Hablar del pensamiento del Libertador Simón Bolívar en materia de
educación y hacerlo en La Habana ante un público tan educado y culto,
por tanto libre como dijo Martí, entrañó un compromiso y un reto desde
que comencé a esbozar estas líneas.
Significaba, antes de empezar, entender –por cuanto no soy especialista- en qué marco conceptual debía moverme, cómo hablar de Bolívar y sus ideas de la educación en la época que vivió y qué objetivos debía proponer al hacer esta presentación arropada en la Cátedra Bolívar, Martí, Sandino incorporada en esta ocasión a un magno evento como “Pedagogía 2009” y en el día del natalicio de José Martí en esta misma ciudad.
Obras magistrales han encarado el estudio de las preocupaciones, las ideas y las acciones de Simón Bolívar en materia de educación. Baste mencionar “Ideas educativas de Simón Bolívar” del Dr. Armando Rojas, “El primer deber” de J.L Salcedo Bastardo y “El Magisterio Americano de Bolívar” de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Sería suficiente leer cualquiera de estos magníficos libros -mejor, los tres- para tener una opinión bastante acabada en lo general y en lo particular del pensamiento del Libertador en lo que respecta a la educación. Intentaré en unas pocas cuartillas exponer de manera resumida un tema que la somera investigación adivina una constante en el torbellino de ideas sobre el porvenir que revoloteaban en la mente de Bolívar.
Habría que partir diciendo que entendemos la educación como un sistema coherente de formación sistemática de individuos integralmente desarrollados, en los que se pueda incorporar de forma armónica un sentido colectivo del trabajo, un alto nivel ideológico, una capacidad de organización y dotes espirituales, morales, éticas y físicas que lo preparen para la vida laboral en particular y para todo su quehacer en general. De esta manera no podemos entender el concepto de educación aislado de nociones como ideología y conciencia.
No se puede, -por tanto- estudiar la educación como un fenómeno aislado de la sociedad que la organiza e imparte. La sociedad capitalista ha preconizada una educación al servicio de la clase que ostenta el poder y que construye valores propios de ella, como el individualismo, la primacía de lo material por sobre el ser humano, el egoísmo, el lucro, el despilfarro y el consumo irracional.
A este respecto Marx nos recuerda que “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad.
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”1
Al mismo tiempo, en momentos muy cercanos del inicio de la Revolución Cubana, el Ché apuntaba ya en 1960, -al observar la relación entre desarrollo económico, productividad, conciencia y educación- que no creía que fuera “ la educación la que modele a un país, y hemos demostrado incluso que no es así, rompiendo con nuestro ejército de incultos una serie de trabas y prejuicios, pero tampoco es cierto que el proceso económico sólo vaya a conferir a la educación por el solo efecto de una transformación económica, una transformación a ese nivel. La educación y el desarrollo económico están constantemente actuando entre si y configurándose plenamente…”2.3 Esto nos señala una idea mucho más abarcadora del concepto educación donde la formación económica social y la sociedad en su conjunto crean las bases para la misma, perfilándose un concepto que va más allá de la sola concepción de instrucción con la que se pretende establecer un símil. La instrucción es sólo una parte de la educación que tiene relación con el caudal de conocimientos adquiridos y por tanto no se le puede circunscribir a ella, toda la amplia significación que la educación tiene, sobre todo en tiempos revolucionarios.
Estos tiempos son los que le tocaron vivir a Bolívar. Es producto de sus circunstancias. Nuestras guerras de independencia resolvieron el problema nacional, pero no el de clases. Los estados nacionales que surgieron de la Independencia, estructurados a partir de los intereses de las oligarquías que usufructuaron el poder –y que aún hoy lo hacen en algunos países- organizaron la educación a partir de estos criterios. Sólo una mente preclara como la del Libertador Simón Bolívar pudo adelantarse a su época y ya, en los avatares de la confrontación, aún antes de la derrota final del colonialismo, esbozaba ideas y aportaba propuestas respecto de lo que debía ser la formación de las futuras generaciones que iban a asumir la conducción y dirección del Estado y gobierno, de la sociedad y la economía, una vez consumada la Independencia.
Bolívar, se propuso modificar las circunstancias y por eso fue un revolucionario. Desde su niñez estuvo profundamente imbuido de las ideas más avanzadas de su época: Bajo la influencia de su maestro Simón Rodríguez, que le dio a conocer el “Emilio” de Rousseau y quien lo adentraba en conceptos sobre la Libertad, los Derechos del Hombre o le leía trozos de las “Vidas Paralelas” de Plutarco4, el joven Bolívar fue perfilando su pensamiento transformador. Grandes maestros acudieron a la formación del Libertador, Simón Rodríguez y Andrés Bello, entre los más destacados, pero también recibió influencia del precursor Francisco de Miranda, del sabio alemán Alejandro de Humboldt, del botánico francés Amadeo Bompland, de los franceses Charles Montesquieu y Francisco María Voltaire y los filósofos Denis Diderot y Etienne Bonnet de Condillac, así como el inglés John Locke quienes ayudaron a construir en él un pensamiento holístico muy avanzado para su época.
Esa idea transformadora estuvo presente en Bolívar a través de toda su impronta política. El Libertador veía la necesidad de convertir la mentalidad colonial subordinada al imperio español de los colombianos en noción de ciudadanos de las nuevas repúblicas, así puso en perspectiva su idea de la educación cuando afirmó que “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso en que camina la educación…”.
En febrero de 1819, en el Discurso de Instalación del Congreso de Angostura, esbozó por primera vez una opinión más acabada de su idea de Educación, “La educación popular debe ser el primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y Luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”5. Esta idea entraña la más profunda visión del Libertador. En primer lugar no puede soslayarse el hecho que al referirse en tan importante momento de la República, a la educación le adose el adjetivo popular. No la veía como un derecho de las élites sino como una obligación del Estado para con todos los ciudadanos. En ese mismo discurso reitera que la Constitución le concede a todos los ciudadanos la igualdad política, incluso afirma que el sistema político que estaba surgiendo depende “inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”6 y expone que si bien es cierto que todos los hombres nacen con iguales derechos, la realidad hace que haya una suma diversidad en las actuaciones de los ciudadanos ante la sociedad, pero lo atribuye a una desigualdad física y moral, en “genio, temperamento, fuerzas y caracteres”7 y aquí define otro papel para la educación al afirmar que esta desigualdad es corregida por las leyes porque” colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”8
En el Discurso de Angostura, el Libertador señala para la educación su responsabilidad cardinal en el entramado del Estado y devela su idea del lugar que le corresponde a ella en la estructura. Revela la necesidad de tomar las experiencias valiosas de Atenas, de Roma y de Esparta, pero sabedor que configurábamos una raza nueva construida de un crisol de sangres africana, española y de los pueblos originarios de Nuestra América, proponía dar a la República una potestad “cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana”9. Tomando la antigua figura griega del Areópago como ente superior de control de la sociedad, Bolívar quiere que se construya uno a partir de nuestra propia realidad y de nuestras particularidades para que se encargue de la educación de los niños y la instrucción y en ese mismo ámbito se encargue de acusar las actitudes perniciosas de los ciudadanos en la sociedad y en la función pública, tales como “la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia, y la corrupción10.
