Si visitamos la ciudad de Londres podremos ver una famosa zona de la
misma llamada Portobelo, o admirar la tumba que rinde homenaje a la
figura de Edward Vernon en la Abadía de Westminster, sin embargo la
realidad arroja para ellos una dudosa gloria debido a las acciones de un
marino español, que vergonzosamente y en paralelo ha sido olvidado tras
su participación en una de las batallas más desiguales y cruentas de la
Historia.
Figura 1 – Blas de Lezo y Olavarrieta
Biografía del Alimrante Blas de Lezo y Olavarrieta
Blas de Lezo y Olavarrieta nace en Pasajes (Guipúzcoa, España) el 3
de febrero de 1689. El cuarto de diez hermanos, pertenece a una familia
de nobleza baja con ilustres marinos entre sus antepasados y en un
pueblo prácticamente dedicado en exclusiva a la mar. Por ello no debe
extrañar que con apenas doce años, en 1701, se enrole como guardiamarina
al servicio del conde de Toulouse, Alejandro de Borbón hijo de Luis
XIV. Se integra en la armada francesa porque la española era apenas
inexistente, la situación era calamitosa y lamentable, fiel reflejo del
descalabro económico y la decadencia de los Austrias. Tres años más
tarde estallará la Guerra de Sucesión en España, al no dejar Carlos II
descendencia alguna, enfrentando a Felipe de Anjou por parte francesa y
al archiduque Carlos de Austria apoyado por Inglaterra, ya que esta
última temía el poderío que alcanzarían los borbones en el continente.
Fue frente a Vélez-Málaga, el 24 de agosto de 1704, cuando se produce la
batalla naval más importante del conflicto. En dicho combate se
enfrentaron 96 naves de guerra francoespañolas (51 navíos de línea, 6
fragatas, 12 galeras, 8 brulotes y otras 19 naves variadas) y 68 navíos
de línea angloholandeses, sufriendo 1500 y 2700 bajas respectivamente.
Blas de Lezo participó en aquella batalla a bordo del
Foudroyant
(104)* batiéndose de manera ejemplar hasta que una bala de cañón le
destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar por debajo de la
rodilla. Debido al valor demostrado en aquel trance y en el propio
combate, es ascendido en 1704 a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis
XIV y se le ofrece ser asistente de cámara de la corte de Felipe V.
Evidentemente necesitó una larga recuperación y rechazó estar en la
corte, pues ambicionaba conocer la artes marineras y convertirse en un
gran comandante. En 1705 vuelve a bordo y aprovisiona la asediada
Peñíscola. Después de esto hostiga el comercio de Génova teniéndose que
enfrentar al británico
Resolution (70), que se rinde ante el
marino vasco. Continúa patrullando el Mediterráneo apresando numerosos
barcos ingleses realizando valientes maniobras con un arrojo impropio,
tanto es así que se le premia permitiendo llevar sus presas a Pasajes,
su pueblo natal. Pero enseguida es requerido por sus superiores y en
1706 se le ordena abastecer a los sitiadores de Barcelona al mando de
una pequeña flotilla Sirviéndose de su aguda inteligencia realiza su
cometido brillantemente, escapa una y otra vez del cerco que establecen
los ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y
ardiendo paja húmeda con el fin crear un densa nube de humo que los
protegiera, pero además carga “
sus cañones con unos casquetes de
armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados
prendía fuego a los buques británicos” 1. Los británicos se ven
impotentes ante tal despliegue de ingenio. Posteriormente se le destaca a
la fortaleza de Santa Catalina de Tolón donde toma contacto con la
defensa desde tierra firme en combate contra los saboyanos. En está
acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una
esquirla se le aloja en su ojo izquierdo, perdiendo para siempre la
vista del mismo.
Figura 2 – Combate contra el
Stanhope.
Tras una breve convalecencia es destinado al puerto de Rochefort
donde es ascendido a Teniente de Guardacostas en 1707. Allí realizará
otra gran gesta rindiendo en 1710, a bordo de la fragata
Valeur, una decena de barcos enemigos, el menor de 20 piezas, y sometiendo en un impresionante combate al
Stanhope
(70) comandado por John Combs que le triplicaba en fuerzas. Se mantuvo
un cañoneo mutuo hasta que las maniobras de Lezo dejaron al barco
enemigo a distancia de abordaje, momento en el que ordenó lanzaran los
garfios para llevarlo a cabo: “
Cuando los ingleses vieron aquello entraron en pánico”
2. Al abordaje los españoles casi siempre superaban a sus rivales por
tanto está versión no debió diferir demasiado con la realidad pues sino
no se explica que saliera victorioso cuando la tripulación de Lezo era
notablemente menor que la de Combs. Sea como fuere Blas de Lezo se cubre
de gloria en tan fenomenal enfrentamiento, en el que incluso es herido,
y es ascendido a Capitán de Fragata.
Figura 3 – Jorrando al capturado
Stanhope.
En 1712 pasa a servir a la incipiente Armada española en la flota de
Andrés del Pez ya que no tenía sentido seguir en la francesa al
distanciarse los monarcas español y francés. Este afamado almirante
quedo maravillado ante la valía de Lezo y emitió varios escritos que le
valieron su ascenso a Capitán de Navío un año mas tarde. Posteriormente
participa en el asedio a Barcelona al mando del
Campanella
(70), en el que el 11 de septiembre de 1714 se acerca con demasiado
ímpetu a sus defensas y recibe un balazo de mosquete en el antebrazo
derecho, quedando la extremidad sin apenas movilidad hasta el fin de sus
días. De esta manera con sólo 25 años tenemos al joven Blas de Lezo
tuerto, manco y cojo.
