lunes, 13 de octubre de 2014

La estrategia de aproximación indirecta

Sir Basil Henry Liddell Hart (31 octubre 1895-29 enero 1970), comúnmente conocido en la mayor parte de su carrera como capitán BH Liddell Hart, era un soldado Inglés, historiador militar y teórico militar. A menudo se le acredita con influir en gran medida el desarrollo de la guerra acorazada,

Nacido en Paris Sir BH Liddell Hart era británico de corazón. Su libro: "La estrategia de aproximación indirecta" sigue siendo muchas décadas después  un libro clave para entender los grandes movimientos miliatres de la historia, pero también la política no olvidemos a von Clausewitz: "la guerra es la continuación de la política por otros medios".
Al hacer filosofía política en la descripción  de las grandes estrategias nos recuerda que es necesario debilitar la resistencia antes de intentar vencerla -- bombardear la cabeza de playa-- no sin señalar críticamente a von Clausewitz por aquello de que la batalla decisiva es el único medio de lograr los objetivos. Sir Hart prefiere alfiletazos en lugar de arriesgar grandes golpes. Es menester agotar la energía moral y física del adversario implementado una política de "economia de esfuerzos" . La Aproximación indirecta no es mas, que provocar la decisión evitando el combate serio, directo.

Un objetivo grave implica establecer objetivos complementarios, nos relata el capitán Hart en su libro mientras desmenuza desde Alejandro de Macedonia hasta Napoleón Bonaparte, desde Persia hasta la Segunda Guerra Mundial. No es normal que un gran jefe político y un gran jefe militar coincidan en una sola persona, mientras nos explica las relaciones entre políticos y miliatres o describe los moviemientos de Montgomery y su tenaz oponente nazi el mariscal Römel. Las grandes teorias de los conflictos, entre las que se encuentran "De la guerra de" von Clausewitz y "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu, han servido de modelos políticos en cuanto a establecimiento de precisiones entre estrategias y tácticas, entre movimientos de distracción o de cuidar las vías de fuga o de abrir frentes artificiales, pero en el libro del capitán Hart se entremezclan las historias militares con las políticas con finural tal que leer "La estrategia de aproximación indirecta" me hace  recordar "El Príncipe"  de Maquiavelo y alguna que otra jugada en las ciudades-Estado.
En el comercio mas persuade la idea de que se obtendrá una ganancia que la necesidad --real o creada-- de comprar un bién o la manera mas fácil de vender una idea nueva es persuadiendo diciendo que es una idea vieja o la mejor manera de obtener una victoria es traer al enemigo fuera de sus defensas o que al enemigo se le vence obligandole a extender indefinidamente su dispositivo.

Las Yugulares del Imperio

El transporte marítimo constituye el torrente sanguíneo fundamental de la economía mundial. Por él circulan más del 80% de las mercancías y alrededor del 50% del petróleo consumidos globalmente. Más aún dentro de las llamadas cadenas de suministro, en las cuales los múltiples componentes de un mismo producto son elaborados en distintos países, el transporte marítimo juega un papel primordial.

Dicho transporte tiende a concentrase en las llamadas rutas marítimas. Éstas constituyen puntos de paso obligatorio entre océanos, entre mares y entre océanos y mares. Estas rutas marítimas tienden a dividirse en dos categorías: las realizadas por el hombre y las naturales. Entre las primeras encontramos a los canales de Panamá y de Suez. Entre las segundas estarían, por ejemplo, los estrechos de Malaca o Gibraltar. Unas y otras constituyen embudos que asumen importancia estratégica vital en la geopolítica global. Desde luego, unas más que otras.

Rutas Marítimas en la Antigüedad.

 
La arqueología submarina y los antiguos manuscritos de la antigüedad clásica muestran evidencias de extensas flotas comerciales romanas. Los restos más importantes de este comercio es la infraestructura como puertos, rompeolas, almacenes y faros conservados en Civitavecchia, Ostia, Portus, Leptis Magna, Caesarea Palaestina y otros enclaves portuarios. En la propia Roma el monte Testaccio es un tributo a la magnitud de este comercio en el Mare nostrum Como con la mayoría de la tecnología romana, los buques marítimos romanos no mostraron mejora importante alguna sobre las naves griegas de los siglos anteriores, aunque el recubrimiento de plomo de los cascos como protección parece haber sido más frecuente. Los romanos usaron barcos de vela de casco redondo. La continua protección «policíaca» del Mediterráneo durante varios siglos fue uno de los factores principales del éxito del comercio romano, dado que las calzadas romanas fueron construidas más para los pies o los cascos de los caballos que para las ruedas, y no podían soportar el transporte comercial de bienes a largas distancias. Las naves romanas usadas habrían sido presa fácil para los piratas de no ser por las flotas de galeras liburnas y trirremes de la armada romana.