La concepción de Estado que Bolívar esboza en Angostura le da forma a esta idea. A diferencia del tradicional Estado con tres poderes común en Occidente, el Libertador propone crear uno con cuatro poderes. Además de los tradicionales, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, agrega el poder Moral, el cual concebía con dos Cámaras, la de Moral y la Educación. Eleva así, esta función a la categoría de responsabilidad de Estado, por encima de la tradicional función de gobierno y le asigna la tarea de velar porque los ciudadanos tengan un compromiso ejemplar en la sociedad, lo que llama “compromiso con las costumbres públicas y primera educación”11.
En un cuerpo de tres secciones diseña, en la Primera, a través de 16 artículos, la composición, elección, duración, prerrogativas y funciones de este poder, en la Segunda, en 13 artículos las atribuciones especiales de la Cámara de Moral y en la Tercera, en otros 13 artículos las atribuciones de la Cámara de Educación. Así va construyendo su edificio institucional en el que la educación debería ser centro de la actividad del Estado. Con particular preocupación por los detalles expone en la Sección Primera la estructura de funcionamiento. Su lectura denota una indudable preocupación por los pormenores que nos revelan cuánto estudio debe haberle llevado el trazado de la propuesta. Obviaremos en esta ocasión el contenido de la Segunda Sección y, en la Tercera descubrimos todo el pensamiento del Libertador en materia de educación plasmado en apenas 13 artículos de su propuesta.
Permítanme hacer un recorrido muy rápido de los mismos para que podamos comprender la profundidad de su esfuerzo y la dimensión de su pensamiento. Después de exponer que esta Cámara esta encargada de la educación de los niños desde que nacen hasta los 12 años, señala que es responsabilidad de ella valorar el papel “indispensable” de las madres en la educación. Así mismo, la divulgación de las obras que atiendan el tema y el estímulo a los sabios que escriban y publiquen sobre el mismo. Obliga a la Cámara a estar al día en los aportes que a nivel nacional e internacional se hagan al respecto sin escatimar recursos de ningún tipo para ello.
En otro plano señala el compromiso que la Cámara tiene en el papel de organizar y dirigir las escuelas primarias, de sus programas de estudio, pero también de construir las que sean necesarias para que todos los niños y niñas tengan acceso, haciendo una distribución acorde a las necesidades en todo el territorio nacional. Establece las responsabilidades de dirección y control de las escuelas y de los niños del país para saber sus adelantos, y de los talentos particulares para que sirvan a la hora de elaborar las políticas públicas.
Cabe destacar que el Congreso de Angostura estimó “como de muy difícil establecimiento, y en los tiempos presentes absolutamente impracticable” la propuesta de Bolívar y solamente tomó el acuerdo de imprimirla como un Apéndice a la Constitución llamando a que se emitieran opiniones sobre la misma.12Tuvieron que pasar 180 años para que en la Constitución que en honor al Padre de la Patria adoptó para nuestro país el nombre de República Bolivariana se incorporara, -adaptada a los nuevos tiempos- el Poder Ciudadano, que se ejerce por el Consejo Moral Republicano como parte integrante de nuestro Estado. Si bien es cierto que no crea una Cámara de Educación, está presente el espíritu de la idea bolivariana de establecer un cuerpo que velara por el comportamiento y la responsabilidad de los ciudadanos ante la sociedad, fin último de la educación y la moral según lo establece el Artículo primero de la propuesta de Angostura.
Consecuente con esta oferta y deseando corregir lo que el mismo denomina “abusos introducidos…en la mayor parte de los pueblos de naturales” como llama a los pueblos originarios de nuestro continente en un decreto absolutamente insólito para los tiempos que vivía, y diríamos que lamentablemente insólito todavía, casi 200 años después en algunos de los países de este lado del mundo, el Libertador considerando que “ esta parte de la población de la República merece las más paternales atenciones del gobierno por haber sido la más vejada, oprimida y degradada durante el despotismo español…” firma un Decreto el 20 de mayo de 1820 que entre sus partes establece que se devuelva a los naturales las propiedades legítimas que se le hayan usurpado y que a aquellas que queden sobrantes se arrienden para que los recursos obtenidos de destinen para el pago de los sueldos de maestros de las escuelas que se establecerán en cada pueblo. Así mismo instruye sobre los sueldos de los maestros y sobre las responsabilidades de las autoridades locales respecto del método de enseñanza y educación. En particular señala en el Artículo 9° que “ Todos los jóvenes mayores de cuatro años y menores de catorce asistirán a las escuelas, donde se les enseñarán las primeras letras, la aritmética, los principios de la religión, y los derechos y deberes del hombre y del ciudadano en Colombia de conforme a las leyes”13
Aquí se deja ver toda la grandeza del Padre de la Patria, su profundo espíritu humanitario y la visión de futuro de un hombre que se adelantó a su época para señalar con mirada milenaria los derroteros por los que habrían de transitar los hombres y mujeres de nuestras tierras, su camino de liberación. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada el 15 de diciembre de 1999, durante el gobierno del Presidente Chávez establece en su artículo 121 que “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión valores, espiritualidad, lugares sagrados y de culto. El Estado fomentará la valoración y difusión de las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socio culturales, valores y tradiciones”14. Es la materialización del Decreto del Libertador del 20 de mayo de 1820 y el cumplimiento de su sueño y su proyecto 180 años después.