En 1715 al mando de
Nuestra Señora de Begoña (54) y ya
repuesto de sus heridas se dirige en una extensa flota a reconquistar
Mallorca, que se rinde sin un solo fogonazo. Un año después parte hacia
La Habana escoltando una flota de galeones en el
Lanfranco
(60), barco que será retirado de servicio debido a su calamitoso estado a
su regreso a Cadiz. Allí se queda hasta 1720 cuando se le asigna un
nuevo navío bautizado también como
Lanfranco (62) pero además
conocido como León Franco y Nuestra señora del Pilar y se le integra
dentro de una escuadra hispano francesa al mando de Bartolomé de Urdizu
con el cometido de limpiar de corsarios y piratas los llamados Mares del
Sur o lo que es lo mismo las costas de Perú. La escuadra estaba
compuesta por parte española de cuatro buques de guerra, una fragata y
por parte francesa por dos navíos de línea franceses. Sus primeras
operaciones fueron contra los dos barcos,
el Success (70) y el
Speed Well
(70) del corsario inglés John Clipperton, que logró evitarles y tras
hacer algunas capturas huyó a Asia donde fue capturado y ejecutado. A
pesar de ello cuando la escuadra se separó el mando recayó sobre Lezo
que fue ascendido a General de la Armada el 16 de febrero de 1723. En
esos momentos también tiene tiempo para otras conquistas y el 5 de mayo
de 1725 toma la mano de Doña Josefa Pacheco de Bustos, que un año más
tarde le daría un hijo, también llamado Blas. El primer cometido que
tuvo como jefe de la escuadra del sur fue hacerla perfectamente
operativa, para ello necesitaba tres o cuatro navíos de guerra pero
pocos fueron los medios con los que contó, teniendo incluso que
desguazar la fragata, de nombre
Peregrina (36), por el
lamentable estado en el que se encontraba. Afortunadamente se
construyeron dos nuevos barcos por parte de los comerciantes peruanos en
pago por lo que adeudaban a la corona. Con su pequeña escuadra de tres
navíos se lanza a patrullar el Pacífico y pronto se encontraran con
cinco navíos holandeses mejor artillados, Lezo ordena enfilar la proa
hacia el enemigo para abordarlo pero este reacciona organizadamente y
frustra su intento, a lo que el marino español responde ágilmente
ordenando concentrar el fuego contra la mayor embarcación enemiga, el
Vlissingen
(58). Tal fue el castigo que lo desarbolan y arrían su pabellón
poniendo en fuga al resto. En otra salida posterior se lanzaría sobre
seis navíos de guerra ingleses rindiendo a todos ellos uniendo tres a su
escuadra. Así Lezo consiguió formar una armada más que suficiente para
proteger las costas peruanas, pero el nuevo Virrey que había tomado
posesión de su cargo hacía dos años, la desguazo e intentó colocar en
puestos de la armada a amigos y familiares lo que provocó el
enfrentamiento con Lezo. En todo ese tiempo los impagos al general se
agravaron por el bloqueo del propio Virrey. La situación se volvió
insostenible, llegando a pedir el retiro, pero el 18 de agosto de 1730
regresa a Cádiz como jefe de la Escuadra del Mediterráneo y pagándosele
lo debido, tras la intercesión de Patiño, el ministro de la Marina,
sabedor de la necesidad de gente así en la Armada.
El día 28 de noviembre de 1731, se distinguen y reconocen los
servicios del almirante al Rey, señalándose como distintivo para la nave
capitana de Blas de Lezo, la
Real Familia (60), el escudo de
armas de Felipe V, quedando la bandera morada con el escudo de España,
las ordenes del Espíritu Santo y el Toison de Oro alrededor y cuatro
anclas en sus extremos.
Figura 4 – Estandarte del Teniente General de la Armada don Blas de Lezo.
El 22 de diciembre del mismo año se le vuelve a reconocer
encomendándole el traslado del infante Don Carlos a sus posesiones
italianas. Pero antes de terminar el año vuelve a recibir órdenes, debe
recuperar dos millones de pesos que el Banco San Jorge de Génova retenía
a la corona española. Al mando de seis buques entra en el puerto
genovés y se sitúa enfrente del palacio de los Doria portando la bandera
real en señal de hostilidades. Demanda lo adeudado y da un plazo de 24
horas para su entrega amenazando cañonear la ciudad, que finalmente
entrega los dos millones, pero además es obligada por Lezo a rendir
honores a bandera española antes de partir de nuevo a la península.
Blas vuelve al combate a bordo del
Santiago (60), acompañado
de una fuerza militar compuesta por once barcos de guerra, siete
galeras y numerosas embarcaciones de transportes, con 30.000 hombres y
168 piezas artilleras. Esta fuerza al mando de conde de Montemar
reconquista el 2 de julio de 1732 la plaza de Orán. Su jefe, el pirata
Bey Hacen escapó y se alió con el Bey de Argel disponiendo pronto un
ataque contra la ciudad. De esta manera Lezo volvió en Febrero de 1733
para socorrerla con el
Princesa (70) y
Real Familia
(60) y otros cinco navíos de guerra para auxiliar Oran. Las nueve
galeras que bloqueaban su puerto huyeron en desbandada pero Lezo
persiguió a la nave
Capitana (60) de Bey de Argel hasta la
ensenada de Mostagán defendida por dos fuertes y 4000 enemigos. Lejos de
detenerse, Lezo entró en ella impetuoso como siempre, arrasando las dos
fortificaciones con gran pericia de los artilleros y asaltando la nave
capitana ante el terror de los musulmanes. En 1734 el Rey le acsiende a
Teniente General de la Armada.
Blas de Lezo, habiendo realizado todo tipo de hazañas y con aureola
de tremendo lobo de mar, parte de Cádiz el 3 de febrero de 1737,
dirigiendo lo que sería la última carrera de indias del imperio con una
flotilla de galeones además del
Fuerte (60) y el
Conquistador
(64), hacia Cartagena de Indias, ya que se le ha encomendado su defensa
como Comandante General de la ciudad. Esta plaza se había convertido en
un punto de una importancia geoestratégica capital, por allí pasaban
las mercancías provenientes de la península y las posesiones españolas
América del sur. Su pérdida colapsaría el Imperio, los gobernantes
españoles sabedores de ello y ante el inevitable enfrentamiento con
Inglaterra destinaron a Blas de Lezo para defender la ciudad.
Cartagena de Indias era llamada “la llave del Imperio” y a tal efecto
contaba con las mejores y más extensas fortificaciones de todos los
virreinatos. No es de extrañar pues anteriormente ya había sufrido los
ataques de afamados piratas. En 1542 el francés Robert Baal la toma con
450 hombres, habiendo transcurrido sólo diez años de su fundación. Otro
francés, Martin Cote, también logró tomarla en 1559. Resistió la ciudad
en 1568 cuando el inglés Sir John Hawkins, traficante de esclavos, la
sitió durante 8 días tras su fallido intento de engaño alegando querer
comerciar con la ciudad. Su compatriota Francis Drake, logró conquistar
la ciudad en 1586 y durante cien días entre febrero y abril del mismo
año se instaló en la gobernación causando numerosos incendios,
destrucción y saqueos por doquier, inclusive en la Catedral. Abandonó la
ciudad tras recibir un cuantioso rescate. Como puede observarse la
ciudad era bastante vulnerable y es que la ciudad no estaba fortificada.
