eslabones, y en este caso, el eslabón más débil parece que fue la
protección de los generadores de electricidad.
La enseñanza de este accidente, aplicable a la prevención de
cualquier tipo de riesgo, está ya definida en la llamada Ley de Murphy, y
consiste en asumir que, ante una lista de posibles fatalidades, existe
la opción de que todas ellas tengan lugar de forma coetánea o
secuencial.
En un diseño de defensa en profundidad como el de Fukushima, las
amenazas superaron una sucesión de bastiones y líneas de defensa que
parecían insuperables en su conjunto:
- La seguridad de la central de Fukushima fue diseñada para aguantar un terremoto de una potencia 8,2 y el terremoto fue de 8,9.
- Ante el terremoto, se produjo la parada de emergencia de los reactores y las turbinas dejaron de producir electricidad.
- El circuito de refigeración dejó de recibir suministro eléctrico.
- Se pusieron en marcha los generadores diésel externos.
- Entonces vino el tsunami y averió los generadores externos.
- La última línea de defensa eran las baterías, que funcionaron ocho horas antes de agotarse.
- Entonces se recurrió a los generadores móviles, cuyos conectores no coincidían con los de las bombas de refrigeración.
- Cuando se consiguió recuperar el circuito de refrigeración, había pasado un tiempo precioso.
Todas las líneas defensivas fueron superadas por una cadena de
fenómenos naturales previsibles, pero con una magnitud y una sucesión en
el tiempo que resultaron letales. Si ante acciones de la naturaleza, y
por lo tanto no provocadas intencionadamente por el hombre, el efecto es
tan devastador, la pregunta inmediata es: ¿qué sucedería ante un ataque
intencionado que tuviese en cuenta todas estas vulnerabilidades,
algunas de ellas apreciables a través de Google Maps?
Teniendo en cuenta la progresiva implantación de los protocolos
TCP/IP en los sistemas de control SCADA, ¿podría tener éxito un ataque a
través de Internet orientado a producir una parada de emergencia del
reactor, dejar el circuito de refrigeración sin energía, impedir la
puesta en marcha de los generadores externos e interferir las
comunicaciones de los equipos de emergencia?
A principios de los ochenta, tuve la suerte de visitar las obras de
la central nuclear de Ascó II y pasé un buen rato bajo la cúpula que más
tarde albergaría el núcleo del reactor. La emoción que sentí fue
parecida a la del que está en un lugar que nunca ha pisado el hombre.
Pero en aquel momento único, la emoción venía dada, en realidad, por la
absoluta certeza de estar en un lugar que nunca más volvería a pisar el
ser humano.
Errores clave de Fukushima
|
Blinky Creacion de Mr. "Scrooge" Burns |
A tres años de la catástrofe de Fukushima
los japoneses desconfían a tal punto de las informaciones oficiales que
han empezado a medir la radiactividad en la isla por su cuenta. Los
resultados son publicados en internet. El terremoto y el Tsunami que
azotaron a Japón el 11 de marzo de 2011 dejaron una huella profunda en
la vida de sus pobladores, pero los daños sufridos por los reactores
nucleares de Fukushima y la consecuente fuga de material radiactivo
arrojan una sombra sobre el futuro de la isla”. Así comienza una nota de
la Deutsche Welle de Alemania publicada este martes que resume el temor
de los japoneses por la crisis nuclear. Según el informe, el miedo de
los ciudadanos a la contaminación atómica es tan grande como la
desconfianza que le inspiran en este momento las autoridades.
Este domingo se cumple un año de este
terremoto con posterior tsunami. El martes, Joel Rosenberg y Ricardo
Leiva entrevistaron en No toquen nada, de Océano FM,
a Ramón Méndez, Doctor en Física, profesor grado 5 de la Facultad de
Ingeniería, y uno de los principales expertos uruguayos en el tema de
energía nuclear para repasar lo que sucedió en ese momento, cómo fue el
proceso específicamente en esa planta nuclear después, y en qué punto
están ahora, con este temor de los japoneses.
Méndez trabaja en comisiones de la
Agencia Internacional de Energía Atómica hace tres años, de ser el
director nacional de Energía. Durante la entrevista, el jerarca aclaró
que sus opiniones en este caso eran como técnico y no como funcionario.