En este recorrido breve por la obra bolivariana en la materia que nos convoca hoy, me parece importante rememorar una página que dice relación con el involucramiento personal de Bolívar en la construcción de los pilares de la educación para la Patria nueva. Tiene que ver con el vínculo que establece con Joseph Lancaster y su interés en que éste fuera a Venezuela a fin que el país adoptara su revolucionario método educacional. Lancaster fue un pedagogo inglés contemporáneo de Bolívar a quien conoce en Londres en la casa de Francisco de Miranda en 1810. Había creado una escuela en 1798 en la que aplica un método que se basaba en que alumnos mayores y más avanzados enseñaran a otros, bajo la dirección del maestro. Se le enseñaban al niño nociones que le podían servir en la vida. Pronto el sistema se generalizó en Gran Bretaña.15
Lancaster se traslada a Caracas en 1824 donde se había promulgado en 1821 la nueva legislación educacional, la cual consagraba en uno de sus artículos la aplicación del sistema lancasteriano o de “enseñanza mutua”. La instalación del educador inglés estuvo rodeada de no pocos incidentes y dificultades, sobre todo desde el punto de vista de las rentas públicas. Memorables son las gestiones que el propio Bolívar hace ante el gobierno del Perú para financiar dicho proyecto y ante su deseo que el mismo comience lo más pronto posible, de sus propios recursos adelanta el financiamiento para echarlo a andar. La traición a Bolívar que ya se fraguaba en su ausencia de Venezuela, conspiraron para hacer fracasar su intento de establecer un modelo muy avanzado para su época y para el cual el sabio inglés desplegó todo su ingenio y voluntad apoyado sólo por el incansable deseo del Libertador de ver instalado en el país un sistema que rompía los moldes tradicionales de su época. No escatimó, ni siquiera arriesgando sus propios recursos en esta obra. El 16 de marzo de 1825 escribió a Lancaster, “He tenido la honra de recibir la muy lisonjera carta de Ud. de Baltimore, cuya respuesta fue dirigida a los Estados Unidos de América, con varios rodeos que debían dificultar mucho el arribo a manos de Ud. Ahora tengo el mayor placer sabiendo, por la favorecida de Ud. de Caracas, la determinación que ha tomado de permanecer entre nosotros con el laudable objeto de propagar y perfeccionar la enseñanza mutua que tanto ha hecho y hará a la cultura del espíritu humano; obra maravillosa que debemos al ingenio singular del mismo que ha tenido la bondad de consagrarse a la instrucción de mis tiernos ciudadanos”16
“Los tiernos ciudadanos”, preocupación primordial del Libertador. Por ello la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra en el Artículo 78 que “ Los niños , niñas y adolescentes son sujetos plenos de derecho y estarán protegidos por la legislación, órganos y tribunales especializados, los cuales respetarán, garantizarán y desarrollarán los contenidos de esta Constitución, la Convención de los Derechos del Niño y demás tratados internacionales que en esta materia haya suscrito y ratificado la República…”, el Artículo 79 reza “ Los jóvenes y las jóvenes tienen el derecho y el deber de ser sujetos activos del proceso de desarrollo…” y el 102, “La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria”. Es la concreción del ideal bolivariano hecho letra de nuestra Carta Magna17.
La preocupación del Libertador por la educación de los niños cobra presencia jurídica en dos decretos que firma el 11 de diciembre de 1825 en Chuquisaca, la actual Sucre en Bolivia, el primero de ellos para organizar el sistema educativo de la nueva Nación Boliviana y a través del segundo ordena recoger y dar educación a los niños huérfanos.
En los considerandos del primer decreto se expone “que el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”, “que esta educación debe ser uniforme y general”, “que los establecimientos de este genero deben ponerse de acuerdo con las leyes del estado” y “que la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. Al leerlos podemos dimensionar el avance y la perfección de las ideas expuestas en el Discurso de Angostura de 1819. En el mencionado Decreto El Libertador exige se haga un diagnóstico de la situación de la educación en Bolivia, para que se exponga un plan a fin de establecer una institución que genere una instrucción a impartir en todos los rincones de la República, para niños de ambos sexos. Ordena que se creen escuelas militares, de ciencias y artes, y que se destinen para ello, los “mejores edificios” de cada Departamento, y establece con precisión de dónde debían salir los recursos para financiar esta magna, obra comprometiendo al gobierno a utilizar a favor de la educación “todos los ahorros que en lo sucesivo puedan hacerse en el arreglo de otros ramos de la administración pública”18. A pesar que este decreto se firma en Bolivia los planes eran iguales para Perú y Colombia según lo expone Augusto Mijares en su Prólogo de la “Doctrina del Libertador”19. Vale destacar que estas instrucciones iban dirigidas en primer lugar a su Maestro Simón Rodríguez a quien había encargado organizar la educación pública en Bolivia y Perú.
Podríamos comentar el segundo decreto de ese mismo día20, pero dejemos que sea el verbo maravilloso del Maestro Simón Rodríguez quien nos exponga la magnificencia del proyecto bolivariano, “Expidió un decreto para que se recogiesen los niños pobres de ambos sexos... no en Casas de misericordia a hilar por cuenta del estado; no en Conventos a rogar a Dios por sus bienhechores; no en Cárceles a purgar las miserias o los vicios de sus padres; no en Hospicios, a pasar sus primeros años aprendiendo a servir, para merecer la preferencia de ser vendidos, a los que buscan criados o esposas inocentes.
Los niños se habrían de recoger en casas cómodas y aseadas, con piezas destinadas a talleres, y éstos surtidos de instrumentos y dirigidos por buenos maestros. Los varones debían aprender tres oficios principales, Albañilería, Carpintería y Herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias y porque las operaciones de las artes mecánicas secundarias, dependen del conocimiento de las primeras. Las hembras aprendían los oficios de su sexo, considerando sus fuerzas; se quitaban por consiguiente, a los hombres, muchos ejercicios que usurpan a las mujeres.
Todos debían estar decentemente alojados, vestidos, alimentados, curados y recibir instrucción moral, social y religiosa. Tenían, fuera de los maestros de cada oficio, agentes que cuidaban de sus personas y velaban sobre su conducta, y un Director que trazaba el plan de operaciones y lo hacía ejecutar. Se daba ocupación a los padres de los niños recogidos, si tenían fuerzas para trabajar; y si eran inválidos se les socorría por cuenta de sus hijos: con esto se ahorraba la creación de una casa para pobres ociosos, y se les daba a los niños una lección práctica sobre uno de sus principales deberes. Tanto alumnos, como sus padres gozaban de libertad -ni los niños eran frailes ni los viejos presidiarios- el día lo pasaban ocupados y por la noche se retiraban a sus casas, excepto los que querían quedarse. La intención no era (como se pensó) llenar el país de artesanos rivales o miserables, sino instruir, y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles, asignarles tierras y auxiliarlos en su establecimiento... era colonizar el país con sus propios habitantes. Se daba instrucción y oficio a las mujeres para que no se prostituyesen por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia".21 Mijares comenta en la obra ya citada que sólo se puede apreciar la magnitud de la propuesta de Bolívar cuando se sabe que en la propia Europa no existían instituciones similares para los hijos del pueblo.22
En el terreno práctico, la preocupación del Libertador también es patente. Tuvo personal interés en crear instituciones de educación en los países liberados. Ya durante el año 1819, en Bogotá dispuso de un convento abandonado por los capuchinos para crear un colegio para los niños huérfanos de soldados que habían caído en la guerra. Así mismo, en 1824 transformó el exclusivo Colegio de Santa Rosa de Ocopa en el Valle de Jauja, en Perú en instituto de enseñanza pública, también para los hijos de las víctimas de la guerra. En el Cuzco en 1825, creó el Instituto de Ciencias y Artes, el cual recibió el nombre de Colegio del Cuzco, fusionándolo con los Colegios de San Bernardo y del Sol, para cuya sede única destinó la antigua casa de los jesuitas. Ese mismo día fundó para las niñas el Colegio de Educandas en la sede del colegio de San Bernardo, reiterando en el decreto que se admitirían niñas de cualquier clase, manifestando con ello, su intención de luchar contra la discriminación de las mujeres y los pobres.