Las materias primas, como el grano y los materiales de construcción se negociaban solamente por las rutas marítimas, puesto que el coste del transporte por mar era 60 veces menos que por tierra. Los alimentos y productos básicos como cereales para hacer pan y los rollos de papiro para la fabricación de libros fueron importados del Egipto ptolemaico a Italia de forma continua.


Las rutas marítimas globales.


Las cuatro rutas marítimas fundamentales son el Estrecho de Malaca, el Canal de Suez, el Canal de Panamá y el Estrecho de Ormuz. El primero conecta al Océano Índico con el Mar del Sur de China y por él circulan alrededor de 50 mil naves por año que representan el 30% del comercio marítimo global, incluyendo al 80% de petróleo que alimenta a China, Japón y Corea del Sur. El segundo conecta al Mar Mediterráneo y al Golfo de Suez en tránsito hacia el Océano Índico, dando paso a 20 mil naves por año que representan el 15% del comercio marítimo del mundo.

El Canal de Panamá, de su lado, conecta a los océanos Pacífico y Atlántico, dando paso a 13 mil naves por año que transportan al 5% del comercio marítimo. No obstante, a diferencia de Suez que permite el tránsito de súper tanqueros con capacidad de hasta 200 mil toneladas, Panamá está limitado a 65 mil toneladas y a una configuración de buques adaptada a sus estándares. El Estrecho de Ormuz, finalmente, es el paso obligado desde los campos petroleros del Golfo Pérsico hacia el Océano Índico, transitando por allí el 88% del petróleo exportado por los países de esa región. Se trata, igualmente, de una importante ruta de tránsito de mercancías, como lo evidencia el gigantesco puerto de contenedores de Dubái.

Secundarias

En adición a las cuatro grandes rutas marítimas citadas podrían mencionarse al Cabo de Buena Esperanza que conecta a los océanos Atlántico e Índico por el Sur de África y al Estrecho de Magallanes que conecta al Pacífico y al Atlántico por el Sur de las Américas. El primero es de mucha mayor relevancia estratégica. El segundo la perdió significativamente en los ochenta del siglo pasado con el establecimiento del llamado Puente Transcontinental de Norteamérica, vía férrea dedicada al transporte masivo de contenedores desde Nueva York a Los Ángeles pasando por Chicago. También resultan de mucha importancia los estrechos de Gibraltar, del Bósforo y del Báltico. El primero se localiza entre Atlántico y Mediterráneo; el segundo entre Mediterráneo y Mar Muerto y el tercero (aunque es más de uno) entre el los mares del Báltico y del Norte en ruta hacia el Atlántico.



El Control de los estrechos es el control de la Economia.


Las rutas marítimas son, por razones evidentes, altamente vulnerables. A título de ejemplo podría referirse que Inglaterra cerró el Estrecho de Gibraltar a las flotas alemanas e italianas durante la Segunda Guerra Mundial o, como durante la guerra entre Irak e Irán, las partes disparaban a los tanqueros que se dirigían o salían de los puertos beligerantes. No en balde la obsesión de China con respecto a la posibilidad de un bloqueo estadounidense al Estrecho de Malaca, por donde pasa 80% del petróleo que alimenta a su economía. Ello la ha empujado a buscar un fuerte posicionamiento en el Mar del Sur de China, así como un paso terrestre de petróleo por vía de Myanmar. Esto último entraña una significativa presencia en la Bahía de Bengala (resentida por India) y la creación de una armada de aguas azules en el Índico.

El Crimen ecológico. Rutas en El ártico

Con el calentamiento global se evidencia el derretimiento progresivo de los hielos del Ártico, lo cual hará de éste una ruta marítima clave dentro de pocas décadas. Ello brindará una nueva conexión entre el Atlántico y el Pacífico que permitirá bajar las tensiones en el Estrecho de Malaca. No obstante este nuevo paso está llamado a generar sus propias tensiones.

En la ruta ártica hay dos pasajes: el del Noroeste y el del Nordeste. El primero bordea a Canadá y el segundo a Rusia, siendo considerados en ambos casos como aguas interiores de dichos Estados. No obstante, para Washington se trata de una ruta internacional. Es factible que Canadá se vea forzada a aceptar esta última perspectiva, pero es claro que Rusia nunca lo hará. Con la conformación en ascenso de un bloque sino-ruso es posible que el pasaje del Nordeste canalice el tránsito de estos países y sus aliados, mientras que el Noroeste haga otro tanto con los de Occidente. Pocos temas internacionales resultan tan sensibles.

domingo, 12 de octubre de 2014

La tercera guerra de Irak




por Ignacio Ramonet


País: Irak, Oriente Próximo, Estados Unidos (política exterior)
Tema: Relaciones internacionales, Terrorismo, Conflicto iraquí, OTAN




El 11 de septiembre pasado –fecha más que simbólica– el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dirigió a la nación para anunciar su nueva estrategia militar contra el Estado Islámico (EI) que, según él, representa una “amenaza para todo Oriente Medio”. Obama precisó que las fuerzas estadounidenses atacarían al EI “esté donde esté”, incluso en Siria (1). Esta nueva estrategia pasa por el lanzamiento de ataques aéreos “sistemáticos” contra los yihadistas (2) y el aumento del número de especialistas militares estadounidenses enviados a Irak para apoyar a las tropas iraquíes en cuestiones de adiestramiento militar, inteligencia y equipamiento.