El 11 de marzo de 2011 el impacto de un
tsunami en la central administrada por la compañía Tokio Electric Power
superó las barreras de seguridad que tenía la planta y dañó severamente
tres de los seis reactores. Rápidamente el incidente llegó a Nivel 7, el
máximo dentro de la escala de accidentes nucleares, y quedó instalado
en la historia junto, por ejemplo, al caso de la central soviética de
Chernobyl en territorio ucraniano en abril de 1986.
Joel Rosenberg: Ramón, ¿qué pasó exactamente ese día?
Ramón Méndez: Se trató de un terremoto,
no hubo ningún antecedente en la historia reciente, en la historia
documentada de Japón, de 9.0 en escala Richter. Luego se dio un tsunami,
una ola de una altura de cuatro pisos, catorce o quince metros. Y lo
que sucedió fue que de forma inmediata el terremoto dañó la central. Al
dañarse la central se resolvió pararla pero una central no se apaga como
se apaga una llavecita de luz sino que hay que enfriar el reactor. El
reactor sigue funcionando, sigue generando calor, ese calor es el que
genera electricidad, y hay que enfriarlo. El proceso de enfriamiento
precisa que circule mucha agua, y para circular agua se precisan bombas
eléctricas que hagan circular esa agua. Cuando se resuelve parar el
reactor debido a las consecuencias del terremoto se prenden equipos
secundarios que son bombas eléctricas para hacer circular el agua.
Cuando un rato después llega la ola del tsunami, la ola del tsunami
barre completamente todos esos equipos, entonces deja de circular agua.
Al dejar de circular agua, la temperatura empieza a aumentar, aumentar,
aumentar, hasta que se corrió el riesgo de que se fundiera el reactor,
es decir que la carcasa que contiene al reactor en sí se funde por la
alta temperatura y se liberan en la atmósfera todos los componentes del
núcleo. Esa es una catástrofe que ocurrió solamente una vez en la
historia, en el caso de Chernobyl.
No se llegó a ese punto.
Sí, se llegó parcialmente. Al comienzo no
se sabía, luego sí se supo que efectivamente en más de uno de los
reactores la temperatura no se logró controlar a tiempo, ahora veremos
por qué no se logró controlar a tiempo, creo que es interesante. Y al no
lograrse controlar a tiempo, se fundió de forma parcial el núcleo y por
eso es que parte efectivamente de la radiactividad que está contenida
siempre dentro del reactor, se liberó a la atmósfera.
Ricardo Leiva: Según un informe
realizado por la fundación Iniciativa para Reconstruir Japón, que es un
informe interesante porque consultó a las 300 personas más directamente
involucradas con la crisis, la principal responsabilidad fue de la
empresa porque no tenía previsto un escenario de tsunami como el que se
dio. ¿Qué evaluación se hizo desde la IAEA, de las responsabilidades del
gobierno y de la empresa en este caso?
Sí, IAEA no hace evaluaciones que
terminen en un fallo condenatorio, por decirlo de alguna forma. Sí se
hacen evaluaciones técnicas y se trata de incidir para que los países
hagan las cosas lo más adecuadamente posible. La IAEA muy rápidamente se
involucró en el tema. Recordemos aparte que el director general de la
Agencia es un japonés precisamente. Mandó una persona de gran confianza
inmediatamente a Japón para tratar de hacer un seguimiento lo más
cercano posible. Lo que se observó, se hizo público y el propio gobierno
japonés reconoció, es que hubo fallas importantes de la empresa que
manejó y que sigue manejando la central. En primer lugar porque había
errores de diseño de la central. Uno puede decir: bueno, la central se
comenzó a construir a comienzos del año 70. A partir de allí hubo
evoluciones en las recomendaciones y en los márgenes de seguridad. Pero
contrariamente a algunos informes que indicaban que por ejemplo existía
el riesgo de tsunami, la empresa consideró en su momento que esas
amenazas eran poco creíbles o poco probables, y por lo tanto no hicieron
algunos cambios. De hecho la planta estaba hecha para protegerse ante
olas de hasta cinco metros, y olas de más de cinco metros sí han
existido en la historia reciente de Japón, porque los tsunamis son algo
frecuente. No de catorce o quince como fue esta, pero sí de más cinco o
seis.
Hubo olas más altas que los muros de contención.