Hacer un balance de la obra del Libertador Simón Bolívar en materia de educación de los niños pasa por estudiar su Artículo “La Instrucción Pública” escrito en 1825 y las indicaciones dadas al director de un colegio estadounidense donde se educaba su sobrino Fernando. En ambos pasa revista a la amplia gama de asignaturas de las ciencias, las artes y la moral que debería cubrir la formación de todo niño y joven. Establece las prioridades sobre las que se funda una educación integral que prepare al joven para la vida, de manera tal que recorre con agudeza, desde las primeras enseñanzas hasta las postreras que lo llevarán a la educación superior, el seminario o la carrera de las armas. Recuerda el papel fundamental que debe jugar un buen gobierno en el ámbito de la formación de las nuevas generaciones y recalca de manera concluyente – como se señaló con anterioridad- “…las Naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso que camina la educación. Ellas vuelan, si esta vuela, retrogradan, si retrograda, se precipitan y hunden en la oscuridad, si se corrompe, ó absolutamente se abandona. Estos principios dictados por la experiencia, é inculcados por los filósofos y políticos antiguos, y modernos, hacen hoy un dogma tan conocido que no se hallará tal vez individuo alguno que no se sienta penetrado de su verdad”23
La educación superior también fue objeto de los desvelos de Bolívar. El 10 de mayo de 1824, firmó el decreto para la construcción de la Universidad de Trujillo en Perú porque estos institutos “son los medios más eficaces para la promoción de la instrucción pública de la cual, en gran parte, dependen el sostenimiento y la seguridad de los derechos sociales.” El Libertador manifestaba su preocupación en torno a que había una sola institución de enseñanza para todo el Departamento, lo cual no guardaba relación con los importantes servicios que hizo Trujillo a la causa de de la Independencia. Acorde con su apreciación, decidió que el colegio del Salvador, con su templo, se incorporara a este centro de enseñanza.24
En la ciudad que le vio nacer, Caracas, en enero de 1827 intervino personalmente en los estatutos de la Universidad para establecer normas más acordes con el fomento de los estudios y el interés general y seis meses después, el 24 de junio, firmó el Reglamento de la Universidad de Caracas. Para acrecentar físicamente el espacio de la sede y darle posibilidades de ampliación a largo plazo, Bolívar dictaminó la concesión de una hacienda en las afueras de la ciudad para que fuera el lugar donde se desarrollara la que desde ese momento se comenzó a denominar Universidad Central de Venezuela. El decreto de creación de la Universidad Central fue ampliado en el tiempo bajo la personal supervisión del Libertador, incluso durante su ausencia del país. El 8 de mayo de 1829 a través de un Decreto firmado en Quito hizo efectivas algunas reformas y adiciones al formato inicial de la Universidad.25
Como anécdota, es válido recordar que prueba de su profundo amor por la Universidad que había creado en su Caracas natal, en su Testamento en el enciso7° expone formalmente que “Es mi voluntad, que las dos obras que me regaló mi amigo el General Wilson, y que pertenecieron antes a la Biblioteca de Napoleón, tituladas “El Contrato Social” de Rousseau y “El arte militar” de Montesculi, se entreguen a la Universidad de Caracas”, donde aún hoy se conservan26.
Tanta veneración sentía el Libertador por la Academia que en un breve discurso en la Universidad de San Marcos en Lima, del cual se desconoce el contexto y la fecha en las que fue pronunciado, pero del que se deduce haya sido en el momento de recibir una distinción, Bolívar expone ante los sabios de la más importante Casa de estudios superiores del Perú su admiración y respeto por ellos. Les dice “Yo marcaré para siempre este día tan honroso de mi vida. Yo no olvidare jamás que pertenezco a la sabia Academia de San Marcos. Yo procuraré acercarme a sus dignos miembros, y cuantos monumentos me pertenezcan después de llenar los deberes a que estoy contraído por ahora, los emplearé en hacer esfuerzos por llegar si no a la cumbre de las ciencias en que vosotros os halláis, al menos en imitaros”27
Como dije al comienzo no resultaba fácil exponer en apretada síntesis la labor del Libertador en torno a la educación y la instrucción. Lo más importante es saber que en Venezuela, la patria recuperada transforma sus proyectos en hechos, sus ideas en leyes, sus sueños en derrotero común para la búsqueda de la 2da. Independencia y no sólo la espada libertaria, también el pensamiento infinito de Bolívar camina junto al de Martí por Nuestra América. Los pueblos del sur del Río Bravo como se dijo hace unos años aquí en La Habana han dicho basta y han echado a andar. Bolívar los acompaña hace ya 50 años aquí en Cuba y más recientemente en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil y en otros proyectos de gobiernos progresistas y democráticos de América Latina y el Caribe.
Hace 6 años, en la clausura del Congreso Pedagogía 2003, el primer constructor del sueño bolivariano en nuestro continente, el Comandante en Jefe de la Revolución Nuestramericana, Fidel Castro expresó “Dije hace un buen rato que las ideas eran el más importante recurso para salvar la humanidad. No es porque crea idealistamente que las ideas obran milagros por si solas. Simplemente proliferan y se multiplican en las épocas de crisis como una necesidad, y las preceden como las aves que anuncian las primaveras y los inviernos. Hoy el mundo se sumerge cada día más en una gran e inédita crisis. Toda la amargura que ustedes vienen expresando en cada encuentro y expresan cada vez más ante la negación de recursos para la más sagrada de las tareas que la humanidad demanda, la educación, tendrá su momento de premio, de luz y esperanza”28
No tenemos ninguna duda Fidel. Ese premio de luz y esperanza se visualiza hoy en el hecho cierto que después de ese discurso, además de Cuba, Venezuela y Bolivia ya son territorios libres de analfabetismo, creando la plataforma que Cuba ya tiene desde hace muchos años y que hoy comenzamos a instaurar para que la luz sea más intensa y la esperanza permanente, para ser cultos porque queremos ser libres. Por eso siempre tenemos presente que Martí nos recordaba que,”… lo que Bolívar no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: Bolívar tiene que hacer en América todavía!”
