por Alvaro Porro, de la revista Opciones
Este artículo es la primera parte de una serie del autor sobre los alimentos de proximidad. Los artículos están basados en el núm. 46 de la revista Opciones, dedicado al tema
Son décadas ya de promover el movimiento agroecológico, de consumo responsable o campesino. El discurso y sobre todo los valores que promueve (sostenibilidad, salud, mundo rural vivo, arraigo, alterglobalización, calidad...) se han extendido como la pólvora al resto de la sociedad. Entre la población consumidora urbana consciente, el interés es manifiesto desde hace años y entre la más convencional también es cada vez más evidente. No es casual que cada vez más cadenas de supermercados introduzcan líneas comerciales que enarbolan la proximidad como reclamo. ¡Hasta Carrefour asegura en su publicidad que el 96,68% de sus compras las realiza a empresas locales! Y también desde la instituciones políticas vemos como el discurso va calando.
Por tanto, sin ser inocentes somos conscientes de que las prácticas y los discursos no van a la par y que muchas veces es más un reclamo que una realidad. Del mismo modo no es menospreciable que se dé este fenómeno, del que en cierta medida nos tenemos que felicitar. El reto está sin embargo en ver cómo puede jugar a favor de cambios de modelo más reales. Un primer paso es aclarar algunos elementos.
Este artículo es la primera parte de una serie del autor sobre los alimentos de proximidad. Los artículos están basados en el núm. 46 de la revista Opciones, dedicado al tema
Son décadas ya de promover el movimiento agroecológico, de consumo responsable o campesino. El discurso y sobre todo los valores que promueve (sostenibilidad, salud, mundo rural vivo, arraigo, alterglobalización, calidad...) se han extendido como la pólvora al resto de la sociedad. Entre la población consumidora urbana consciente, el interés es manifiesto desde hace años y entre la más convencional también es cada vez más evidente. No es casual que cada vez más cadenas de supermercados introduzcan líneas comerciales que enarbolan la proximidad como reclamo. ¡Hasta Carrefour asegura en su publicidad que el 96,68% de sus compras las realiza a empresas locales! Y también desde la instituciones políticas vemos como el discurso va calando.
Por tanto, sin ser inocentes somos conscientes de que las prácticas y los discursos no van a la par y que muchas veces es más un reclamo que una realidad. Del mismo modo no es menospreciable que se dé este fenómeno, del que en cierta medida nos tenemos que felicitar. El reto está sin embargo en ver cómo puede jugar a favor de cambios de modelo más reales. Un primer paso es aclarar algunos elementos.
Aclarando ideas: mensajes a un/a consumidor/a.
Entre las y los
consumidores interesados hay cierta confusión y conviene que en algunos
aspectos haya claridad respecto a algunas ideas y realidades.
La eterna crisis.
Inevitablemente, desde la agricultura se mira la crisis con cierta
condescendencia, ya que los datos y sobre todo las realidades de la
agricultura llevan siendo de crisis permanente desde hace varias décadas
y no han cesado. El año 2012 había abandonado su trabajo un 16% de las y
los agricultores que había el año 2000, y un 28% de los que quedaban
estaban en el paro (mientras que el paro general era de 25%). La renta
agraria real –es decir el poder adquisitivo del campesinado–estaba un 20% por debajo de la del año 1990.
No todas las proximidades son iguales. Es importante diferenciar los tipos de proximidad:
-
geográfica: se puede valorar en términos de región o km.
-
cultural: se refiere al vínculo emocional y cultural con un territorio.
-
comercial: se refiere básicamente al número de intermediarios entre productor y consumidor.
Quizaś los
reclamos sobre las dos primeras son los más extendidos (km0, productos
de la tierra...) pero la tercera en forma de “venta directa” también se
hace hueco. Interesarnos, nos interesan todas.
Lo “local” no siempre es local. Si
compro Fuet Tarradellas en un Carrefour de Vic (donde está la sede de
Tarradellas) podría decir que es local y de circuito relativamente
corto.El cerdo se mata y el fuet se elabora localmente, y entre
Tarradellas y Carrefour no hay intermediarios. Sin embargo si la
pregunta es si produce los beneficios socio-ambientales de la
agricultura de proximidad la respuesta cambia. El modelo ganadero detrás
de este fuet es poco local (la soja y el maiz transgénico llega
importado desde Argentina y EE.UU. para el pienso, la genética de una
multinacional americana...) y la falta de intermediarios no es el
resultado de una economía más localizada que ayude a la supervivencia de
los pequeños productores y un mundo rural vivo.
¿Los mercados municipales y las tiendas pequeñas tienen productos locales?
Si por ejemplo estudiamos las hortalizas en Barcelona vemos que ninguna
de las cinco verduras que entran en más cantidad en Mercabarna (un 62%
del total de toneladas) viene mayoritariamente de Catalunya y es
precisamente Mercabarna donde se abastecen tiendas y mercados. La más
abundante es la patata (un 41% del total de toneladas), o quizás
deberíamos llamarla la “pomme de terre”, porque cerca de un 60% viene
del extranjero, y casi todo (un 95%) de Francia. De hecho, Francia es el
principal origen (24%) del conjunto de todas las hortalizas que llegan a
Mercabarna. El segundo es la provincia de Barcelona, con un 17%, y el
tercero Almería, con un 15%.
¿Podríamos comer sólo local? En el reciente número 55 de la revista Agro-Cultura
encontramos un estudio hecho por Pep Tuson. Analiza el consumo
alimentario de los hogares y la producción de los diferentes alimentos y
muestra que, en total, producimos más de lo que consumimos, pero hay
déficits en algunos grupos de alimentos. El autor propone una dieta que
considera más saludable y sostenible que la que tenemos –muchas más
legumbres, más cereales y hortalizas, mucha menos fruta, carne, pescado,
huevos y lácteos–, y calcula que la superficie actualmente cultivada en
Cataluña es un 98% de la necesaria para producir todos los grupos de
alimentos en la cantidad idónea (según el autor), suponiendo un
rendimiento moderado, una pluviometría mediana y que los cultivos de
secano no se riegan. Si se regaran, tal y como se hace actualmente en un
31% de la tierra cultivada, tendríamos comida de sobra. Aunque
leyéndolo se nos despiertan algunas dudas, lo encontramos muy
interesante y muy riguroso.