Claro. Había muros de contención. Es
usual que las plantas nucleares estén al borde del mar porque precisan
mucha agua para la refrigeración, pero lo que no es usual es que no
tengan la protección adecuada en un país altamente sísmico y altamente
“tsunámico”, digamos, como el Japón. Hay un primer tema importante, que
había una deficiencia, no un error de diseño sino una deficiencia de
diseño que no se corrigió con los años. Un segundo tema tiene que ver ya
con temas más económicos. Es una empresa privada, TEPCO, la propietaria
de esta central. Y lo que se tardó demasiado tiempo en hacer fue, ante
la imposibilidad de colocar agua dulce, el agua que tomamos, en los
reactores para tratar de enfriarlos, la solución obvia para hacerlo
inmediatamente es tomar agua de mar y meterla a prepo dentro de los
reactores, eso inutilizaba para siempre los reactores, porque el agua de
mar es salada y la sal destruye todo lo que hay ahí adentro, a la
larga. Y por lo tanto meter agua de mar dentro de los reactores era
matar a los reactores. Estamos hablando de algo que si hoy se volviera a
hacer esa central con cuatro módulos como tiene Fukushima, estamos
hablando de entre 20 y 25 mil millones de dólares, del costo de rehacer
esa planta. Se tardó demasiado tiempo. Se tardó más de 24 horas y cuando
pasaron esas 24 horas iniciales para tomar la decisión de dar por
muerta la planta ya había daños irreversibles.
Joel Rosenberg: O sea que ahí hubo
un tema económico, de decir “vamos a tirar 20 mil millones de dólares
por la borda, ¿qué hacemos?”
Y en esas 24 horas, 30 horas, que se
tardó en tomar la decisión, ya se calentó demasiado el reactor, no se lo
conseguía enfriar por los medios tradicionales y se empezó a fundir.
Empezaron a producirse una serie de reacciones en cadena posteriormente
que terminaron con una explosión. No una explosión nuclear, sino
simplemente se liberó hidrógeno, y fue el hidrógeno el que terminó
explotando.
Volaron los techos, volaron los edificios
de contención. Pero no se produjo una explosión nuclear, fue una
explosión química, una explosión de hidrógeno.
El otro tema también, que es más
institucional de alguna forma, se evalúa que no funcionaron de la manera
más adecuada los vínculos entre las autoridades nucleares estatales,
gobierno y la empresa privada.
Vale recordar que cayó el primer ministro en Japón, no solamente por la crisis nuclear sino por toda la situación vivida.
Claro, por todo el manejo. El primer
ministro muy rápidamente tuvo la información de que la catástrofe podía
llegar a ser muy importante en función de lo que pasara, presionó mucho a
la empresa, pero también falló de alguna forma el organismo, lo que se
llama la autoridad reguladora nuclear de Japón, que todos los países lo
tienen, nuestro país también.
Ricardo Leiva: Como que el primer ministro lo sacó del medio y empezó a comandar él directamente.
Exactamente, porque hubo una información
de la unidad reguladora, que es estatal, que no advirtió tan fuertemente
lo que podía llegar a pasar. Incluso en primera instancia esta
autoridad reguladora nuclear estatal desestimó la posibilidad de que se
produjera esta explosión de hidrógeno, y finalmente ocurrió. Entonces
eso fue un hecho importante para el gobierno para decir. “opa, acá no
nos están asesorando adecuadamente”.
Ricardo Leiva: Además de la
tensión económica también que podía funcionar para la empresa como una
cuestión para frenar algunas decisiones, estaba la tensión por el tema
de evacuar a la gente y proteger la seguridad de las personas. ¿Cómo
funcionó eso?
En primera instancia uno de los
aprendizajes de Chernobyl, que fue el otro gran accidente, es que se
evacuó mal, tarde, se evacuó gente que no había que evacuar. Se
terminaron evacuando como dos millones de personas. Fue una catástrofe
del punto de vista humanitario más que del punto de vista nuclear. Murió
relativamente poca gente, por decirlo de alguna forma medio brutal,
pero cientos de miles o millones de personas sufrieron otro tipo de…
Consecuencias por no evacuarse a tiempo.