A petición del rey, el ingeniero militar Bautista Antonelli, comienza
la fortificación de Cartagena quien planeó y construyó los primeros
baluartes del sistema amurallado que, dos siglos más tarde, convertiría a
la ciudad en una fortaleza inexpugnable. Sus muros se construyeron
inicialmente de madera y fajina siguiendo sus trazados. Se avanzó la
construcción de las murallas y baluartes hasta que el núcleo central de
la ciudad quedó bien protegido. Además se construyeron diversos fuertes
(Manzanillo, Cruz Grande y Pastelillo) protegiendo el acceso a la bahía
interior desde la exterior. Tras varios naufragios aumentó la dificultad
de acceso desde el océano a la bahía exterior por el canal de
Bocagrande, ganando protagonismo el de Bocachica, donde se construyó el
fuerte de San Luis que sería acompañado más tarde por tres baterías al
Este y por el fuerte de San José en la orilla Oeste. Se buscaba impedir
el acceso y trasiego de naves enemigas en la bahía que permitiría el
apoyo de cualquier ataque terrestre. Pero también se incrementaba la
potencia de los cañones y se hacía imperativo diseñar fortalezas cada
vez más poderosas. Así nació el más imponente castillo que construyeron
los españoles en Cartagena, San Felipe de Barajas. Estaba situado en el
cerro de San Lázaro, protegiendo la ciudad de cualquier ataque terrestre
o desde la bahía. En 1657 quedó terminado el primer núcleo del castillo
en la cima del cerro, el modesto bastión que Blas de Lezo conocerá y
que no tiene nada que ver con las dimensiones colosales que llegaría a
adquirir abrazando a todo el cerro de San Lazaro, como se conserva
actualmente. No obstante en 1685 el británico Henry Morgan atacará la
ciudad y doce años más tarde, en 1697, lo hará exitosamente el barón de
Pointis recibiendo órdenes del rey francés. Este último llegaría a decir
que “
en la costa de Cartagena el mar es un señor invencible”.
Efectivamente el ataque directo a la ciudad desde Norte por el océano
era imposible debido a la poca profundidad del mismo y los botes serían
presa fácil de los baluartes de la ciudad. En un análisis muy posterior
(1762) Antonio de Arévalo estableció tres avenidas de posibles ataques
terrestres a la ciudad: por el Oeste Bocagrande, por Este la Boquilla y
por el Sur la Popa. Lo intentó Pointis en 1697 por las playas de
Bocagrande, pero le fue imposible desplegar eficazmente las piezas
artilleras, ni asentar a la tropa, ni cavar trincheras, ni minar las
defensas pues el nivel freático afloraba enseguida. Por lo tanto sólo
había dos rutas de ataque factibles: por el Sur y por el Este.
Figura 5 – Castillo de San Felipe de Barajas en la actualidad.
A pesar de las magníficas fortificaciones Blas de Lezo encontró las defensas de la ciudad en un estado calamitoso. Contaba “
con poca y mala artillería, casi sin municiones y una existencia de pólvora que apenas llegaba a 3300 libras”
3. Desde su llegada su único propósito fue el abastecimiento de la
plaza y la fortificación de la bahía. Para ello ordenó cegar
completamente el canal de Bocagrande creando una escollera, de esta
forma se aseguró que cualquier ataque por mar tuviera que pasar por los
fuertes de Bocachica. Reforzó las guarniciones de estas fortificaciones,
tendió entre las mismas dos cadenas para impedir el acceso a la bahía y
colocó sus barcos para apoyarlos.
Figura 6 – Plano de Cartagena de Indias en estado de defensa.
En 1739 Inglaterra declara la guerra España, la llamada guerra de la
oreja de Jenkins debido a que Julio León Fandiño, capitán de un
guardacostas español, interceptó el Rebbeca del contrabandista Robert
Jenkins perdonándole la vida pero a cambio le hizo cortar a éste una
oreja, después de lo cual le liberó con este insolente mensaje: “
Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.
El escándalo en Inglaterra fue mayúsculo y fue el pretexto perfecto
para declarar una guerra, que en realidad estaba motivada por la
avaricia de los comerciantes ingleses. Por ello planean desmembrar el
imperio español que tanto ambicionaban y en ese plan Cartagena de Indias
figuraba como la llave para sus propósitos. Para ello se prepara una
gran escuadra al mando de Edward Vernon cuya rivalidad con Blas de Lezo
era evidente, el almirante inglés “
lo señaló en sus cartas como adversario epónimo porque era un símbolo de la resistencia hispana a la ambición inglesa”
4. Ello queda reflejado en las cartas que intercambian ambos almirantes
tras la rendición sin lucha alguna de Portobelo a los ingleses: “
Hubiera
estado yo en Portobelo, no hubiera Usted insultado impunemente las
plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me
hubiera sobrado para contener su cobardía” 5.
Desde hacía tiempo España conocía las intenciones exactas de
Inglaterra y el plan de Vernon, un espía español en Jamaica apodado el
Paisano dio tantos detalles que incluso el Virrey Eslava no dio crédito
suficiente a la información: se estaba preparando un enorme flota para
lanzarla contra Cartagena de Indias y se informaba además de los planes
de ataque sobre la plaza. Por entonces la red de espías española
superaba a la inglesa, como ejemplo baste mencionar que desconocían la
situación de las defensas cartageneras teniendo sólo la información del
ataque de Pointis en 1697, de hacía 40 años.
Con el objetivo de amedrentar y sobretodo recabar información
directa, el 13 de marzo de 1740 Vernon se presentó ante de la ciudad con
ocho navíos mayores, dos brulotes, dos bombardas y un paquebote, que
tras bloquear cualquier comunicación con el exterior comenzaron a
bombardear las posiciones de Bocachica. Pero Lezo había desmontado
algunos cañones de 18 libras de sus navíos que tenían mayor alcance que
los de los fuertes. En el momento oportuno dichos cañones dispararon
desde la selva sorprendiendo a los barcos de Vernon, que rodeados en un
fuego cruzado se vieron obligados a retirarse a Jamaica. Aunque el
almirante inglés regresó el 3 de mayo siguiente con trece buques y una
bombarda, sólo tuvieron tiempo para reconocer la zona y huir tras verse
velozmente envueltos por los navíos de Lezo.