La Habana, Cuba.
28 de enero de 2009
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Significaba, antes de empezar, entender –por cuanto no soy especialista- en qué marco conceptual debía moverme, cómo hablar de Bolívar y sus ideas de la educación en la época que vivió y qué objetivos debía proponer al hacer esta presentación arropada en la Cátedra Bolívar, Martí, Sandino incorporada en esta ocasión a un magno evento como “Pedagogía 2009” y en el día del natalicio de José Martí en esta misma ciudad.
Obras magistrales han encarado el estudio de las preocupaciones, las ideas y las acciones de Simón Bolívar en materia de educación. Baste mencionar “Ideas educativas de Simón Bolívar” del Dr. Armando Rojas, “El primer deber” de J.L Salcedo Bastardo y “El Magisterio Americano de Bolívar” de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Sería suficiente leer cualquiera de estos magníficos libros -mejor, los tres- para tener una opinión bastante acabada en lo general y en lo particular del pensamiento del Libertador en lo que respecta a la educación. Intentaré en unas pocas cuartillas exponer de manera resumida un tema que la somera investigación adivina una constante en el torbellino de ideas sobre el porvenir que revoloteaban en la mente de Bolívar.
Habría que partir diciendo que entendemos la educación como un sistema coherente de formación sistemática de individuos integralmente desarrollados, en los que se pueda incorporar de forma armónica un sentido colectivo del trabajo, un alto nivel ideológico, una capacidad de organización y dotes espirituales, morales, éticas y físicas que lo preparen para la vida laboral en particular y para todo su quehacer en general. De esta manera no podemos entender el concepto de educación aislado de nociones como ideología y conciencia.
No se puede, -por tanto- estudiar la educación como un fenómeno aislado de la sociedad que la organiza e imparte. La sociedad capitalista ha preconizada una educación al servicio de la clase que ostenta el poder y que construye valores propios de ella, como el individualismo, la primacía de lo material por sobre el ser humano, el egoísmo, el lucro, el despilfarro y el consumo irracional.
A este respecto Marx nos recuerda que “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad.
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”1
Al mismo tiempo, en momentos muy cercanos del inicio de la Revolución Cubana, el Ché apuntaba ya en 1960, -al observar la relación entre desarrollo económico, productividad, conciencia y educación- que no creía que fuera “ la educación la que modele a un país, y hemos demostrado incluso que no es así, rompiendo con nuestro ejército de incultos una serie de trabas y prejuicios, pero tampoco es cierto que el proceso económico sólo vaya a conferir a la educación por el solo efecto de una transformación económica, una transformación a ese nivel. La educación y el desarrollo económico están constantemente actuando entre si y configurándose plenamente…”2.3 Esto nos señala una idea mucho más abarcadora del concepto educación donde la formación económica social y la sociedad en su conjunto crean las bases para la misma, perfilándose un concepto que va más allá de la sola concepción de instrucción con la que se pretende establecer un símil. La instrucción es sólo una parte de la educación que tiene relación con el caudal de conocimientos adquiridos y por tanto no se le puede circunscribir a ella, toda la amplia significación que la educación tiene, sobre todo en tiempos revolucionarios.
Estos tiempos son los que le tocaron vivir a Bolívar. Es producto de sus circunstancias. Nuestras guerras de independencia resolvieron el problema nacional, pero no el de clases. Los estados nacionales que surgieron de la Independencia, estructurados a partir de los intereses de las oligarquías que usufructuaron el poder –y que aún hoy lo hacen en algunos países- organizaron la educación a partir de estos criterios. Sólo una mente preclara como la del Libertador Simón Bolívar pudo adelantarse a su época y ya, en los avatares de la confrontación, aún antes de la derrota final del colonialismo, esbozaba ideas y aportaba propuestas respecto de lo que debía ser la formación de las futuras generaciones que iban a asumir la conducción y dirección del Estado y gobierno, de la sociedad y la economía, una vez consumada la Independencia.
Bolívar, se propuso modificar las circunstancias y por eso fue un revolucionario. Desde su niñez estuvo profundamente imbuido de las ideas más avanzadas de su época: Bajo la influencia de su maestro Simón Rodríguez, que le dio a conocer el “Emilio” de Rousseau y quien lo adentraba en conceptos sobre la Libertad, los Derechos del Hombre o le leía trozos de las “Vidas Paralelas” de Plutarco4, el joven Bolívar fue perfilando su pensamiento transformador. Grandes maestros acudieron a la formación del Libertador, Simón Rodríguez y Andrés Bello, entre los más destacados, pero también recibió influencia del precursor Francisco de Miranda, del sabio alemán Alejandro de Humboldt, del botánico francés Amadeo Bompland, de los franceses Charles Montesquieu y Francisco María Voltaire y los filósofos Denis Diderot y Etienne Bonnet de Condillac, así como el inglés John Locke quienes ayudaron a construir en él un pensamiento holístico muy avanzado para su época.
Esa idea transformadora estuvo presente en Bolívar a través de toda su impronta política. El Libertador veía la necesidad de convertir la mentalidad colonial subordinada al imperio español de los colombianos en noción de ciudadanos de las nuevas repúblicas, así puso en perspectiva su idea de la educación cuando afirmó que “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso en que camina la educación…”.
En febrero de 1819, en el Discurso de Instalación del Congreso de Angostura, esbozó por primera vez una opinión más acabada de su idea de Educación, “La educación popular debe ser el primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y Luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”5. Esta idea entraña la más profunda visión del Libertador. En primer lugar no puede soslayarse el hecho que al referirse en tan importante momento de la República, a la educación le adose el adjetivo popular. No la veía como un derecho de las élites sino como una obligación del Estado para con todos los ciudadanos. En ese mismo discurso reitera que la Constitución le concede a todos los ciudadanos la igualdad política, incluso afirma que el sistema político que estaba surgiendo depende “inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”6 y expone que si bien es cierto que todos los hombres nacen con iguales derechos, la realidad hace que haya una suma diversidad en las actuaciones de los ciudadanos ante la sociedad, pero lo atribuye a una desigualdad física y moral, en “genio, temperamento, fuerzas y caracteres”7 y aquí define otro papel para la educación al afirmar que esta desigualdad es corregida por las leyes porque” colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”8
En el Discurso de Angostura, el Libertador señala para la educación su responsabilidad cardinal en el entramado del Estado y devela su idea del lugar que le corresponde a ella en la estructura. Revela la necesidad de tomar las experiencias valiosas de Atenas, de Roma y de Esparta, pero sabedor que configurábamos una raza nueva construida de un crisol de sangres africana, española y de los pueblos originarios de Nuestra América, proponía dar a la República una potestad “cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana”9. Tomando la antigua figura griega del Areópago como ente superior de control de la sociedad, Bolívar quiere que se construya uno a partir de nuestra propia realidad y de nuestras particularidades para que se encargue de la educación de los niños y la instrucción y en ese mismo ámbito se encargue de acusar las actitudes perniciosas de los ciudadanos en la sociedad y en la función pública, tales como “la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia, y la corrupción10.