Claro, por no evacuarse a tiempo, o por
desplazarlos sin necesidad. Las consecuencias de que te echen de tu casa
de golpe, dejes todo y te instalen en un lugar, en un campo totalmente
sin ningún tipo de condiciones adecuadas para vivir. Hubo una evacuación
muy rápida de las zonas más cercanas. Todavía hoy existen varios
cientos de kilómetros cuadrados que están prohibidos para presencia de
seres humanos. Pero se temió y se pensó en la posibilidad, ahora lo
sabemos, de evacuaciones mucho mayores, incluso de evacuar la propia
ciudad de Tokio. Porque en caso de que realmente no se pudiera controlar
el reactor, como durante muchos días estuvo sobre el filo de la navaja…
No hubiera sido una tarea muy sencilla.
Ahora después de cierto tiempo empezaron a
aparecer los informes con los datos de lo que efectivamente sucedió,
los temores que se tuvieron, y la evacuación de Tokio estuvo prevista
dentro de los planes posibles.
Joel Rosenberg: Te traigo al presente,
a hoy, casi un año después. “Un equipo de la BBC que pudo ingresar hace
pocos días a la zona de la planta por primera vez informó que ahora hay
trabajando en el lugar unos 3.000 operarios”. ¿Qué hay ahí? ¿Qué pasa
con aquella coraza que se le iba a hacer a la planta para que no
siguiera irradiando? ¿Qué es lo que pasó?
Ahora hay dos cosas para hacer, que están
haciendo. La primera es tratar de terminar de parar esa planta,
garantizar que está todo bajo control.
Todavía no terminaron.
Técnicamente está lo que se llama la
“parada en frío”. La planta se detuvo, no produce electricidad, como
sucede desde hace un año, pero además está bajo control en el sentido de
que no hay riesgo más grande que vuelva a subir la temperatura y vuelva
a producirse un problema. Ahora, está lleno de lugares contaminados,
está lleno de lugares donde puede haber pérdidas de sustancias
radiactivas. Permanentemente hay pequeñas fugas que se arreglan
rápidamente. Hay muchos termómetros que están dentro de la central que
funcionan mal, porque se empezaron a romper, entonces de pronto aparece
como que empezara a subir la temperatura y en realidad se descubre que
era el termómetro que estaba roto y no que estaba subiendo la
temperatura. Es una máquina compleja que está bajo condiciones todavía
extremadamente precarias.
¿Y los 3.000 tipos que están ahí no están en riesgo permanente?
Hoy los que están ahí no están en riesgo
permanente, pero sí están en riesgo menor. Los primeros operarios que se
mantuvieron ahí, y el jefe de la planta que tuvo un rol muy importante
al decir “yo me quedo acá”, y la gente resolvió quedarse aún a riesgo de
su vida, y muchos de ellos probablemente van a morir en los próximos
años por cánceres que se le van a generar a partir de la radiación que
recibieron.
Sí, de esos se conocieron algunas
historias. Recuerdo cuando los periodistas ingresaron a hablar con
ellos, uno de la Cadena Ser. Hubo una decisión que se puede calificar de
muy japonesa: “acá nos quedamos y acá nos hundimos con la planta”.
Sí, sí, totalmente. ¿Qué mejor
información puede tener sobre los daños nucleares que los trabajadores
de una planta nuclear? Pero, sin embargo, conscientemente muchos tomaron
la decisión de quedarse y de resistirse a ser evacuados. Como máximo se
alejaron durante unas horas cuando había grandes picos de radiación.
Pero se mantuvieron al firme.
Desde la audiencia Alex dice que “hay
acusaciones de TEPCO está falsificando los datos, de hecho los equipos
de medición de radiación tienen un nivel de fallo de 2.5 veces más que
los demás y se sospecha que son apropósito”.
No, yo creo que hoy no hay ningún margen
de que se produzca algo así, primero porque no es TEPCO la que hace las
medidas excepto estrictamente en el lugar. Hay medidas independientes,
hay medidas del gobierno, hay medidas auditadas por la Agencia
Internacional de Energía Atómica. Creo que hoy no hay mucho margen para
que se presenten datos erróneos.
Dice este mensaje: “Lo que se
entiende es que el riesgo del uso de energía nuclear, lo más peligroso
es la gestión y el diseño, las personas a cargo y los políticos”.