El 13 de marzo de 1741 se avistan desde la ciudad algunas velas
enemigas, exactamente un año después del primer ataque. El mismo día una
balandra francesa, enviada por el general Leogan, informa que a la
altura de la Española se han contado 130 velas que por su derrota
parecen dirigirse a Cartagena. Cuando finalmente arribaron todas fuerzas
enemigas dos días después, la visión debió ser estremecedora con un
muro inacabable de velas. Para desgracia de los defensores la
información recibida por la balandra francesa estaba equivocada. Las
fuerzas que Vernon presentó dejaban a las claras que esta vez no se
trataba de una escaramuza. Los datos varían según las fuentes pero la
escuadra británica debió componerse de 180 embarcaciones, 23600
combatientes y unas 3000 piezas artilladas desglosados así:
- 8 navíos de tres puentes y de 80 a 90 cañones.
- 28 navíos de dos puentes y de 50 a 70 cañones.
- 12 fragatas de 40 cañones.
- 2 bombardas.
- 130 barcos de transporte.
- 6237 soldados ingleses.
- 2763 soldados norteamericanos.
- 1000 macheteros jamaicanos.
- 12600 marineros.
- 2620 cañones navales.
- 1380 cañones de tierra.
En cambio Lezo contaba tan sólo con 6 navíos, 2830 hombres y 990 piezas artilladas desglosados así:
- 6 navíos de línea: Galicia (70) que era la nave capitana, el San Felipe (64), el San Carlos (70), el África (70) el Dragón (64) y el Conquistador (64).
- 2230 soldados españoles: Regimientos de Infantería de Aragón,
Toledo, Lisboa, Navarra, el Fijo de la Plaza y milicianos de la ciudad.
- 600 indios flecheros del interior de la provincia.
- 900 marineros.
- 80 artilleros.
- 360 cañones navales.
- 320 cañones de los fuertes.
- 310 cañones del recinto amurallado de la ciudad.
En realidad las tropas de Lezo debieron haber sumado unos 6000
hombres, pero por causa de la fiebre amarilla las tropas provenientes de
la península fueron drásticamente diezmadas antes de estos
acontecimientos. Además de estas tropas el destino reunió para la
defensa de la ciudad a brillantes militares españoles como el propio
Virrey Sebastián de Eslava como mando supremo, el comandante del
Apostadero Blas de Lezo encargado de la defensa, el intendente del rey y
gobernador de la provincia de Cartagena Melchor de Navarrete
coordinando, administrando y llevando la contabilidad de los suministros
y todo lo acaecido en la defensa, el coronel Carlos Desnaux como
castellano de San Luis de Bocachica y San Felipe de Barajas, y el
capitán Lorenzo de Alderete defendiendo las baterías de tierra bomba.
Todos ellos en sus distintos cometidos, tendrán una actuación decisiva
en lo que iba a acontecer.
Vernon amaga, ronda y distrae la atención por las costas, comprobando
que es inaccesible la ciudad desde su frente marítimo tras intentar
bombardear la ciudad con 17 navíos y las dos bombardas dirigiéndose
entonces a Bocachica.
El 17 de marzo comienza el cañoneo contra los fuertes y baterías de
aquella entrada a la bahía. Esta acción se producía a todas horas con
una media de 62 disparos cada hora, atacando permanentemente ocho barcos
que se renovaban de cuatro en cuatro. Pero el comandante vasco se había
preparado para minimizar los daños en su tropa y sacar el máximo
provecho a los pocos recursos con los que contaba. Colocó los navíos en
la entrada de la bahía para apoyar el fuego de las fortificaciones,
mientras que en estas dispuso la utilización de “
rampas bajo los cañones para poder alargar los tiros y disminuir el tiempo de los mismos”
6. Además ante la aplastante superioridad numérica escogió muy
inteligentemente el objetivo de la artillería, busco desarbolar los
barcos enemigos algo que los inutilizaría para el resto de la campaña y
con ese fin ordenó la fabricación de balas encadenadas y palanquetas que
se llevaban consigo todo el aparejo. Los barcos de Vernon se vieron
sorprendidos con disparos imposibles que destrozaban sus velámenes
dejándoles a merced del enemigo. Sólo en la batalla del día veinte los
cañonazos españoles dejaron cinco navíos de guerra fuera de combate
entre ellos dos de tres puentes. Paralelamente y con el fin de minimizar
sus bajas, Lezo ordenó que los merlones (la parte más débil de una
muralla entre los cuales se abren las troneras de los cañones) que eran
de piedra y ladrillo fueran reconstruidos con costales repletos de
tierra apilados unos sobre otros. De esta manera al impactar una bala de
cañón no saltaban esas esquirlas que causaban estragos entre los
defensores y absorbía el golpe del impacto. Así transcurrieron los días
en los que las tropas españolas apenas descansaban pero aguantaban el
envite permanente de los navíos británicos.
Figura 7 – Combate en Bocachica.
