jueves, 16 de mayo de 2013

Los Premios Nobel de la Patraña

A Gandhi no se lo dieron, a Borges tampoco. Hiltler estuvo postulado.  Una abuelita alemana de 98 años llamada Irena Sendler murió hace dos años. Durante la Segunda Guerra Mundial, Irena trabajó en el Ghetto Warsaw como gasfiter y especialista de cañerías. Irena sacó a escondidas muchos niños judíos;a los bebés los llevaba dentro de su caja de herramientas y a los más grandes en sacos que transportaba en la parte de atrás de su camión. Ahí llevaba también un perro que había entrenado para que ladre cada vez que se acercaban soldados nazis.Ninguno de los soldados se atrevía a enfrentar al can. Además, sus ladridos los distraíandel ruido de los pequeños. Irena logró salvar así a 2.500 niños. Cuando la descubrieron,le rompieron ambas piernas y brazos, dejándola brutalmente golpeada. Irena llevaba un registro de todos los niños que había logrado sacar a escondidas. Lo guardaba en un frasco de vidrio escondido debajo de un árbol en el patio de su casa. Cuando terminó la guerra, intentó contactar a los padres que podrían haber sobrevivido para reunirlos con su familia. La mayoría habían sido asesinados. Ayudó a los niños huérafanos a encontrar una familia adoptiva o un lugar donde vivir.  El año 2008 Irena fue candidata al Premio Nobel de la Paz. No ganó.

Al Gore ganó ese año con una presentación en Power Point sobre el Calentamiento Global.
Ni se diga Barack Obama.Ni se diga la UE y su quiebra de Occidente y todo el Sur de Europa como colonia o MERCADO para Alemania.Ni se diga Mario Vargas Llosa.Ni se diga ni se nombren a James Buchanan y Milton Friedman dos PREMIOS NOBEL de la ECONIMIA comprados para venderles a los tontos que el capitalismo NEOLIBERAL es lo mejor que le ha pasado a la Humanidad en toda su Historia.
Tartufocracia.

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The End of the Free Market

 