Sí, claro, todo está involucrado. Está
involucrado el diseño técnico… Siempre se puede hacer cosas más seguras
gastando mucha más plata, con cierto límite, naturalmente. Hoy en día se
sabe hacer centrales nucleares mucho más seguras que las que se
construyeron en la década del 70. Pero de última siempre tiene que ver
con lo económico y con la psicología de la gente. Por un lado, toda
decisión de seguridad, cuanta mayor seguridad más cara es. Acá vimos por
ejemplo el caso de lo que sucedió hace un año en Fukushima, de que por
preservar la planta…
Hubo 24 horas que pudieron ser fundamentales.
Fueron fundamentales. Pero también tiene
que ver con la psicología de los operarios, o sea, se aprendió en la
historia nuclear que más allá de la seguridad tecnológica de la planta
en sí está lo que se llama la cultura de la seguridad y por eso después
de Chernobyl cambiaron fuertemente todos los protocolos de capacitación
de la gente. Desde el operario de la planta hasta la persona que limpia
los baños todos reciben una capacitación muy importante porque tienen
que tomar noción del riesgo del aparato que están manejando, por decirlo
de alguna forma. Pero cuando la gente se coloca en una situación
límite, por más entrenamiento que tenga y por más evaluaciones
psicológicas que se hayan hecho previamente, cómo se responde es algo
impredecible.
¿Cuál es la zona de exclusión hoy en
día que la Agencia Internacional de Energía Atómica manifiesta que es
segura? ¿Cuál es la zona que era la segura y cambió? ¿Cómo está esa
situación?
Depende de para qué es la seguridad, si
es para vivir, para cultivar, para pasar, en fin, pero va entre los 30 y
100 kilómetros de distancia.
30 es la más cerrada, ahí adentro nada.
Sí. Todavía hoy existen alrededor de
340.000 japoneses desplazados. Vamos a ser justos, no todos a
consecuencia de la radiación nuclear.
Ricardo Leiva: Sí, también hubo terremotos.
Les destrozaron las ciudades donde
vivían, simplemente. Pero es una zona importante. Japón es un país chico
para la cantidad de gente que tiene. Tiene una cantidad de zonas
montañosas y no habitables, entonces la zona habitable de Japón es
pequeña, y esta distancia es enorme. Este radio de exclusión es muy
importante.
Joel Rosenberg: Para cultivar, decía la nota esta de la agencia IPS, 60 kilómetros.
Sí, depende también del tipo de cultivo,
porque hay algunos cultivos que fijan más algunas sustancias radiactivas
que están en el aire o en el suelo. Lo que se está haciendo ahora,
además de terminar de controlar las centrales, es lo que se llama la
remediación, es decir, tratar –lo que sale miles de millones de dólares-
te descontaminar toda esa zona. Lo que quiere decir, desde limpiar
casas, quitar capas de suelo, todo donde se detecta que hay un nivel de
radiación por encima de lo normal, por encima de lo que pueda ser
peligroso, lo permitido, hay que quitarlo y hay que ver dónde se lleva
eso y de qué manera se trata, para tratar de recuperar esa zona que hoy
en día sigue estando inutilizable para varios usos humanos o de la
naturaleza.
Ricardo Leiva: De todas formas es
un tipo de material radiactivo que tiene algunas ventajas respecto a lo
que pasó en Chernobyl. Por lo menos tiene menos tiempo en que puede
durar activo.
Los diferentes tipos de sustancias que se
liberan o que están presentes dentro de un reactor nuclear y que pueden
llegar a liberarse en un accidente como este, tienen lo que se llama
diferente vida media, es decir, hay algunas sustancias radiactivas que
se desintegran, se transforman en otro tipo de sustancia que es menos
peligrosa o que deja de ser peligrosa, y el tiempo en el cual dura esa
transformación, el tiempo que se mantienen activas, por decirlo de
alguna forma, varía con los diferentes tipos de sustancias. Algunas son
de minutos, de horas, otras son de años. En particular hay un par que
son las más peligrosas y que tienen vida útil de varias decenas de años.
Entonces realmente si uno quiere volver a ocupar en un tiempo escala
humana esas zonas hay que quitarlas directamente.
Joel Rosenberg: ¿Quitarlas es una tarea millonaria?
Miles de millones de dólares. El costo de todo esto supera ampliamente los 100 mil millones de dólares.
Esa tarea de limpieza.
Todo. Lo que está valuado es la
reconstrucción de Japón, de los cuales gran parte es reconstrucción de
infraestructura, la remediación nuclear va a superar muchas decenas de
miles de millones de dólares.