Mientras tanto los atacantes habían desembarcado en la Boquilla (al
Oeste de la ciudad) distrayendo la atención del Virrey Eslava. Sin
embargo los británicos tomaron buena nota de las defensas antes del
primer ataque a Cartagena, como se refleja en la carta del 7 de Marzo de
1740 de dirigida a Vernon por sus oficiales, y en la que indicaban que
las baterías de Tierra Bomba (al Este de Bocachica) se podrían silenciar
fácilmente permitiendo desembarcar en ella. Y así ocurrió, tras anular
las tres baterías situadas al Este del fuerte de San Luis, no sin sufrir
graves daños en los navíos
Norfolk (80),
Russell (80) y
Shrewbury
(80), las fuerzas inglesas desembarcan tropas y artillería. Lezo
bramaba contra el Virrey pues anteriormente le había impedido reforzar
aquellas posiciones y ahora el cerrojo de la bahía estaba a punto de
saltar. A pesar de estar situado bajo la protección visual de la maleza,
increíblemente los ingleses asentaron su campamento bajo el alcance de
las murallas de San Luis y situaron sus primeras piezas del lado
contrario al campamento, de manera que cuando abrieron fuego el
campamento recibió la respuesta del fuerte como refleja un ayudante de
cirujano británico: “
Este tipo de conducta de elegir un campamento
bajo el fuego de las murallas enemigas, que creo que nunca antes había
sucedido fue llevada a cabo, creo yo, con el fin de acostumbrar a los
soldados al fuego” 7. Por su parte Blas pidió numerosas veces
realizar salidas para impedir que el enemigo asentase su posiciones y
construyera una batería de artillería, a lo que Eslava siempre se negó,
sólo permitiéndolo cuando se tuvieron informaciones inequívocas de lo
que hacían los británicos. Desgraciadamente para los defensores ya era
tarde y fueron repelidos por un rival bien asentado. Cuando el día 2 de
abril los ingleses despejaron la maleza dejaron ver la batería recién
construida con 20 cañones de 24 libras y 40 morteros que inmediatamente
abrieron fuego. Tras 19 días de bombardeo continuo, el 5 de abril de
1741 las tropas inglesas lanzaron con éxito un asalto combinado por
tierra y mar contra el fuerte de San Luis de Bocachica, que presentaba
tal brecha que incluso se podía entrar a la carga por ella. Durante
dicho combate los ya maltrechos
San Carlos (70),
África (70) y
San Felipe
(64) cogieron fuego y se hundieron, mientras que las tropas españolas
se retiraron desordenadamente en embarcaciones hacia la ciudad cuando
los ingleses ordenaron pasar a cuchillo a toda la guarnición. Entretanto
Lezo ordenaba barrenar la ingobernable el
Galicia (70) para
cegar el paso de Bocachica, desgraciadamente el barco no cogió fuego
rápidamente y cayó en manos inglesas. Se rompía así la primera línea de
defensa que el propio Blas consideraba clave y quería mantener
inexpugnable a toda costa. Aunque los atacantes sufrieron 1500 muertos
durante el asedio de la fortificación, la situación se ponía muy de cara
para ellos.
Tras la toma de Bocachica, Vernon manda la fragata
Spence con dos oficiales capturados y el estandarte del buque insignia de Lezo, el
Galicia (70), a Jamaica y Londres informando de la inminente toma de la plaza. Cuando la noticia llegó a la capital británica “
se
dispararon salvas desde la Torre de Londres, las campanas de las
iglesias se echaron a volar y la victoria fue celebrada con iluminación
general y fuegos artificiales” 8. Incluso el Parlamento mandó
acuñar monedas conmemorativas, algunas se representaba a Lezo
arrodillado (con ambos ojos, brazos y piernas sanos) entregando su
espada al almirante inglés, y en las que rezaba la siguiente inscripción
“
el orgullo español humillado por Vernon”.
Figura 8 – Moneda conmemorativa de la “victoria inglesa” en Cartagena de Indias
La terrible situación para los defensores hace que el Virrey Eslava
ordene entonces el abandono del fuerte de Cruz Grande considerando la
imposibilidad de su defensa y el hundimiento de los intactos
Dragón (64) y
Conquistador (64) para cerrar el acceso a la bahía interior. Estas decisiones se realizaron muy a disgusto de don Blas: “
y
con justa razón me opuse a que se abandonase el Castillo y se echasen a
pique los navíos, pero he reconocido que muchos meses a esta parte ha
despreciado este caballero cuanto he dicho” 9. Ante la cercanía del enemigo el
Conquistador
(64) no es barrenado correctamente siendo capturado por los ingleses y
para mayor desgracia la medida no impidió el trasiego de los barcos
británicos a la bahía interior. A tal punto llegaron las desavenencias
entre los dos defensores, que Lezo pidió le relevaran de su cargo,
Eslava no dudó en tomarle la palabra. Sin embargo siguió combatiendo
para impedir el desembarco de tropas de en las inmediaciones del cerro
de La Popa. Este accidente geográfico suponía una amenaza para el
castillo de San Felipe de Barajas que defendía el acceso a la ciudad.
Por ello los ingleses se lanzaron contra La Popa que, sin las
convenientes defensas que proponía Lezo, cayó en sus manos el día 17 de
abril.
Sólo quedaba someter el castillo de San Felipe de Barajas y Cartagena
estaría a merced del fuego de este. Para ello ya habían tomado el cerro
de La Popa desde donde cañonearían la fortificación mientras se lanzaba
un asalto de infantería. La suerte del castillo y de Cartagena de
Indias estaba prácticamente sellada. Ambos bandos preparaban el combate
final, en el lado ingles se subió la artillería a La Popa mientras que
se desembarcaban tantos hombres y pertrechos que hablaban de una
ofensiva a gran escala; en el lado español ante la crítica situación el
Virrey Eslava repone en el mando a Lezo que ordena desbrozar las
inmediaciones para no dar cobertura al enemigo y cavar un foso alrededor
del fuerte que conectara con una trinchera zigzageante situada a lo
largo de la ladera del lado Sur. También envió dos supuestos desertores a
los ingleses para tenderles una trampa y ordenó que trajesen al
castillo la reserva de marinos dejando indefensa la ciudad, retiró a los
civiles a la misma y voló el puente de acceso a ella. El comandante
español dispuso en la trinchera 650 soldados y dentro del castillo 300,
más la reserva de 200 marinos. Los ingleses asaltarían simultáneamente
la fortaleza por los cuatro costados. Se avanzaría por el Sur aunque el
grueso de la tropa se centraría en el lado Este, el más empinado pero
con deficiencias en la fortificación según la información errónea de los
dos supuesto desertores. Del lado Oeste se encargarían los colonos
norteamericanos mientras que en el norte se haría una maniobra de
distracción Vernon no quiso dar apoyo naval al asalto, puesto que debía
internarse en un estrecho canal en el que la superioridad del San Felipe
de Barajas era evidente. Sin embargo también exigió rendir el fuerte
del Manzanillo, el del Pastelillo y a una compañía que quedó aislada en
una playa ante su avance.
Figura 9 – Movimientos ingleses en la campaña.