por Doug Bandow
Doug Bandow es Académico Titular del Cato Institute.
Qué rápido cambia el mundo. En 1989 el comunismo colapsó en toda Europa Oriental. El Muro de Berlín, el símbolo más visible del comunismo totalitario, cayó sin que se disparara un solo tiro.
La gente hablaba del fin de la historia. El mundo entero sería democrático y capitalista. Incluso China parecía destinada a unirse al bando occidental.
En otoño de 2008, fue el capitalismo el que parecía tambalearse o colapsando. Gran parte del mundo se alejó de los mercados libres y se encaminó hacia el capitalismo de Estado cuando no hacia el socialismo. Hoy, China ofrece ese modelo como alternativa al EE.UU. capitalista.
En The End of the Free Market, Ian Bremmer ofrece una discusión realista pero aún así optimista sobre la competencia contemporánea entre los mercados libres y el capitalismo de Estado. Aunque ahora parece lejana la victoria total del capitalismo democrático una vez imaginada, los mercados libres demostrarán ser más flexibles y fuertes en el largo plazo.  
El colapso del comunismo fue un momento de enorme liberación humana. Todas las sociedades otrora socialistas buscaron respuestas en occidente. No obstante, la libertad es buena para los individuos, pero no para los regímenes que gobiernan. Bremmer indica: “Los gobiernos autoritarios alrededor del mundo han aprendido a competir internacionalmente al adoptar un capitalismo liderado por el mercado. Pero si permitieran que solo las fuerzas de mercado eligieran a los ganadores y perdedores del crecimiento económico, se arriesgarían a fortalecer a aquellos que utilizarían su riqueza para competir por el poder político”. Esta es una razón por la que China conscientemente evitó la experiencia rusa al mantener el control político al mismo tiempo que liberalizaba la economía.
La democracia ha avanzado, pero una sociedad liberal está constituida por mucho más que elecciones regulares. Como explica el Bremmer, “hay un gran área gris entre Noruega y Corea del Norte”. Freedom House cuenta 121 democracias pero un cuarto de estas no son libres. La Unidad de Inteligencia de The Economist cita 30 democracias “completas”, 50 “defectuosas” y 87 democracias “híbridas” o estados “autoritarios”.
De igual manera, el capitalismo ha avanzado, aunque no tan victoriosamente como una vez se esperaba. El cuento ya no es que la globalización arrasa con todo lo que se le pone por delante, homogenizando efectivamente el panorama mundial, anteriormente diverso. Bremmer dice: “El poder del Estado ha vuelto. A lo largo de la última década, una nueva clase de empresas se han posicionado en el escenario internacional: empresas que son propiedad de o están estrechamente relacionadas con sus gobiernos de origen”.
Por supuesto, no hay nada nuevo acerca de los gobiernos autoritarios o del intervencionismo estatal en la economía. El mercantilismo dominó la política europea en algún momento. Aunque aquella filosofía ha sido desacreditada, “Los gobiernos están nuevamente interviniendo en sus economías para promover intereses nacionales declarados y han encontrado maneras más sutiles y efectivas de practicar el proteccionismo”, indica Bremmer.
Las herramientas del capitalismo de Estado son muchas. Las empresas nacionales de energía son el ejemplo más común; empresas nominalmente privadas que se presentan como “campeones nacionales” son otro. Los fondos soberanos de inversión se han vuelto el medio común para que los estados inviertan la riqueza recaudada por las ventas de recursos naturales.
China y Rusia son los principales practicantes del capitalismo de Estado. Otros ejemplos incluyen a Emiratos Árabes Unidos, Ucrania, Argelia y Brasil. Incluso India, país que ha transitado hacia el libre mercado al tiempo que mantenía su sistema democrático, “permanece posicionada entre el modelo económico dominado por el Estado de antes y el modelo económico liderado por la empresa privada”, escribe Bremmer.
El reto para las democracias orientadas hacia el mercado es obvio: los estados autocráticos han adquirido recursos y formas sofisticadas de utilizarlos para obtener ventajas políticas. Esto les da una oportunidad de influir en la política de las naciones occidentales y ganar influencia internacional a costa de la estadounidense. De hecho, el capitalismo de Estado parece permitirle a los dictadores tener los beneficios económicos del capitalismo sin tener que pagar los costos políticos de la libertad.
Sin embargo, el capitalismo de Estado no puede evitar las inevitables ineficiencias del control estatal. Hay razones buenas e incluso contundentes para liberalizar los mercados financieros y globalizarse. Mientras que el debate acerca de las causas de la crisis financiera continúa, es obvio que la política gubernamental desempeñó un papel crítico. ¿Qué mejor ejemplo de una herramienta de capitalismo de Estado que empresas patrocinadas por el Estado como Fannie Mae y Freddie Mac?
Además, los políticos que persiguen sus propios intereses son incapaces de limitar sus intervenciones y de llevarlas a cabo de manera correcta. Por lo tanto, el capitalismo de Estado inevitablemente tendrá consecuencias negativas. Como explica Bremmer, “La destrucción creativa asegura que las industrias que producen cosas que nadie quiere eventualmente colapsen. Cuando esto sucede en sistemas de capitalismo de Estado, la ira del público recae sobre las elites gobernantes, no sobre los perversos capitalistas”.
Y todavía hay más. Una de las aseveraciones de Bremmer es que el capitalismo de Estado carece de cualquier atractivo positivo. “Nunca igualará al atractivo que el comunismo una vez tuvo para la imaginación popular, porque en realidad no es una respuesta a la injusticia social o económica”. De hecho, el propósito del capitalismo de Estado es mantener a las elites gobernantes, no liberar a las masas oprimidas.
Más parecido al fascismo, el capitalismo de Estado tiende a ser nacionalista, lo que dificulta la cooperación internacional. Los países usualmente actúan en contra de algo (particularmente EE.UU.) en lugar de actuar a favor de algo. Gran parte de los países que tienen un capitalismo de Estado también tienen que lidiar con retos políticos a nivel nacional —ésta es una de las razones por las cuales han adoptado esta estrategia. Así que las obligaciones domésticas limitarán el alcance de dichos sistemas.
El reto que representa el capitalismo de Estado es claramente real. Pero Bremmer cree que el capitalismo verdadero ganará. Bremmer escribe que: “Los mercados libres probablemente sobrevivirán al capitalismo de Estado tal y como se practica ahora en China, Rusia, los estados del Golfo y en otras partes —de la misma forma que demostraron ser mejores que el comunismo al estilo soviético”.
Pero no es suficiente confiar en que el sistema funcionará. El colapso financiero demostró cómo los supuestos amigos del capitalismo muchas veces se colocan entre sus más grandes enemigos. Por lo que Bremmer tiene razón en llamar a “aquellos que creen en los mercados libres para que aprendan de los fracasos que desataron una crisis, a practicar el tipo de capitalismo que predican y a renovar su compromiso con los principios que los han ayudado a prosperar”. Amén.

Este artículo fue publicado originalmente en el The Washington Times (EE.UU.) el 28 de junio de 2010.

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¿Es posible imaginar un desarrollo infinito en un planeta finito?

Puede concebirse un Universo con una Fuerza Irresistible y aun otro con un Objeto Inamovible, pero ¿existe un Universo que tenga a éstos dos titanes?