La concepción de Estado que Bolívar esboza en Angostura le da forma a esta idea. A diferencia del tradicional Estado con tres poderes común en Occidente, el Libertador propone crear uno con cuatro poderes. Además de los tradicionales, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, agrega el poder Moral, el cual concebía con dos Cámaras, la de Moral y la Educación. Eleva así, esta función a la categoría de responsabilidad de Estado, por encima de la tradicional función de gobierno y le asigna la tarea de velar porque los ciudadanos tengan un compromiso ejemplar en la sociedad, lo que llama “compromiso con las costumbres públicas y primera educación”11.
En un cuerpo de tres secciones diseña, en la Primera, a través de 16 artículos, la composición, elección, duración, prerrogativas y funciones de este poder, en la Segunda, en 13 artículos las atribuciones especiales de la Cámara de Moral y en la Tercera, en otros 13 artículos las atribuciones de la Cámara de Educación. Así va construyendo su edificio institucional en el que la educación debería ser centro de la actividad del Estado. Con particular preocupación por los detalles expone en la Sección Primera la estructura de funcionamiento. Su lectura denota una indudable preocupación por los pormenores que nos revelan cuánto estudio debe haberle llevado el trazado de la propuesta. Obviaremos en esta ocasión el contenido de la Segunda Sección y, en la Tercera descubrimos todo el pensamiento del Libertador en materia de educación plasmado en apenas 13 artículos de su propuesta.
Permítanme hacer un recorrido muy rápido de los mismos para que podamos comprender la profundidad de su esfuerzo y la dimensión de su pensamiento. Después de exponer que esta Cámara esta encargada de la educación de los niños desde que nacen hasta los 12 años, señala que es responsabilidad de ella valorar el papel “indispensable” de las madres en la educación. Así mismo, la divulgación de las obras que atiendan el tema y el estímulo a los sabios que escriban y publiquen sobre el mismo. Obliga a la Cámara a estar al día en los aportes que a nivel nacional e internacional se hagan al respecto sin escatimar recursos de ningún tipo para ello.
En otro plano señala el compromiso que la Cámara tiene en el papel de organizar y dirigir las escuelas primarias, de sus programas de estudio, pero también de construir las que sean necesarias para que todos los niños y niñas tengan acceso, haciendo una distribución acorde a las necesidades en todo el territorio nacional. Establece las responsabilidades de dirección y control de las escuelas y de los niños del país para saber sus adelantos, y de los talentos particulares para que sirvan a la hora de elaborar las políticas públicas.
Cabe destacar que el Congreso de Angostura estimó “como de muy difícil establecimiento, y en los tiempos presentes absolutamente impracticable” la propuesta de Bolívar y solamente tomó el acuerdo de imprimirla como un Apéndice a la Constitución llamando a que se emitieran opiniones sobre la misma.12Tuvieron que pasar 180 años para que en la Constitución que en honor al Padre de la Patria adoptó para nuestro país el nombre de República Bolivariana se incorporara, -adaptada a los nuevos tiempos- el Poder Ciudadano, que se ejerce por el Consejo Moral Republicano como parte integrante de nuestro Estado. Si bien es cierto que no crea una Cámara de Educación, está presente el espíritu de la idea bolivariana de establecer un cuerpo que velara por el comportamiento y la responsabilidad de los ciudadanos ante la sociedad, fin último de la educación y la moral según lo establece el Artículo primero de la propuesta de Angostura.
Consecuente con esta oferta y deseando corregir lo que el mismo denomina “abusos introducidos…en la mayor parte de los pueblos de naturales” como llama a los pueblos originarios de nuestro continente en un decreto absolutamente insólito para los tiempos que vivía, y diríamos que lamentablemente insólito todavía, casi 200 años después en algunos de los países de este lado del mundo, el Libertador considerando que “ esta parte de la población de la República merece las más paternales atenciones del gobierno por haber sido la más vejada, oprimida y degradada durante el despotismo español…” firma un Decreto el 20 de mayo de 1820 que entre sus partes establece que se devuelva a los naturales las propiedades legítimas que se le hayan usurpado y que a aquellas que queden sobrantes se arrienden para que los recursos obtenidos de destinen para el pago de los sueldos de maestros de las escuelas que se establecerán en cada pueblo. Así mismo instruye sobre los sueldos de los maestros y sobre las responsabilidades de las autoridades locales respecto del método de enseñanza y educación. En particular señala en el Artículo 9° que “ Todos los jóvenes mayores de cuatro años y menores de catorce asistirán a las escuelas, donde se les enseñarán las primeras letras, la aritmética, los principios de la religión, y los derechos y deberes del hombre y del ciudadano en Colombia de conforme a las leyes”13
Aquí se deja ver toda la grandeza del Padre de la Patria, su profundo espíritu humanitario y la visión de futuro de un hombre que se adelantó a su época para señalar con mirada milenaria los derroteros por los que habrían de transitar los hombres y mujeres de nuestras tierras, su camino de liberación. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada el 15 de diciembre de 1999, durante el gobierno del Presidente Chávez establece en su artículo 121 que “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión valores, espiritualidad, lugares sagrados y de culto. El Estado fomentará la valoración y difusión de las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socio culturales, valores y tradiciones”14. Es la materialización del Decreto del Libertador del 20 de mayo de 1820 y el cumplimiento de su sueño y su proyecto 180 años después.