En la madrugada del 20 de abril de 1741 comienza el asalto final al
castillo de San Felipe de Barajas. Las tropas inglesas que avanzan por
el Este son engañadas y se ven de repente bajo el fuego del castillo sin
tener otra opción que intentar finalmente el asalto, pero cuando llegan
a la muralla las escalas se quedan cortas dos metros, los mismos que
tenía el foso ideado por el comandante español. Al Oeste las tropas
norteamericanas tienen el mismo problema, produciéndose en ambos frentes
una verdadera carnicería entre los atacantes incapaces de escalar las
murallas: “
…rechazados al fusil por mas de una hora y después de
salido el Sol en un fuego continuo y biendo los enemigos la ninguna
esperanza de su intento (…) se pusieron en bergonzosa fuga al berse
fatigados de los Nuestros los que cansados de escopetearles se abanzaron
a bayoneta calada siguiendolos hasta quasi su campo…” 10.
Entre tanto los fuertes del Manzanillo y el Pastelillo resistían
firmemente. Blas de Lezo ha conseguido que el lado Sur, defendido por la
trinchera y la propia fortificación, no sea la que cuente con mayores
efectivos enemigos y sin embargo sea la única opción efectiva de ataque
contra el verdadero objetivo que otorgaría la victoria. La artillería
británica de La Popa se ve obligada a repartir el fuego contra las
posiciones atrincheradas, impidiendo así el ablandamiento del castillo.
El propio diseño de la trinchera permitía cubrir varios flancos a la vez
y no ser desbordada a la primera carga, mientras que su localización
otorgaba una posición favorable en la ladera con el enemigo subiéndola y
protegida por el fuerte, además la cobertura que la tierra ofrecía
permitía protegerse de forma efectiva del cañoneo inglés. Las tropas
británicas del lado Sur avanzan hacia el castillo sin saber que al mismo
tiempo en los otros frentes sus compatriotas están siendo masacrados
bajo un fuego espantoso, y ahora el destino de la contienda esta sobre
ellos. El fuego de fusilería es intensísimo y los soldados ingleses no
consiguen progresar con facilidad, pasan las horas y las fuerzas de
ambos bandos se van concentrando en el mismo flanco, sin embargo los
ingleses están sufriendo una gran desgaste subiendo la ladera bajo el
sol tropical y el fuego español. Los ingleses envían 400 hombres más de
refuerzo pero el combate sigue igual de trabado, hasta que al medio día
los españoles dan toque de oración y detienen su fuego algo que será
respetado por los atacantes mientras se hace un silencio sepulcral en el
campo de batalla. Se reanuda la contienda y poco después de la pausa
los británicos dan el toque de asalto comenzando el combate a bayoneta
calada. Las artillerías dejan de abrir fuego contra la infantería
excepto cuando se producen repliegues españoles que son superados en una
proporción de cuatro a uno, a pesar del envío al combate de la reserva
de 200 marinos. La línea de combate llegó a los pies de la fortaleza,
varios puntos de la trinchera han sido rebasados, el combate es
encarnizado, y los soldados españoles están empezando a mostrar signos
de debilidad. Blas de Lezo se da cuenta que es el momento decisivo de la
batalla, es un todo o nada, y da la orden de que sus 300 marinos, que
servían los cañones del castillo y eran su única guarnición, salgan a la
carga. Los fatigados ingleses se vieron desbordados en un momento
crítico de la batalla ante la frescura e ímpetu de aquellos hombres,
siendo expulsados de aquella posición y perseguidos por la tropa
española comenzaron una retirada cuesta abajo. Ante estos
acontecimientos los asaltantes que ascendían la ladera también se vieron
desbordados psicológicamente y la huida se contagió entre las fuerzas
inglesas, produciendo una estampida desordenada que los dejó a merced de
los españoles y provocó la masacre de los ingleses. Estos fueron
perseguidos por los defensores hasta La Popa donde capturaron las piezas
de artillería que allí había. El asalto final había terminado, se había
firmado otro glorioso capítulo para las armas españolas.
La tenaz defensa que planteó Lezo en todo el sitio de Cartagena
buscaba desgastar al enemigo lo más posible para llegar a un combate
final con posibilidades reales, algo que ya de por si suponía un éxito
frente al número tan abrumador del enemigo. Al igual que las tropas
peninsulares fueron diezmadas por las enfermedades tropicales a su
llegada a Cartagena de Indias, todo el tiempo que duró la aparentemente
absurda resistencia planteada por Lezo promovió la aparición de
enfermedades en el enemigo. Las defensas de Cartagena fueron concebidas
con este fin: “
Se trataba, por lo tanto, de repeler el ataque de
tropas noreuropeas, poco acostumbradas a los climas tropicales y
deficientemente inmunizadas contra las enfermedades de estas latitudes.
El agresor tenia necesariamente que lograr sus objetivos rápidamente,
antes que el calor, la humedad, el paludismo y la fiebre amarilla se
convirtiesen en invencibles aliados de los sitiados. En Cartagena se
estimaba un plazo de seis a ocho semanas para que las huestes tropicales
llegasen invisibles a defender la plaza” 11. Los ingleses se
vieron obligados a mantenerse demasiado tiempo en el mar, algo que unido
a la falta de costumbre de aquellos hombres a las enfermedades
tropicales, provocaron el surgimiento de epidemias entre sus tropas.
Este proceso fue acelerado por la ambición de Edward Vernon quien, tras
tomar Bocachica, decidió no enterrar a los muertos (suyos y ajenos) para
lanzarse rápidamente contra la ciudad. Los soldados ingleses estaban
padeciendo verdaderas calamidades por parte de la naturaleza y de su
mando, ello explica que se desmoronaran de golpe y no pudieran asumir un
nuevo asalto a San Felipe de Barajas. Además las desavenencias en la
oficialidad británica, el egoísmo y crueldad de sus comandantes
provocaron numerosas decisiones fatales y el desrrumbamiento físico y
moral de su tropa. Blas de Lezo logró, no sin dificultades, resistir
desde primera línea sin que se produjera el descalabro de sus tropas,
obligando al enemigo a desgastarse excesivamente y llevándole a un
asalto final en el que ya no podía ejercer su superioridad numérica,
donde magistralmente encauzó el ataque al frente que dispuso,
rechazándolo con brillantez.