¿Y las partículas se siguen
trasladando? Porque hubo mediciones en Tokio, por ejemplo. Aquí tengo
una nota de Deutsche Welle que dice que hay unos veinte focos de
radiactividad alta en Tokio, a 260 kilómetros de la planta.
Sí, a ver, la radiactividad está presente
en la naturaleza. Está lleno de sustancias en el aire donde vivimos
permanentemente que son sustancias radiactivas. O sea, nosotros y todos
los seres vivos convivimos con la radiactividad. El asunto es cuál es el
nivel de radiactividad; por encima de determinados niveles comienza a
ser peligrosa. Si vos me preguntás si a Uruguay llegó la nube
radiactiva, probablemente te digo que sí, probablemente en cantidades
que incluso son hasta imposibles de medir, y varias miles de veces
menores que el límite tolerable para un ser humano. Seguramente llegó
también a Uruguay. Que se midan restos de esa radiación que están en el
aire no es algo que llame la atención, el asunto es determinar hasta qué
zona llegó una cantidad suficiente que pueda comenzar a poner en riesgo
la salud de los seres vivos.
En Tokio, vos decías, hubo problemas graves.
Llegó, y no solo que llegó, por momentos
se prohibió el uso de agua, ingerir determinados alimentos, porque
definitivamente había llegado hasta límites que si se hubieran mantenido
en el tiempo hubieran sido riesgosos.
¿No se mantienen por qué? ¿Porque no se trasladan más estas partículas? Es una pregunta que quizás en física es muy básica.
No, nada básico. Entre otras cosas porque
muchas de las que llegaron tienen, como decíamos hoy, vida media corta,
por lo tanto su nivel de peligrosidad desapareció muy rápidamente. Por
otras razones, porque sí, algunas estaban en la atmósfera y los vientos
se las llevaron y las dispersaron. Y pierden la peligrosidad.
Ricardo Leiva: En cuanto al impacto
internacional a nivel de los gobiernos, a nivel de los desarrolladores
privados de esta tecnología, hablabas de un mundo post Chernobyl.
¿Estamos hablando de un mundo post Fukushima?
Chernobyl fue un golpe fenomenal para la
industria nuclear en el mundo, sin ninguna duda, y para las decisiones
de los países también. Lo que se decía por todos lados era que otro
Chernobyl era imposible de bancar por la industria nuclear. Acá ocurrió
otro Chernobyl. De hecho hubo solo dos accidentes en la historia que
superaran el nivel 5 en la escala de riesgos nucleares. Es una escala
que tiene siete niveles, 7 es el nivel alto, no hubo ninguna de nivel 6,
y hubo dos de nivel 7 que son Chernobyl y Fukushima. Para tener una
idea del nivel de gravedad de este accidente. O sea, con un accidente de
menor cuantía que este se suponía que iba a ser el fin de la historia
nuclear en el mundo. No sucedió eso, vamos a ser claros, no sucedió eso.
Hubo un impacto muy grande en algunos países, Alemania que siempre fue
un país que estuvo que sí, que no, que no, que sí, terminó de decidir
que no y ahora se están cerrando las centrales, y adelantó un apagón. El
propio gobierno de Merkel había extendido la vida útil de las centrales
justo un año antes de Fukushima. Retrocedió respecto a lo que ya había,
se plantó con más fuerza contra el plan nuclear.
Invertir en energías alternativas, sustituirlas y sacarlas.
Sí, todavía no tienen claro cómo lo van a
hacer, pero sí, sacarlas. Suiza también. En Italia hay que ver si fue
algo anti nuclear o si fue algo anti Berlusconi, porque recordemos que
fueron cuatro plebiscitos juntos y los cuatro fueron abrumadoramente en
contra de la propuesta del gobierno.
Energía nuclear y en manos de Berlusconi seguro que no para los italianos.
Eso está claro. Pero contrariamente a lo
que uno podría pensar, no se murió la energía nuclear en el mundo, e
incluso en algunos países siguió vivo hasta renacer, que se había
empezado a ver hace unos diez años aproximadamente.