Obama añadió que el ejército estadounidense no participaría en ofensivas terrestres contra el EI, y que Washington no tiene intención de luchar contra los yihadistas “a solas”. “La fuerza estadounidense –aclaró– puede marcar una diferencia decisiva, pero no podemos hacer por los iraquíes lo que ellos tienen que hacer por sí mismos, como tampoco podemos ocupar el puesto de los aliados árabes para garantizar la seguridad de su región”.


Barack Obama, que fue elegido en 2008 como crítico a la invasión de Irak de 2003 ordenada por su predecesor George W. Bush, aseguró que no estaba enviando de nuevo tropas al terreno. Y, en un ejemplo típico de denegación freudiana (die verneinung), declaró: “Como comandante en jefe, no permitiré que Estados Unidos se vea envuelto en otra guerra en Irak”. O sea, que ha comenzado la tercera guerra de Irak.


La primera, más conocida como “Guerra del Golfo” (1990-1991), fue liderada por el presidente de Estados Unidos George H. Bush a la cabeza de una coalición de treinta y cuatro países que se opusieron, bajo autorización de la ONU, a la invasión de Kuwait por las fuerzas iraquíes de Sadam Husein. Terminó con la derrota de Irak y la evacuación de Kuwait.


La segunda (2003-2010) fue desencadenada por el presidente George W. Bush (hijo del precedente George H. W. Bush ) en la atmósfera de paranoia que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y bajo el falso pretexto de que Sadam Husein poseía “armas de destrucción masiva”. La ONU no autorizó esa guerra. Las fuerzas iraquíes fueron derrotadas en pocas semanas pero nunca se consiguió la paz; Irak se sumergió en un caos de violencia del que aún no ha salido.
Como las dos precedentes, y tras casi veinticinco años de enfrentamientos, esta nueva guerra no conseguirá su objetivo. Primero porque nunca se ha ganado una guerra únicamente con bombardeos aéreos, y segundo porque, sencillamente, los objetivos de esta guerra no están nada claros.

¿De qué se trata? ¿De derrotar al Estado Islámico? Pero si aún no se ha conseguido vencer ni siquiera a Al Qaeda, del que el EI es una criatura todavía más monstruosa y más radical... ¿Se trata acaso de preservar la unidad de Irak? Pero entonces, ¿por qué empezar la ofensiva actual armando masivamente a los peshmergas kurdos que anuncian públicamente su intención de separarse y de proclamar la independencia del Kurdistán iraquí? O quizás se trate, como se pretendió en 2003, de establecer una democracia auténtica en Irak. Pero entonces, ¿por que se toleró, hasta hace muy poco, que Nuri Al Maliki, primer ministro iraquí de 2008 a 2014, condujese una política escandalosamente discriminatoria a favor de los chiíes y contra los suníes, empujando a estos a los brazos del EI? (3).


Por otra parte, la gran coalición constituida en torno a Estados Unidos para atacar al EI y que supera los cuarenta países (4) aparece como demasiado heterogénea y hasta contradictoria. Uno de sus pilares, por ejemplo, Arabia Saudí es una de las peores dictaduras del mundo, con miles de presos políticos en sus mazmorras, con pena de muerte para los homosexuales, discriminaciones aberrantes contra las mujeres, con una concepción del Islam (el wahhabismo) de lo más retrógrada e integrista que existe, y sobre todo un país que ha financiado durante años al Estado Islámico antes de descubrir, como el Dr. Frankenstein, que su engendro se le había ido de las manos. O Qatar, otra espantosa dictadura, que financia a los Hermanos Musulmanes por todo el mundo islámico, y entre ellos a Hamás, la organización palestina que gobierna Gaza y que Estados Unidos y la Unión Europea han inscrito (aunque esta decisión sea discutible) en la lista oficial de las “organizaciones terroristas”. ¿No hay una contradicción en querer hacer la guerra a los terroristas del EI aliándose con países que financian abiertamente otro terrorismo islámico?