El 26 de Abril, Vernon pone postreramente al buque
Galicia
(70) a disparar contra el fuerte de San Felipe de Barajas. Este barco
había sido la nave capitana de Lezo, siendo capturada a los españoles en
la toma de Bocachica cuando no cogió fuego a tiempo. El propósito de la
misión suicida era humillar el honor español y vengarse. El combate
terminó con el
Galicia (70) desarbolado y en un calamitoso
estado tras recibir el cañoneo simultaneo de las defensas de la ciudad,
el fuerte de San Sebastián del Pastelillo y el propio San Felipe de
Barajas. Finalmente fue incendiado, unas fuentes hablan que por los
propios ingleses cerca del fuerte del Manzanillo y otras por los
españoles después de acabar con sus tripulantes, poniendo en llamas el
velero que llevado por el viento prendió en otras embarcaciones y
material de guerra británico con grave destrucción y pérdidas. Sea como
fuere se trata, como los continuos bombardeos sin objetivo alguno, de
una muestra de la impotencia de Vernon ante la derrota.
El día 8 de mayo las fuerzas inglesas muestran claros signos de
retirada y comienzan su marcha, hasta que el día 20 del mismo mes
desaparecen todas las velas inglesas. Antes de su marcha continuaron sus
bombardeos y en el momento de su partida Vernon se vio obligado a
incendiar cinco buques por falta de tripulación y de regreso a Jamaica
tuvo que hundir otro más. Cargados de hombres moribundos, sus barcos
parecen hospitales. Más tarde volverá a rondar Cartagena, pero desistirá
de cualquier ataque al ver las defensas reparadas y se dirigirá
entonces a atacar sin éxito La Habana. Caerá en desgracia a su llegada a
una Inglaterra humillada que celebró imprudentemente una victoria que
todavía no se había producido. Los historiadores ingleses ocultaron
vergonzosamente lo ocurrido en Cartagena de Indias por orden de Jorge II
y que pago Nelson en Tenerife, al que sin embargo encumbraron quizás
para tapar lo ocurrido en 1741 y los años posteriores, en ese supuesto “
pudiésemos haber sido víctimas de una gigantesca campaña de publicidad pro Nelson mantenida hasta nuestros días” 12.
Las bajas inglesas en la campaña de Cartagena fueron tremendas,
quedando la flota de guerra de su armada prácticamente desmantelada:
- 3500 muertos en combate.
- 2500 muertos por enfermedades.
- 7500 heridos en combate.
- 6 navíos de tres puentes.
- 13 navíos de dos puentes.
- 4 fragatas.
- 27 transportes.
- 1500 cañones capturados o destruidos por los españoles.
Del lado español los daños fueron también importantes, llegando casi al límite de lo que podía soportar la guarnición:
- 800 soldados.
- 1200 heridos.
- 6 navíos de dos puentes.
- 5 fuertes.
- 3 baterías.
- 395 cañones.
“
Cada barco y soldado español hizo frente y derrotó a 10 ingleses” 13. El resultado es tan increíble que el propio Lezo, pecando de humildad, atribuye la victoria “
a las misericordias de Dios” 14. El caso es que las bajas fueron muy graves,
“en
términos relativos los atacantes habían perdido un 15% de su fuerza y
los defensores un 20%, pero pese a esta relativa ventaja local el efecto
era mucho peor para el visitante” 15.
Pero existen informaciones más dramáticas de los propios combatientes
ingleses que hablan por si solas de la debacle y la tragedia que se
cernió sobre ellos: “
Por la cuenta honesta tuvimos 18000 hombres
muertos, y según un soldado español que capturamos, ellos perdieron a lo
sumo 200. El Almirante Una Pierna con su excelente mando y fuego mató a
9,000 de nuestros hombres, la fiebre general mató un número parecido.
Cuando eché la última mirada al puerto de Cartagena, su superficie era
gris con los cuerpos putrefactos de nuestros hombres, que murieron tan
rápidamente que nosotros no podíamos enterrarlos. De los agricultores
pobres y débiles de nuestras colonias norteamericanas murieron cuatro
hombres de cada cinco” 16.
Tras la tempestad no vino la calma. Sebastián Eslava, Virrey de Nueva
Granada, se guardó las desavenencias con el marino vasco y escribió
varias veces al Rey pidiendo castigo para Lezo, cosa que al final
logrará hundiéndole social y económicamente. El marino vasco intenta
conservar el prestigió y la fama ganadas durante 40 años de su vida
entregados al servicio de Su Majestad Felipe V, escribiendo a sus amigos
de la península, remitiendo el diario de lo acontecido en Cartagena de
Indias. Patiño, su gran valedor, intenta mediar ante el rey, pero este
bastante trastornado y ya envenado por las informaciones de Eslava
ignorará lo que alega Lezo. Pero este ya estaba enfermo, unas fuentes
afirman que por las heridas sufridas y otras por las enfermedades
transmitidas tras la matanza ocurrida semanas antes. El 7 de septiembre
de 1741 muere en Cartagena de Indias sin recibir sepultura conocida por
las penurias monetarias y sociales que padeció su mujer por culpa de
aquellos rencores.
Nadie se atrevía a mostrar su cercanía por miedo a
las represalias. La situación fue tan cruel que incluso muerto fue
destituido aunque posteriormente se rehabilitó su figura y se le
concedió a título póstumo el marquesado de Ovieco. Así desapareció un
almirante leal, valiente y tenaz, brusco pero humilde, pragmático a la
par que ingenioso (quizás adelantado a su tiempo) y con perfecto dominio
del factor psicológico, uno de los militares más brillantes que ha dado
el país y me atrevería a decir que el mejor de su época, pero a la vez
uno de los más olvidados por esta, en ocasiones, ingrata España que le
negó su última voluntad, una placa al píe del castillo de San Felipe de
Barajas que rezaría verazmente: “Ante estas murallas fueron humilladas Inglaterra y sus colonias” 17.
Aunque el militar fue relegado de la memoria colectiva, la armada española ha mantenido vivo su recuerdo bautazando con su nombre algunas naves. La mas reciente, una fragata- todo un símbolo- fue enviada a los actos con que Gran Bretaña celebró en 2005 el bicentenario de la batalla de Trafalgar.
Figura 10 – Blas de Lezo y Olavarrieta
* Nota: Las cifras que aparecen entre paréntesis
junto al nombre de cada una de las embarcaciones indican el número de
piezas de artillería que podían disponer las mismas.
Citas:
1 Victoria, P. (2005).
El día que España derrotó a Inglaterra. Altera. Pág. 121.
2 Idem. Pág. 122.
3 Picatoste, V. (1898). “El general pierna de palo”.
La Ultima Moda: Glorias de España (núm. 14). Pág. 24.