El desarrollo reciente de conceptos como la huella ecológica  o la deuda ecológica, pone en evidencia que los modelos socio-económicos vigentes no son viables a largo plazo. Además de ser insostenibles, tampoco son justos ya que actualmente un 20% de la población mundial (de los países del Norte) consume el 80% de los recursos planetarios. La reflexión ecológica no se puede desvincular por lo tanto de una reflexión social sobre el reparto justo de los recursos naturales. En otras palabras, la justicia global tiene relación directa con el espacio ecológico ocupado tanto por los países mal-llamados “desarrollados” como por las élites de los países del Sur.
El desafío que presenta el consumo razonable de energía puede resumirse en una simple pregunta:

¿Es posible imaginar un desarrollo infinito en un planeta finito?


Obviamente, la respuesta es: "¡No!". Nuestros recursos naturales no son interminables, y la Tierra cada año se empobrece más, dada la explosión demográfica y el consumo desmesurado que caracterizan nuestros tiempos.
Las estadísticas nos proporcionan bastante información. En el último siglo, la población mundial se ha incrementado en más de 7 mil millones de personas. Si resulta difícil imaginarse lo que representa un siglo, se debe saber que cada día hay 3.500.000 seres humanos más que el día anterior sobre la Tierra, y que cada uno de ellos tiene necesidades energéticas.
Hace mucho tiempo, nuestros antepasados usaban la madera para obtener calor y cocinar su comida, pero más tarde se reemplazó por el carbón, el gas y el petróleo. Así, la humanidad ha pasado por alto el uso de la madera, que es una fuente de energía con conciencia ecológica por constituir un impacto medioambiental neutro en emisiones de CO2 (Véase el informe sobre el tema), y que es, sobre todo, renovable, a diferencia de los combustibles fósiles que se agotan tan rápido como agotan el planeta contaminando la Tierra y contribuyendo al calentamiento global.
Para todos está claro que nos encontramos en un momento difícil. En este caso, ¿cuál debería ser nuestro modelo para el futuro desarrollo?
¿Podemos, como lo sostiene el bando progresista, transponer nuestro modelo occidental de consumo en los países en vías de desarrollo sólo para poder producir y vender más y más mercaderías? ¿Es razonable, o incluso posible, que cada persona del planeta tenga un coche, un televisor, una computadora, un refrigerador, un congelador, un lavarropas, una secadora, un microondas, un teléfono móvil, un reproductor multimedia, etcétera?

¿Dónde vamos para hallar los recursos, las materias primas y, finalmente, la energía para hacer que funcionen todos estos aparatos? Y lo que es más importante: ¿cuáles serían las consecuencias para nuestro medio ambiente? Dado el estado en el que ya se encuentra...
Por otro lado, ¿cómo podemos justificar el hecho de que a los países ricos se les permita beneficiarse de la profusión de aparatos y equipos denegados a otros? ¿Qué podría justificar tales distinciones entre los seres humanos?
Por lo tanto, la situación es clara, y los comienzos de una solución son visibles: los países ricos tienen demasiado, mientras que otros países no tienen lo suficiente. Hemos llegado al centro del problema de nuestro informe. Debemos conservar la energía. No es viable pensar que nuestra humilde persona no cuenta, o muy poco, dada la factura de la salud global.

Por lo tanto, un desarrollo ilimitado en un mundo de recursos limitados es una falsa ilusión que tiene consecuencias dramáticas para nosotros y las generaciones futuras. Debemos actuar en todas las áreas, y ahora depende de usted encontrar buenos y malos ejemplos en cada categoría:
Transporte
Coches, aviones, botes, trenes, bicicletas, paseo a pie...
Producción de energía
Petróleo, gas, carbón, fotovoltaicos, accionados por el viento...
Consumo
Electrodomésticos, objetos recreativos, calefacción, aire acondicionado...
El hecho de no mencionar industrias de toda clase que pueden producir según 2 modelos, sino las que más comúnmente eligen el modelo que respeta el medio ambiente y, por lo tanto, a los seres humanos, es una limitación muy costosa. ¡El segundo modelo integra la noción de respeto y prohíbe el saqueo y la destrucción de recursos naturales que, en realidad, pertenecen a todos!

Todos podemos contribuir a reducir el gasto de energía, todos y cada uno de nosotros. A continuación, presentamos una lista no exhaustiva de lo que cada uno de nosotros puede hacer:

Apagar las luces cuando salga de una habitación
Usar focos de bajo consumo
No dejar ningún aparato en estado de suspensión
Apagar las pantallas de las computadoras
Evitar los envases innecesarios o no reciclables
Elegir envases reutilizables
Reducir y clasificar la basura
Aislar la casa, vivir en armonía con la estación del año
Ajustar el termostato a 19º y usar un pulóver si es necesario
Restringir el uso del aire acondicionado y usar remera para mantenerse fresco
Usar energía renovable