En Estados Unidos no se construían nuevas plantas…
Ahora se autorizaron dos plantas, se
acaba de autorizar la construcción de dos plantas. El secretario de
energía anunció que el Estados Unidos va a seguir siendo un país nuclear
y que va a reforzar su capacidad nuclear. Francia hizo anuncios
similares, ni que hablar los países asiáticos como Corea, India, China,
fundamentalmente, incluso Japón. Hoy en Japón, que es otro tema que no
se habla mucho, pero hoy en Japón de las 52 centrales nucleares que hay,
45 están paradas. Siguen paradas porque siguen en profunda revisión. A
pesar de eso Japón va a seguir adelante, lo que han anunciado es que van
a seguir adelante con su plan nuclear, incluso colocando mayor cantidad
de centrales nucleares. Las consecuencias no fueron tan grandes como se
podía haber pensado en algún momento.
Joel Rosenberg: Sí, incluso una nota
de la agencia IPS de hace dos semanas nada más dice que Japón está
exportando instalaciones nucleares a Vietnam y Jordania.
Sí, hay nueve países emergentes que siguen también su camino nuclear. Hay 50 que lo frenaron.
50 lo frenaron, ocho lo siguen. Vietnam y Jordania son dos de ellos.
Vietnam, Jodania, Emiratos Árabes Unidos.
No solo emergentes, también están Polonia y Turquía. Egipto no sé si lo
nombré, Nigeria también está analizando la opción. Son nueve países en
el mundo que siguen analizando fuertemente la opción. Qué es lo que va a
pasar no lo sabemos. Qué va a pasar con la opinión pública, qué va a
pasar con la gente, si la gente va a castigar a los gobiernos que tomen
este tipo de decisiones. Muchos de los países emergentes que están en
esta situación son, no me animo a decir dictaduras, pero son regímenes
donde no existe un nivel de democracia tradicional o donde no se tiene
en cuenta la opinión pública de la manera que nosotros estamos
acostumbrados a tenerla en cuenta, por decirlo de alguna manera. Ustedes
escucharon los países que nombré, no voy a referirme a ningún caso
específico, porque más allá de que me presenten como profesor de la
Facultad sigo siendo el director de Energía y lo que diga lo dice el
director de Energía.
Pero además son por ahora ideas. O sea,
después va a venir el tema más complicado, que creo que es la
consecuencia más importante de Fukushima si me apuran. Lo he dicho, lo
he defendido mucho, me están dando la razón, que en realidad lo más
complicado va a ser conseguir financiación para planas nucleares.
Primero porque es un negocio de riesgo porque pueden tener que
reventarse 20 mil millones de dólares por algo imprevisto, entonces para
la inversión es un negocio de riesgo, por lo tanto las tasas de retorno
que van a pedir son tasas de retorno importantes. Y como la energía
nuclear está basada fuertemente en la inversión inicial, es decir, los
costos de operación son bajos, el combustible, el uranio, es
relativamente barato, lo único que uno tiene que hacer es repagar la
inversión inicial y para reparar una inversión es central cuál es la
tasa a la cual se consigue el dinero. La tasa que pide el inversor.
Ahí está el punto post Fukushima. La financiación y cómo.
La financiación y cómo. Y no nos
olvidemos que no hay ninguna agencia multilateral de inversión que
financie plantas nucleares. No la financia el Banco Mundial, ni el BID,
ni el Banco de Fomento Africano, ni asiático, o sea, no se financian
plantas nucleares. Entonces conseguir plata, catorce o quince por
ciento, para conseguir cuatro o cinco mil millones de dólares para tener
una planta nuclear, es algo que están preguntándose los países, incluso
los centrales, ¿cómo se va a conseguir? Y por ahora no está claro cómo
se va a conseguir. Insisto, la energía nuclear no se murió, sigue
habiendo interés en algunos lugares, pero la pregunta de si se va a
concretar o no todavía está totalmente abierta.
U.S.A. ya detectó fallos en el diseño de la planta nuclear de Fukushi
El órgano regulador evaluó las carencias del sistema para aliviar la presión del vapor ( debidas a fallo eléctrico ).
Las autoridades de la seguridad nuclear de Estados Unidos ya se plantearon a principios de los años setenta no autorizar la licencia a las plantas de General Electric con el mismo diseño que las de Fukushima.
Uno
de los puntos débiles del diseño detectados era la dificultad de estas
plantas para poder evacuar una presión excesiva del vapor en el edificio
de contención si no había suficiente refrigeración en el núcleo. La
necesidad de liberar esta presión de vapor, que contiene elementos
radiactivos, ha sido una de las causas de las explosiones en tres
reactores de Fukushima y de la liberación de contaminación radiactiva.