En este recorrido breve por la obra bolivariana en la materia que nos convoca hoy, me parece importante rememorar una página que dice relación con el involucramiento personal de Bolívar en la construcción de los pilares de la educación para la Patria nueva. Tiene que ver con el vínculo que establece con Joseph Lancaster y su interés en que éste fuera a Venezuela a fin que el país adoptara su revolucionario método educacional. Lancaster fue un pedagogo inglés contemporáneo de Bolívar a quien conoce en Londres en la casa de Francisco de Miranda en 1810. Había creado una escuela en 1798 en la que aplica un método que se basaba en que alumnos mayores y más avanzados enseñaran a otros, bajo la dirección del maestro. Se le enseñaban al niño nociones que le podían servir en la vida. Pronto el sistema se generalizó en Gran Bretaña.15
Lancaster se traslada a Caracas en 1824 donde se había promulgado en 1821 la nueva legislación educacional, la cual consagraba en uno de sus artículos la aplicación del sistema lancasteriano o de “enseñanza mutua”. La instalación del educador inglés estuvo rodeada de no pocos incidentes y dificultades, sobre todo desde el punto de vista de las rentas públicas. Memorables son las gestiones que el propio Bolívar hace ante el gobierno del Perú para financiar dicho proyecto y ante su deseo que el mismo comience lo más pronto posible, de sus propios recursos adelanta el financiamiento para echarlo a andar. La traición a Bolívar que ya se fraguaba en su ausencia de Venezuela, conspiraron para hacer fracasar su intento de establecer un modelo muy avanzado para su época y para el cual el sabio inglés desplegó todo su ingenio y voluntad apoyado sólo por el incansable deseo del Libertador de ver instalado en el país un sistema que rompía los moldes tradicionales de su época. No escatimó, ni siquiera arriesgando sus propios recursos en esta obra. El 16 de marzo de 1825 escribió a Lancaster, “He tenido la honra de recibir la muy lisonjera carta de Ud. de Baltimore, cuya respuesta fue dirigida a los Estados Unidos de América, con varios rodeos que debían dificultar mucho el arribo a manos de Ud. Ahora tengo el mayor placer sabiendo, por la favorecida de Ud. de Caracas, la determinación que ha tomado de permanecer entre nosotros con el laudable objeto de propagar y perfeccionar la enseñanza mutua que tanto ha hecho y hará a la cultura del espíritu humano; obra maravillosa que debemos al ingenio singular del mismo que ha tenido la bondad de consagrarse a la instrucción de mis tiernos ciudadanos”16
“Los tiernos ciudadanos”, preocupación primordial del Libertador. Por ello la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra en el Artículo 78 que “ Los niños , niñas y adolescentes son sujetos plenos de derecho y estarán protegidos por la legislación, órganos y tribunales especializados, los cuales respetarán, garantizarán y desarrollarán los contenidos de esta Constitución, la Convención de los Derechos del Niño y demás tratados internacionales que en esta materia haya suscrito y ratificado la República…”, el Artículo 79 reza “ Los jóvenes y las jóvenes tienen el derecho y el deber de ser sujetos activos del proceso de desarrollo…” y el 102, “La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria”. Es la concreción del ideal bolivariano hecho letra de nuestra Carta Magna17.
La preocupación del Libertador por la educación de los niños cobra presencia jurídica en dos decretos que firma el 11 de diciembre de 1825 en Chuquisaca, la actual Sucre en Bolivia, el primero de ellos para organizar el sistema educativo de la nueva Nación Boliviana y a través del segundo ordena recoger y dar educación a los niños huérfanos.
En los considerandos del primer decreto se expone “que el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”, “que esta educación debe ser uniforme y general”, “que los establecimientos de este genero deben ponerse de acuerdo con las leyes del estado” y “que la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. Al leerlos podemos dimensionar el avance y la perfección de las ideas expuestas en el Discurso de Angostura de 1819. En el mencionado Decreto El Libertador exige se haga un diagnóstico de la situación de la educación en Bolivia, para que se exponga un plan a fin de establecer una institución que genere una instrucción a impartir en todos los rincones de la República, para niños de ambos sexos. Ordena que se creen escuelas militares, de ciencias y artes, y que se destinen para ello, los “mejores edificios” de cada Departamento, y establece con precisión de dónde debían salir los recursos para financiar esta magna, obra comprometiendo al gobierno a utilizar a favor de la educación “todos los ahorros que en lo sucesivo puedan hacerse en el arreglo de otros ramos de la administración pública”18. A pesar que este decreto se firma en Bolivia los planes eran iguales para Perú y Colombia según lo expone Augusto Mijares en su Prólogo de la “Doctrina del Libertador”19. Vale destacar que estas instrucciones iban dirigidas en primer lugar a su Maestro Simón Rodríguez a quien había encargado organizar la educación pública en Bolivia y Perú.
Podríamos comentar el segundo decreto de ese mismo día20, pero dejemos que sea el verbo maravilloso del Maestro Simón Rodríguez quien nos exponga la magnificencia del proyecto bolivariano, “Expidió un decreto para que se recogiesen los niños pobres de ambos sexos... no en Casas de misericordia a hilar por cuenta del estado; no en Conventos a rogar a Dios por sus bienhechores; no en Cárceles a purgar las miserias o los vicios de sus padres; no en Hospicios, a pasar sus primeros años aprendiendo a servir, para merecer la preferencia de ser vendidos, a los que buscan criados o esposas inocentes.
Los niños se habrían de recoger en casas cómodas y aseadas, con piezas destinadas a talleres, y éstos surtidos de instrumentos y dirigidos por buenos maestros. Los varones debían aprender tres oficios principales, Albañilería, Carpintería y Herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias y porque las operaciones de las artes mecánicas secundarias, dependen del conocimiento de las primeras. Las hembras aprendían los oficios de su sexo, considerando sus fuerzas; se quitaban por consiguiente, a los hombres, muchos ejercicios que usurpan a las mujeres.
Todos debían estar decentemente alojados, vestidos, alimentados, curados y recibir instrucción moral, social y religiosa. Tenían, fuera de los maestros de cada oficio, agentes que cuidaban de sus personas y velaban sobre su conducta, y un Director que trazaba el plan de operaciones y lo hacía ejecutar. Se daba ocupación a los padres de los niños recogidos, si tenían fuerzas para trabajar; y si eran inválidos se les socorría por cuenta de sus hijos: con esto se ahorraba la creación de una casa para pobres ociosos, y se les daba a los niños una lección práctica sobre uno de sus principales deberes. Tanto alumnos, como sus padres gozaban de libertad -ni los niños eran frailes ni los viejos presidiarios- el día lo pasaban ocupados y por la noche se retiraban a sus casas, excepto los que querían quedarse. La intención no era (como se pensó) llenar el país de artesanos rivales o miserables, sino instruir, y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles, asignarles tierras y auxiliarlos en su establecimiento... era colonizar el país con sus propios habitantes. Se daba instrucción y oficio a las mujeres para que no se prostituyesen por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia".21 Mijares comenta en la obra ya citada que sólo se puede apreciar la magnitud de la propuesta de Bolívar cuando se sabe que en la propia Europa no existían instituciones similares para los hijos del pueblo.22
En el terreno práctico, la preocupación del Libertador también es patente. Tuvo personal interés en crear instituciones de educación en los países liberados. Ya durante el año 1819, en Bogotá dispuso de un convento abandonado por los capuchinos para crear un colegio para los niños huérfanos de soldados que habían caído en la guerra. Así mismo, en 1824 transformó el exclusivo Colegio de Santa Rosa de Ocopa en el Valle de Jauja, en Perú en instituto de enseñanza pública, también para los hijos de las víctimas de la guerra. En el Cuzco en 1825, creó el Instituto de Ciencias y Artes, el cual recibió el nombre de Colegio del Cuzco, fusionándolo con los Colegios de San Bernardo y del Sol, para cuya sede única destinó la antigua casa de los jesuitas. Ese mismo día fundó para las niñas el Colegio de Educandas en la sede del colegio de San Bernardo, reiterando en el decreto que se admitirían niñas de cualquier clase, manifestando con ello, su intención de luchar contra la discriminación de las mujeres y los pobres.