Es obvio que la decisión del presidente Obama de comenzar una nueva guerra en Oriente Próximo modifica además la estrategia global de Estados Unidos en materia de conflictos y de prioridades geopolíticas. Washington había decidido iniciar un amplio movimiento de un nuevo despliegue hacia Asia, donde se halla su contrincante principal para el siglo XXI, China, y donde está hoy (y mañana más) el centro económico del mundo. Según los grandes “tanques de pensamiento” estadounidenses, Europa ya no necesita (a pesar de la situación en el este de Ucrania) de una presencia militar importante norteamericana. Y aunque los enredos de Oriente Próximo van a seguir siendo inextricables, ya no ponen en peligro la seguridad estratégica de Estados Unidos puesto que, gracias al petróleo y al gas de esquisto descubiertos en territorio estadounidense, la dependencia de los hidrocarburos de Oriente Medio ha dejado de ser significativa.

Por eso, desde su llegada al poder, el presidente Obama prometió terminar con las guerras en Oriente Medio y retirar las tropas de Irak y de Afganistán. Ahora vemos que esto se hizo demasiado rápido, de modo chapucero, sin consolidar políticamente el terreno abandonado. Lanzándose, entre tanto, a operaciones improvisadas (el ataque contra Libia y la tentativa de derrocamiento de Bachar el Asad en 2011) que han tenido consecuencias nefastas, dispersando arsenales militares en una región ya sobrearmada y estimulando la emergencia de milicias yihadistas de nuevo tipo, más radicales aún que Al Qaeda. Así lo entiende el analista paquistaní Ahmed Rashid, autor de Pakistán ante el abismo. “Al Qaeda está un poco anticuada”, admite Rashid, “se está quedando atrás; el EI va más lejos, son más extremistas”. Más radicales porque, según el escritor, persiguen a punta de pistola limpiar su tierra de ciudadanos chiíes y borrar la frontera que separa Irak y Siria para levantar su nuevo califato. “Al Qaeda”, dice Rashid en referencia a la red que todavía comanda Ayman al Zawahiri, “cree en los Estados, quiere que permanezcan”. Yihadistas, miembros de Al Qaeda o talibanes comparten ideas, quieren su califato, el imperio de la ley islámica, pero cada uno a su manera. “Los talibanes de Afganistán, por ejemplo”, apunta, “no quieren matar a todos los chiíes como el EI” (5).


Esta movilización intensa de la violencia, esta nueva barbarie, este radicalismo atrae, extrañamente, a jóvenes yihadistas del mundo entero, y en particular, de los países occidentales. El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, alertó de que son cincuenta y uno los países de donde proceden yihadistas para sumarse al EI. Solo de Francia ya se han trasladado más de novecientos...


Los bárbaros no pueden ganar. Eso al menos esperamos, pero no olvidemos la advertencia de Ibn Jaldún (1332-1406), inventor de la sociología y de la filosofía de la historia, cuando nos recuerda qué es la historia: el relato de imperios abatidos por el furor de los bárbaros... (6).



(1) El presidente Obama ordenó, el pasado 23 de septiembre, bombardear las bases del EI en Siria. Para que estos ataques no sean ilegales, el mandatario necesitaba, según eminentes juristas internacionales, el acuerdo del Congreso, y sobre todo, para respetar la legalidad internacional, el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU, que no hubiera obtenido a causa del veto de Rusia y China. Al parecer, antes de iniciar los bombardeos, Washington informó a Damasco, y las autoridades sirias declararon que “no se oponían a la acción internacional contra los terroristas”.
(2) De hecho, desde el 7 de agosto pasado, Estados Unidos ya estaba bombardeando objetivos del EI en Irak.
(3) La elección de Haider Al Abadi, también chií, en sustitución del autoritario Al Maliki, el pasado 14 de septiembre, podría cambiar las cosas si el nuevo Primer Ministro convence a la comunidad suní de que cesarán las discriminaciones contra ella. El objetivo es que los suníes se incorporen a la guerra contra el EI.
(4) A la Conferencia Internacional sobre la Paz y Seguridad en Irak del pasado 15 de septiembre en París, acudieron representantes, en su mayoría ministros de Exteriores, de los siguientes países: Alemania, Arabia Saudí, Bahréin, Bélgica, Canadá, China, Dinamarca, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, España, Estados Unidos, Francia, Irak, Italia, Japón, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Noruega, Países Bajos, República Checa, Reino Unido, Rusia y Turquía. Además, también prometieron ayudas: Albania, Australia, Estonia, Dinamarca, Polonia, Japón, Suiza, Noruega, Finlandia, Hungría, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Nueva Zelanda y Corea del Sur. En total, la coalición liderada por Estados Unidos para combatir a los yihadistas del Estado Islámico (EI) supera, pues, los 40 países.
(5) El País, Madrid, 21 de junio de 2014.
(6) Léase Gabriel Martinez-Gros, Brève histoire des empires. Comment ils surgissent, comment ils s’effondrent, Seuil, Paris, 2014.