Algunos
miembros del organismo regulador de la seguridad de EE.UU. ya
consideraron que no era fiable la disposición del diseño de estas
plantas, en el que el edificio de contención se circunscribe al núcleo
del reactor.
Uno de los consejeros de la Comisión de Energía
Atómica de Estados Unidos –el organismo que luego se convirtió en la
Comisión de Regulación Nuclear, NRC– recomendó al resto
de los consejeros, por carta –el 20 de septiembre de 1972–, que se
“desaconsejara en el futuro el uso de los sistema de alivio de la
presión”, que liberan la presión excesiva del vapor en el interior del
edificio. Asimismo, pidió que tales diseños no fueran aceptados en los
permisos de construcción a partir de la fecha que decidiera este
organismo. Toda esta documentación fue manejada por los grupos
ecologistas españoles (sobre todo la Asociación Ecologista de Defensa de
la Naturaleza), que se opusieron a la construcción de Garoña, que tiene
el mismo diseño.
La carta del consejero S.H. Hanauer fue
contestada por su colega Joseph Hendrie, que se opuso a la idea de
proscribir este sistema. “Una marcha atrás en esta política,
especialmente ahora, podría ser el fin de la energía nuclear”, dice
antes de admitir que la decisión haría ilegales las plantas de General
Electric.
Y todas estas advertencias tiene algo de premonitorio.
Los fallos de los sistemas de alivio de la presión han sido una de las
claves de la angustiosa situación que viven los tres reactores de
Fukushima. Estos sistemas están diseñados para poder extraer la presión
excesiva del vapor generado en el edificio de contención y regular así
la temperatura del núcleo (conjuntamente con el circuito de
refrigeración). Pero sus carencias han sido tales que la empresa
explotadora (primero con control y luego sin él) ha debido recurrir a la
evacuación masiva de este vapor radiactivo para no causar males
mayores.
Tras el seísmo, la seguridad automática funcionó en la
planta de Fukushima. Cayeron las barras de control, que neutralizan la
reacción en cadena de la fisión nuclear. Y la planta dejó de funcionar.
Sin embargo, en esta situación se precisaba una refrigeración extra,
dado que los productos de fisión producen, en paralelo a su
desintegración, un calor suplementario. De ahí los intentos desesperados
de refrigerar el núcleo con aportes de agua de mar y boro al fallar el
sistema de emergencia. De hecho, si no se da ese enfriamiento, el agua
en ebullición a presión se va evaporando, y eso comporta una peligrosa
presión excesiva del vapor en el edificio, que hay que liberar. Además,
como las vainas de los elementos combustibles quedan al descubierto, al
entrar en contacto con las altas temperaturas y el oxígeno se produce
hidrógeno, de gran poder explosivo. De ahí la necesidad adicional de
liberar la presión.
La carta ya alertaba también que “la
generación de hidrógeno tiende a ser un problema más serio” en los
sistemas con este tipo de edificación. No obstante, la contención
denominada Mark I fue posteriormente modificada y mejorada.
Jaume
Morrón, dirigente ecologista catalán, ya denunció esta situación,
gracias a las informaciones que les suministraron sus colegas de Estados
Unidos. Y Josep Puig, profesor de energía de la UAB, recuerda el gran
debate suscitado en 1987, sobre todo a raíz de la necesidad de reevaluar
la seguridad de las plantas con un simple edificio de contención,
desacreditadas tras el accidente de Chernóbil.
Josep Puig
declaró: “Los reactores con el modelo de contención Mark I, como los
GE-BWR, ( GENERAL ELECTRIC ) han sido objeto de numerosas críticas por parte de científicos
independientes debido a su debilidad inherente. Hoy tenemos la prueba de
que no son seguros. Es una lástima que prevalecieran los intereses
económicos de la industria nuclear por encima de la seguridad de la
población”.
Puedes COMPARTIR esta entrada en tus redes sociales: Twitter; Facebook; Google+
Con solo presionar un botón. ¡gracias por compartir!
Regístrese y participe en mi blog como escritor invitado: ¡Anímese sus inquietudes cuentan en este blog!
Lee lo mas reciente en el blog del Ing. Ernesto Ibáñez
China : Economía y Política