Hacer un balance de la obra del Libertador Simón Bolívar en materia de educación de los niños pasa por estudiar su Artículo “La Instrucción Pública” escrito en 1825 y las indicaciones dadas al director de un colegio estadounidense donde se educaba su sobrino Fernando. En ambos pasa revista a la amplia gama de asignaturas de las ciencias, las artes y la moral que debería cubrir la formación de todo niño y joven. Establece las prioridades sobre las que se funda una educación integral que prepare al joven para la vida, de manera tal que recorre con agudeza, desde las primeras enseñanzas hasta las postreras que lo llevarán a la educación superior, el seminario o la carrera de las armas. Recuerda el papel fundamental que debe jugar un buen gobierno en el ámbito de la formación de las nuevas generaciones y recalca de manera concluyente – como se señaló con anterioridad- “…las Naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso que camina la educación. Ellas vuelan, si esta vuela, retrogradan, si retrograda, se precipitan y hunden en la oscuridad, si se corrompe, ó absolutamente se abandona. Estos principios dictados por la experiencia, é inculcados por los filósofos y políticos antiguos, y modernos, hacen hoy un dogma tan conocido que no se hallará tal vez individuo alguno que no se sienta penetrado de su verdad”23
La educación superior también fue objeto de los desvelos de Bolívar. El 10 de mayo de 1824, firmó el decreto para la construcción de la Universidad de Trujillo en Perú porque estos institutos “son los medios más eficaces para la promoción de la instrucción pública de la cual, en gran parte, dependen el sostenimiento y la seguridad de los derechos sociales.” El Libertador manifestaba su preocupación en torno a que había una sola institución de enseñanza para todo el Departamento, lo cual no guardaba relación con los importantes servicios que hizo Trujillo a la causa de de la Independencia. Acorde con su apreciación, decidió que el colegio del Salvador, con su templo, se incorporara a este centro de enseñanza.24
En la ciudad que le vio nacer, Caracas, en enero de 1827 intervino personalmente en los estatutos de la Universidad para establecer normas más acordes con el fomento de los estudios y el interés general y seis meses después, el 24 de junio, firmó el Reglamento de la Universidad de Caracas. Para acrecentar físicamente el espacio de la sede y darle posibilidades de ampliación a largo plazo, Bolívar dictaminó la concesión de una hacienda en las afueras de la ciudad para que fuera el lugar donde se desarrollara la que desde ese momento se comenzó a denominar Universidad Central de Venezuela. El decreto de creación de la Universidad Central fue ampliado en el tiempo bajo la personal supervisión del Libertador, incluso durante su ausencia del país. El 8 de mayo de 1829 a través de un Decreto firmado en Quito hizo efectivas algunas reformas y adiciones al formato inicial de la Universidad.25
Como anécdota, es válido recordar que prueba de su profundo amor por la Universidad que había creado en su Caracas natal, en su Testamento en el enciso7° expone formalmente que “Es mi voluntad, que las dos obras que me regaló mi amigo el General Wilson, y que pertenecieron antes a la Biblioteca de Napoleón, tituladas “El Contrato Social” de Rousseau y “El arte militar” de Montesculi, se entreguen a la Universidad de Caracas”, donde aún hoy se conservan26.
Tanta veneración sentía el Libertador por la Academia que en un breve discurso en la Universidad de San Marcos en Lima, del cual se desconoce el contexto y la fecha en las que fue pronunciado, pero del que se deduce haya sido en el momento de recibir una distinción, Bolívar expone ante los sabios de la más importante Casa de estudios superiores del Perú su admiración y respeto por ellos. Les dice “Yo marcaré para siempre este día tan honroso de mi vida. Yo no olvidare jamás que pertenezco a la sabia Academia de San Marcos. Yo procuraré acercarme a sus dignos miembros, y cuantos monumentos me pertenezcan después de llenar los deberes a que estoy contraído por ahora, los emplearé en hacer esfuerzos por llegar si no a la cumbre de las ciencias en que vosotros os halláis, al menos en imitaros”27
Como dije al comienzo no resultaba fácil exponer en apretada síntesis la labor del Libertador en torno a la educación y la instrucción. Lo más importante es saber que en Venezuela, la patria recuperada transforma sus proyectos en hechos, sus ideas en leyes, sus sueños en derrotero común para la búsqueda de la 2da. Independencia y no sólo la espada libertaria, también el pensamiento infinito de Bolívar camina junto al de Martí por Nuestra América. Los pueblos del sur del Río Bravo como se dijo hace unos años aquí en La Habana han dicho basta y han echado a andar. Bolívar los acompaña hace ya 50 años aquí en Cuba y más recientemente en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil y en otros proyectos de gobiernos progresistas y democráticos de América Latina y el Caribe.
Hace 6 años, en la clausura del Congreso Pedagogía 2003, el primer constructor del sueño bolivariano en nuestro continente, el Comandante en Jefe de la Revolución Nuestramericana, Fidel Castro expresó “Dije hace un buen rato que las ideas eran el más importante recurso para salvar la humanidad. No es porque crea idealistamente que las ideas obran milagros por si solas. Simplemente proliferan y se multiplican en las épocas de crisis como una necesidad, y las preceden como las aves que anuncian las primaveras y los inviernos. Hoy el mundo se sumerge cada día más en una gran e inédita crisis. Toda la amargura que ustedes vienen expresando en cada encuentro y expresan cada vez más ante la negación de recursos para la más sagrada de las tareas que la humanidad demanda, la educación, tendrá su momento de premio, de luz y esperanza”28
No tenemos ninguna duda Fidel. Ese premio de luz y esperanza se visualiza hoy en el hecho cierto que después de ese discurso, además de Cuba, Venezuela y Bolivia ya son territorios libres de analfabetismo, creando la plataforma que Cuba ya tiene desde hace muchos años y que hoy comenzamos a instaurar para que la luz sea más intensa y la esperanza permanente, para ser cultos porque queremos ser libres. Por eso siempre tenemos presente que Martí nos recordaba que,”… lo que Bolívar no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: Bolívar tiene que hacer en América todavía!”
La Habana, Cuba.
28 de enero de 2009
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