4 Segovia Salas, R. (2003).
Las fortificaciones de Cartagena de Indias: estrategia e historia. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. <http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/fortificaciones/fortif2.htm>
5 Carta de don Blas de Lezo al vicealmirante Edward
Vernon en respuesta a la que este ultimo le envió tras la toma de
Portobello. Archivo General de Indias, Sevilla, Audiencia de Santa Fe
Cartagena, correspondencia de Blas de Lezo, años 1738-1741, estante 119,
cajón 2, legajo 11.
6 Victoria, P. (2005).
El día que España derrotó a Inglaterra. Altera. Pag. 179.
7 Smollett, T. (1995).
Roderick Ramdom. Penguien Classics. Pág. 143 a 199.
8 Torres, A.E. (1955).
Homenaje a don Blas de Lezo.
El último biógrafo del almirante Edward Vernon. Una versión inglesa de
su asalto a Cartagena de Indias. Casanalpe. Pág. 28.
9 Lezo, Blas de. (1741)
Diario de lo acaecido en
Cartagena de Indias desde el día13 de marzo de 1741 hasta el 20 de mayo
del mismo año, que remite a Su Majestad don Blas de Lezo. Museo Naval de Madrid.
10 Segovia Salas, R. (2003).
Las fortificaciones de Cartagena de Indias: estrategia e historia. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. <http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/fortificaciones/fortif3.htm>
11 Idem. <http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/fortificaciones/fortif1.htm>
12 Mangado, P. (2003). “Blas de Lezo y Edward Vernon: la invencible inglesa frente a Cartegena de Indias”.
El Astillero (núm. 5, págs. 31-38). Pág. 36.
13 Quintero Saravia, G.M. (2002).
Don Blas de Lezo: defensor de Cartagena de Indias. Planeta Colombiana. Pág. 273.
14 Lezo, Blas de. (1741)
Diario de lo acaecido en
Cartagena de Indias desde el día13 de marzo de 1741 hasta el 20 de mayo
del mismo año, que remite a Su Majestad don Blas de Lezo. Museo Naval de Madrid. Jueves 20 de Abril de 1741.
15 Quintero Saravia, G.M. (2002).
Don Blas de Lezo: defensor de Cartagena de Indias. Planeta Colombiana. Pág. 277.
16 Pembroke, J (1741) “True Account of Admiral Vernon’s conduit of Cartagena”. En: Michener J.A. (1990).
Caribbean. Fawcett.
17 Victoria, P. (2005).
El día que España derrotó a Inglaterra. Altera. Pág. 278.
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Blas de Lezo F-103 |
Figuras:
- Figura 1 – Retrato de Blas de Lezo de origen desconocido.
- Figura 2 – Combate de una fragata española con el navío británico
Stanhope (1710). Óleo sobre lienzo (143 x 250 cm), pintado por Angel Cortellini Sánchez (1858-1912), a principios del siglo XX.
- Figura 3 – La fragata de Blas de Lezo remolcando el navío
Stanhope (1710). Óleo sobre lienzo (74 x 102 cm), escuela española (ca.1820).
- Figura 4 – Distintivo de la escuadra de Blas de Lezo
(1731) con el escudo rodeado por la orden del espíritu santo y el toisón
de Oro. Museo Naval de Madrid.
- Figura 5 – Fotografía del castillo de San Felipe de
Barajas en la actualidad con la estatua de Blas de Lezo al pie del mismo
señalando la dirección por donde apareció la flota inglesa.
- Figura 6 – Plano de Cartajena, su puerto y su
península de Tierra bomba hasta Boca chica en estado de ofensa y defensa
por disposición del Excmo. Sr. D. Blas de Lezo, comandante general de
los presentes navío galeones de S.M. Católica. 1940. En: Planos de
ciudades iberoamericanas y filipinas existentes en el Archivo de Indias
(1982). Instituto de Estudios de Aministración Local y Diputación de
Granada.
- Figura 7 – Ataque británico en Cartagena de Indias
(1741). Óleo sobre lienzo (50 x 70 cm), de Luis Gordillo (1994), copia
de una litografía de los Episodios marítimos, publicada en Madrid en
1849. Museo Naval de Madrid.
- Figura 8 – Moneda acuñada en Inglaterra (1941).
Aparece Blas de Lezo rindiendo su espada, arrodillado, ante el almirante
Vernon. Al anverso una leyenda en latín dice: “
La arrogancia española humillada por el almirante Vernon”. Museo Naval de Madrid.
- Figura 9 – Movimientos de la campaña contra Cartagena de Indias. Elaboración propia.
- Figura 10 – Retrato de don Blas de Lezo y Olavarrieta,
marqués de Oviedo, teniente general de la Real Armada. Óleo sobre
lienzo (94 x 79 cm), escuela española, copia anónima del año 1853 de un
original propiedad de sus descendientes. Uniforme grande establecido en
1724. Museo Naval de Madrid.
Bibliografía:
• Elías Ortiz, S.; Vargas Martínez, G. (2006).
El verdadero desastre del ataque británico a Cartagena de Indias (Colombia), en 1741. Todo a Babor. <http://www.todoababor.es/articulos/art_2.htm>
• Gandarillas, M.A. (2000).
La Invencible inglesa en Cartagena de Indias (Marzo de 1741). <http://usuarios.lycos.es/pay/lezo.htm>
• Lezo, Blas de. (1741)
Diario de lo acaecido en
Cartagena de Indias desde el día13 de marzo de 1741 hasta el 20 de mayo
del mismo año, que remite a Su Majestad don Blas de Lezo. Museo Naval de Madrid.
• Mangado, P. (2003). “Blas de Lezo y Edward Vernon: la invencible inglesa frente a Cartegena de Indias”.
El Astillero (núm. 5, págs. 31-38).
• Museo Naval de Madrid. (2006). <http://cvc.cervantes.es/actcult/museo_naval>
• Picatoste, V. (1898). “El general pierna de palo”.
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• Segovia Salas, R. (2003).
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• Silos Rodríguez, J.M. (2006).
La defensa de Cartagena de Indias. Todo a Babor. <http://todoababor.webcindario.com/articulos/defens_cartag.htm>
• Smollett, T. (1995).
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• Torres, A.E. (1955).
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• Wikipedia. (2006). <http://es.wikipedia.org/wiki/Blas_de_Lezo> <http://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Cartagena_de_Indias_%281741%29>